De vuelta

El cinismo ideológico

Santiago Delgado

Santiago Delgado

Creen habernos convencido del hecho de que no tiene nada que ver la propia vida con lo que se pregona como ideal de vida. Pero no es así. Si aspiras a una sociedad igualitaria, donde no hay emprendimiento alguno, y toda actividad productiva sea estatal, tienes que ser consecuente y ofrecer modelo a los demás. Hay muchos ejemplos por el mundo. Cuba, Venezuela, Corea del Norte y otros países ya en ciernes de alcanzar la pobreza socialista.

No puedes predicar la miseria como única forma de la justicia, y vestir de lujo, con modistos de firma y viajes en falcon, donde vayas, y si cabe, combinados con el puma y caravana de coches de lujo blindados. No se puede hacer viviendas sociales y vivir en casoplones conseguidos con créditos de interés risible. O en casas oficiales, que, encima, renuevas con dinero público. O se da ejemplo o se está pregonando lo contrario de lo que dice tu boca. Es el cinismo ideológico.

Si me quieres redimir, no vistas como los 'opresores', no gastes en peluquería lo que yo gasto en comer un mes. Si me quieres redimir, actúa como yo; resígnate a estrenar ropa dos o tres veces al año. No todos los días. Por supuesto que tienes derecho a vestir y tener el aspecto que quieras, cómo no. Pero yo tengo derecho, entonces, a proclamar tu cinismo. Con tu vida cotidiana estás avalando lo contrario a lo que pregonas. Gastazo en cualquier actividad que ejecutes. Y sueldazo del que no sueltas nada. Cada sueldo vuestro, cínicos de la izquierda caviar, daba para contratar cuatro o cinco empleados a vuestro servicio. Pero no lo hacéis, atesoráis y ahorráis para vosotros un dinero que hace falta en la ruleta de la economía patria.

No, no se ha pasado de moda predicar con el ejemplo. Y, claro está, no se está obligado a predicar con el ejemplo, faltaría más. Pero los demás tenemos derecho a señalar la impropiedad de vuestro proceder: el cinismo ideológico que os envuelve por completo.

Habéis elegido vivir de lujo diciendo profesar una ideología que quiere redimir al pueblo. Eso, que es posible en la realidad fáctica de todos los días, no lo es en la realidad moral de la coherencia personal. No lo es. Y por eso, yo os acuso, izquierdistas del lujo ostensivo de cada día.

Todos sabemos de la vida de crápula licencioso del hijo de Fidel Castro, con el dinero robado por su padre al pueblo cubano. Ídem de la hija de Hugo Chaves, con cifras de tres ceros en sus bancos, escondidos por todos los Estados piratas que en el mundo hay.

Si no sois capaces de renunciar al lujo diario, aguantad esta invectiva contra vuestro cinismo.

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