Limón&Vinagre

Todo depende de tu mirada

Jorge Juan Garay, @jeyjeygardi, ‘tiktoker’ que va en la lista municipal de BCN en Comú.

Jorge Juan Garay, @jeyjeygardi, ‘tiktoker’ que va en la lista municipal de BCN en Comú. / El Periódico

Emma Riverola

Yo soy tu mami. Y yo también. Y trato de superar la incomodidad del momento porque aquí hemos venido a ganar. A ganar votos, por supuesto. Y si tengo que ponerme a hacer posturitas, las hago. A ver, que nadie se ponga estupendo. Porque quien más quien menos, todos hacemos lo mismo. ¿O no es postureo esa imagen de Putin a caballo, el rictus amargo de Churchill o la sonrisa de Obama? Cada uno comunica como puede. Recuerden, a partir de los 18 años ya se puede votar. Y todos los votos valen lo mismo.  

El vídeo ya suma más de 300.000 reproducciones. Él está en primer plano, brazos cruzados, mascando chicle, moviéndose levemente al ritmo de la música, semblante serio, aunque asoma la sonrisa. A su lado, una chica tan joven como él realiza los mismos gestos. Y detrás, en un segundo plano, también con los brazos cruzados, tratando de mimetizarse y superar la absurdidad del momento: Ada Colau y Yolanda Díaz. «Las mamis de España», como él las denomina. Pero ¿quién es él? 

@jeyjeygardi en TikTok. Jorge Juan Garay más allá de las pantallas. Un joven barcelonés de 20 años que triunfa en la red social. El número 34 en la lista electoral de BComú, entre Alexandra López, actual consejera de distrito de Nou Barris, y la veterana economista Lourdes Beneria. ¿Y qué ha hecho Garay para figurar en esa lista? ¿Qué méritos? ¿Qué valor aporta? Pues depende. ¿De qué? Especialmente de los ojos que le observen.  

En uno de sus vídeos, Garay muestra su habitación. La cámara registra desde un estuche de maquillaje (que él mismo se aplica con mimo), un ejemplar de El Capital de Marx, flores, incienso, preservativos, más libros y algún peluche. En otros vídeos baila, se maquilla, pasea, elige su ropa. Se muestra solo, con amigos, con pareja, con su hermana menor (con síndrome de Down). Sus representaciones son amables y con una pátina de humor. Muy simples, pero cuidadas. Su estilo de vestuario se sumaría a la tendencia aesthetic de tiktok. Algo así como la experimentación de la originalidad con armonía. Garay transmite serenidad, alegría… En definitiva, buen rollo. ¿Y nada más? 

«Cuatro millones de seguidores»

Nada más. O nada menos. Según Ada Colau, el influencer «representa el talento joven que, con mucha fuerza, sin pedir perdón ni permiso y con mucha creatividad, está abriendo caminos en el feminismo, los derechos LGTBI y la defensa del medio ambiente». ¿Puede hacerse todo esto con vídeos en los que parece que no pasa nada? ¿En imágenes que provocarían un colapso a más de un boomer con memoria de lucha política? ¿Son naderías? Pues, de nuevo, depende.  

Porque hay muchos modos de defender ideas, y no siempre es obligado recurrir a los argumentos (por cierto, Garay siempre utiliza el inglés). A veces, basta con visibilizar. Especialmente si tenemos en cuenta que no todos los jóvenes viven en ambientes donde puedan expresarse libremente ni mostrarse como querrían. Garay normaliza un modo de vida que no está al alcance de muchos y que, aún menos, lo estuvo en el pasado de tantos. ¿Cuántos chicos jóvenes debieron soñar hace décadas en aplicarse sombra de ojos mientras Marx les observaba desde la mesilla de noche?

Algo debe de tener Garay para captar el interés de sus 4 millones de seguidores. Algo que escapa a muchos porque ocurre en un mundo desconocido para la mayoría. Podemos acceder a él, es tan fácil como abrir Tiktok, pero no es tan sencillo adaptarse a sus códigos ni saber interpretar más allá de lo que parece una sucesión de monerías sin sentido.  

En los últimos meses, Garay se ha atrevido a hablar de política. No suele ser habitual, menos cuando tus seguidores te adoran por tu sonrisa, tus posturas o la elección de tu ropa. En una conversación con su novio, esta vez en Youtube, advierten de los peligros de una nueva derecha global que «da miedo por lo cerca que está del fascismo». Su diálogo provoca comentarios de jóvenes de varios puntos del planeta. ¿Hasta qué punto son significativas sus reflexiones? Otra vez, depende. 

Los apuntes políticos de Garay son muy escasos para un analista. Relevantes para tantos jóvenes que le adoran. Y notables para una maquinaria electoral que trata de llegar a un sector de la ciudadanía que le resulta esquivo. Son muchos los jóvenes que consideran la política como un mundo ajeno e impostado. Probablemente, los mismos adjetivos que utilizarían muchos mayores para los vídeos de @jeyjeygardi. Al fin, todo depende de la mirada.

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