La Feliz Gobernación

Operación Trotsky

Vox está preparando un acto público en el que se propone reunir a más de doscientos militantes destacados del PP que ocuparon cargos en las pedanías murcianas: exconcejales, exalcaldes pedáneos y exvocales de juntas de distrito

Distribución de escaños según el Cemop en el Barómetro de primavera.

Distribución de escaños según el Cemop en el Barómetro de primavera. / L.O.

Ángel Montiel

Ángel Montiel

La campaña electoral empezó en septiembre del pasado año. Desde entonces hasta hoy mismo, las encuestas muestran en la Región de Murcia una tozudez en el reparto de escaños que sería más sorprendente si no se diera una calcada coincidencia de los distintos institutos de prospectiva. La proximidad de la fecha electoral mantiene inamovibles los indicadores de unos y otros, hasta el punto de que no cabría desacreditar los sondeos a no ser que descubriéramos alguna operación de ‘consenso demoscópico’. Vista la persistencia, poco cabría esperar de la campaña electoral oficial, que se inicia quince días antes del 28M, para modificar algo que se nos presenta con tanto arraigo.

Hay, no obstante, dos factores que generan inquietud y algún nerviosismo en el partido que se da por ganador, el PP. Uno viene registrado en las encuestas, particularmente en el llamado Barómetro de Primavera del Cemop; se trata, naturalmente, de ese casi 40% de votantes indecisos, que en distintas proporciones declaran no haber resuelto aún sus dilemas entre el PP y el PSOE o entre el PP y Vox. Aunque un alto porcentaje de los primeros se decidiera por el PSOE, el resultado no cambiaría, pues la izquierda en su conjunto permanece muy alejada de la mayoría, pero en el segundo caso, un crecimiento de Vox a costa del PP, podría significar que el objetivo de éste (obtener una ‘mayoría suficiente’ para poder gobernar en solitario) quedaría frustrado.

El otro factor al que aludo no se extrae de la encuesta, sino del sentido común, y es que en la opción Vox reside la mayor bolsa de voto oculto. Por debajo de los ‘valientes’ que proclaman su intención hay muchos que prefieren evitar ciertas connotaciones, y reservan su secreta voluntad, no tan secreta cuando los escuchamos hablar, aunque se encarguen de subrayar que no se proponen votar a Vox. De cómo de voluminosa sea esa bolsa la previsión de las encuestas puede experimentar variaciones sustanciales en la composición y programa del próximo Gobierno de la derecha, que podría llevar pintada una raya de ultraderecha.

En la campaña electoral hay una coincidencia paradójica. Tanto el PSOE y Unidas Podemos como el PP envían mensajes contra la ascendencia de Vox. Los partidos de izquierda, para advertir de que la ultraderecha se puede entronizar en el Gobierno, y el PP, éste con suavidad para no polemizar con quienes se puede dar por casi seguro que serán sus socios de investidura, apela a la necesidad de una ‘mayoría suficiente’, es decir, una mayoría que no exija contemporizar con Vox más allá de un inicial acuerdo parlamentario. En ese sentido, cuando la izquierda hace sonar las alarmas para prevenir ‘que viene Vox’ proporciona una ayuda involuntaria al PP, pues éste sería el principal beneficiario del descrédito de los abascales.

Si el resultado final de las elecciones clavara los resultados de los Barómetros de Otoño y Primavera, el PP se podría dar con un canto en los dientes, pues una distancia de dos escaños para la mayoría no facultaría a Vox para pedir carteras de Gobierno por muy potente que fuera su Grupo Parlamentario. Ahora bien, alguna concesión tendría que hacer el PP, pues el electorado de Vox aspiraría a obtener recompensa, y un rechazo sucesivo a las leyes o los proyectos presupuestarios sumando mayorías con la oposición con exposición de motivos distintos en la explicación del voto harían muy complicada la ejecutoria del Gobierno popular, de ahí que lo más inteligente y práctico para López Miras sería alcanzar acuerdos de legislatura.

Además, a estos efectos no sólo cuenta el resultado autonómico, sino los municipales. Si para investir a José Ballesta en Murcia se precisara de un buen número de concejales de Vox, o en Cartagena para completar de alguna manera un gobierno de Arroyo, o en Lorca para sacar al alcalde socialista, está claro que se deberá producir una negociación global. La presunción de López Miras de que si le aprietan mucho convocaría nuevas elecciones es una buena baza sobre la mesa, pero a efectos prácticos supondría un gran riesgo para el PP en una Región que nunca ha experimentado unas autonómicas desligadas de las municipales y en la que en esa circunstancia el índice de participación se reduciría probablemente a un porcentaje peligroso, que surtirían sólo los bloques electorales muy movilizados. El presidente del PP no podría trasladar automáticamente el fracaso de sus objetivos al electorado murciano para que éste hiciera una segunda ronda a ver qué sale.

Es obvio que Vox no podría, en caso de que el PP roce las mayorías en la Asamblea y el ayuntamiento de Murcia, copiar el pacto PP/Cs con que se inició la actual legislatura: cuatro consejerías y media, incluida una vicepresidencia, más la presidencia del parlamento regional y un senador por designación autonómica, más un programa cargado de compromisos en distintas áreas. Ese cacho lo consiguió Cs porque López Miras había perdido las elecciones y porque los naranjas disponían de la carta alternativa de aliarse con el PSOE. Vox no podrá ser bisagra más que en favor del PP, de modo que no dispondrá de grandes recursos de presión para instalarse en el poder a no ser que el hueco que quede entre los 23 escaños de la mayoría y los que obtengan los populares sea lo suficientemente amplio para que, como en Castilla y León, se haga inevitable su ascenso al Gobierno. En esto están.

Vox está preparando, como ya señalé la semana pasada, un acto público en el que se propone reunir a militantes destacados del PP que ocuparon cargos en la organización de este partido en las pedanías murcianas: exconcejales, exalcaldes pedáneos y exvocales en juntas de distrito. Será, dicen, una cena en un restaurante de la zona de Los Garres para la que en la tarde de ayer había un registro de 222 personas. Hay también, según consta, presidentes locales de juntas que, aunque se van a mantener en el cargo hasta el final del mandato, romperán después el carné del PP en desacuerdo con la gestión de Fulgencio Perona, coordinador general de Pedanías en la directiva regional. Perona ha sido protagonista esta semana de una curiosa incidencia: ha desaparecido de la candidatura municipal del PP en el BORM, lo que en su partido han justificado como un error, no reconocido como tal ni en la Junta Electoral de Zona ni por la dirección del Boletín Oficial, pues ambos organismos se limitaron a tramitar la notificación recibida desde el PP. Puede sospecharse que en algún momento se calculó el riesgo de que pudiera prosperar hasta la imputación una denuncia de ecologistas por una actuación del candidato en su condición de director general de Emergencias.

No es el único nombre polémico en la candidatura del PP murciano. En el puesto 18 aparece Ramón Andrés Abellán, quien fue obligadamente expedientado en su día al conocerse unas grabaciones en que se deducía que compraba votos a cambio de colocaciones laborales. La Fiscalía no dedujo la existencia de pruebas, y Abellán fue readmitido. Ocurre muchas veces que la Justicia no llega allí donde se han instalado políticamente las evidencias, y es por esto que sorprende que el expresidente de El Raal ascienda incluso dos puestos en la lista municipal respecto al que ocupó en 2019. Casualmente se trata de unos de los ‘ayudantes’ de Perona en la organización del PP en pedanías. Las listas electorales pueden ser buenas, regulares o malas, pero las mejores son las que no dan que hablar.

El butrón que Vox está produciendo a la organización local del PP con la captación de activistas en la reserva tiene también su reverso, pues en algunos casos se han mostrado recelos entre militantes genuinos del partido del alcaldable Luis Gestoso, que apatrulla la ciudad, pero lo cierto es que Vox carece de estructura y es probable que le venga bien la aportación de quienes tienen larga experiencia en cuestiones de organización. Por otro lado ¿quién es Gestoso, sino otro exmilitante del PP?

Vuelvo a insistir aquí en que los problemas internos del PP no se solucionaron en el congreso regional del pasado mes de julio, sino que permanecen soterrados, y sólo se disiparán si López Miras consigue el próximo 28M un triunfo consistente. Una prueba metafórica, todo lo anecdótica que se quiera, es que todavía hoy es imposible conocer con exactitud la composición de la dirección resultante del cónclave de julio de 2022, ya que en la web del partido la pestaña Organigrama responde: «Tras el congreso nos encontramos actualizando, disculpe las molestias». Por esas fisuras y esos terrenos no asentados escarba Vox para debilitar a los populares y atraer influencia y experiencia en gestión electoral. Doscientos exmilitantes son doscientas familias bien distribuidas en el mapa municipal y puestas en activo. Prescindiendo de lo que sumen, cabe suponer lo que restan.

Así que mucho cuidado con Vox. En las encuestas respira siete escaños, casi a punto de doblar los de 2019, pero el voto oculto en el casi 40% de los indecisos es incalculable, aunque algo aflore en estas operaciones de minado al todopoderoso PP.

La Operación Trostky de Vox contra el PP está en marcha. A este tipo de infiltraciones en organizaciones ajenas le llamaban entrismo. Y es lo que podría desestabilizar el consenso de las encuestas.

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