El Prisma

Con el punto de mira en las elecciones: de ‘Operación Sardina’ a ‘Operación Vintage’

J. L. Vidal Coy

J. L. Vidal Coy

De momento y por lo que se sabe, vamos bien servidos en cuanto a presencias y omisiones en las candidaturas. Ha habido una dura competencia por la sorpresa más efectiva entre PP y Vox. El PSOE se conformó con el modesto, mediáticamente hablando, fichaje del expodemita Ginés Ruiz. La izquierda de la izquierda bastante tiene con haber conseguido una candidatura cuatripartita para pensar en otras florituras.

Es difícil discernir qué incorporación tendrá mayor impacto en los votos derechistas: si la de la última doña Sardina al PP o la de un expresidente popular a Vox. Jugada maestra o no, la de López Miras consiguiendo la concurrencia de Carmen Conesa no ha sido excesivamente original. Recuerda a aquella con la que el socialista Pedro Saura sumó a María José Alarcón, también locutora radiofónica, para optar a la vara de mando en la Glorieta. Le salió fatal y, probablemente, la susodicha jamás repetiría la experiencia.

Algunos maledicentes hablaron entonces de ‘operación maruja’, por la franja horaria en que fungía Alarcón en la radio. Veremos qué ocurre con Conesa a la vuelta de unos meses. Esta ‘operación sardina’, desde luego, mucho voto feminista no parece que vaya a atraer. Su número dos a la Asamblea es igual de expuesto que fue el primero de Alarcón al ayuntamiento capitalino. Con el mismo bagaje político ambas –es decir, ninguno–, la neopopular será alguien a cuidar muy mucho en el ‘palacio Braquehais’ para que no caiga en las fauces devoradoras de marrajos propios y ajenos. A no ser que su desenvoltura en los micrófonos sea trasladable a los procelosos entresijos políticos en que habrá de navegar.

Lo de Garre es a priori más prometedor para Vox. Curtido y conocedor del ambiente en que se verá de nuevo inmerso, su presencia en la Asamblea promete. A no ser que sea neutralizado sentándolo en la presidencia cameral: se perdería su experiencia parlamentaria aunque se ganaría en cordura. En esa poltrona, tendría muy fácil hacer un papel más que digno, dado el bajísimo nivel demostrado por el tránsfuga detentador del cargo en esta legislatura. El largo pasado y talante del expresidente, tan lejos de la bronca, da a su fichaje un aire de ‘operación vintage’, cosa que puede ser muy prestigiosa (recuérdese a Sandro Pertini). O justo lo contrario, depende de quién mire.

No está de más recordar que el único expresidente popular murciano sin problemas en los juzgados abandonó el partido en 2017 porque Rajoy no actuaba contra la corrupción. Además, su pasada indisciplina a favor del Trasvase le garantizan eco y seguimiento en su zona: el Campo de Cartagena. Justo donde Vox parece más fuerte, subido al tractor de la agroindustria químicoabonadora, mientras se suceden las purgas internas y dimisiones en Cartagena, Cehegín...

Ambos fichajes muestran la importancia que la derecha da al control de la Asamblea Regional. Casi la única incógnita que queda, resultados aparte, es qué hará Miras, si hace algo, con los cuatro jinetes del Tránsfugalipsis, descabalgados como han quedado aparentemente. ¿Confirmará que Roma no paga traidores? ¿O les tiene reservados, si las urnas le son suficientemente favorables, puestecicos bien remunerados en alguno de esos organismos dependientes de la Administración regional? Sería una directa correspondencia a los servicios prestados por la cara. Pues tampoco parece que la gestión desempeñada por el cuarteto sea digna de premio ni mención honorífica, salvo la de sobresaliente cum laude en servilismo político. Por lo menos, se han doctorado en algo.

Y sus nombres quedarán inscritos con letras de oro en el libro de la ignominia política.

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