Verderías

¿Hemos aprendido algo de la pandemia?

Herminio Picazo

Herminio Picazo

La Organización Mundial de la Salud acaba de decretar el fin de la emergencia internacional por la covid, tras 765 millones de diagnósticos y 6,9 millones de muertes. La propia OMS cree que su recuento oficial se queda corto y calcula que la pandemia se habrá cobrado hasta hoy unos veinte millones de vidas si incluimos las no registradas oficialmente.

Este acto formal de la OMS declarando el fin de la emergencia no implica el final de la pandemia, pero sí un cambio de visión del problema que ahora debería transitar desde la urgencia inmediata a una visión a más largo plazo.

En estos tres años la covid nos ha enseñado unas pocas cosas positivas. La más importante ha sido que la ciencia consiguió crear en un tiempo record y manejar con gran éxito las vacunas de ARN mensajero, lo que ha supuesto un histórico salto adelante en la protección contra ésta y otras zoonosis que, seguro, nos vendrán.

Pero poco más. Superada la fase de emergencia poco o nada ha cambiado en cuanto a los riesgos de que la siguiente pandemia llame a nuestras puertas. El mundo, devorado ahora por los asuntos perentorios del alza de los precios y la guerra de Ucrania, no ha tomado nota de las razones ambientales de fondo que han estado detrás de la emergencia sanitaria.

Y es que ya sabemos a ciencia cierta que la clave global de las pandemias está en los modelos ganaderos industriales, en la degradación de los ecosistemas naturales, en la pérdida de la biodiversidad y en la urbanización extensiva de la práctica totalidad del planeta que rompe la separación entre personas, animales en producción y poblaciones de animales salvajes, construyendo la tormenta perfecta para la mutación y la trasmisión de patógenos víricos de animales a humanos.

Y sobre todas estas cosas, nada de nada. Bueno, sí: toneladas de certeros análisis e infinitos planteamientos que resisten muy bien escritos en un folio, como las muchas propuestas del enfoque One Health de Naciones Unidas. Pero en la práctica, convertido en actos reales y de gobierno, nada de nada. Ni una iniciativa real, ni internacional, ni estatal, ni regional, destinada a ir al fondo del asunto. Ni un proyecto de tratado internacional. Ni una sola acción eficaz para corregir la forma en que las sociedades humanas estamos organizando la economía postindustrial y la manera radicalmente insostenible en la que nos relacionamos con nuestro entorno.

Como sociedad, no hemos aprendido nada de la covid. Parece que no somos conscientes de que de la próxima pandemia solo nos protegerá una naturaleza mejor conservada y un cambio de modelo hacia la auténtica sostenibilidad en muchos aspectos del desarrollo. Todo lo que no sea ir por ese camino es suicida.

Si los avances en biología y medicina dicen mucho de nuestra capacidad como especie, la inacción en política global y en sociología dicen todo lo contrario.

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