El retrovisor

Look de abril el de las aguas mil

El ministro de Comercio Alberto Ullastres pasa revista a las tropas que rendían honores en la inauguración de la 1ª Feria de la Conserva de Murcia. 1960.

El ministro de Comercio Alberto Ullastres pasa revista a las tropas que rendían honores en la inauguración de la 1ª Feria de la Conserva de Murcia. 1960. / Archivo TLM

Miguel López-Guzmán

Tomás Lorente, el fotógrafo de prensa, dominaba el arte de caminar hacia atrás como pocos. Y lo hacía disparando fogonazos a diestro y siniestro puesto de aquellos ligeros impermeables tan de moda en los sesenta, de la acreditada marca Piuma D’oro. Si el sol aparecía, el novedoso impermeable se podía guardar cómodamente en un bolsillo sin ser un estorbo. A don Ramón Sanahuja y Marcé, obispo de la diócesis de Cartagena, no le era tan fácil protegerse de la lluvia en aquellas inauguraciones solemnes de la Feria de la Conserva, posteriormente Feria Internacional de la Conserva y Alimentación, es decir, la FICA. El señor obispo, tocado con mitra, bonete, palio, capa y báculo, sería el encargado de bendecir con el hisopo, las instalaciones del recinto ferial.

El florista y escultor José Moreno “Manú” dirigía a Jacinto, esforzado jardinero en su dura labor que con capazos de gravilla y albero cubría los charcos para evitar que la larga capa del obispo y los zapatos de las autoridades se empaparan de agua y barro.

Sí, entonces llovía, y el Comité Ejecutivo del murciano Certamen se las veía y deseaba para encajar la celebración del mismo en el almanaque. Si se celebraba en abril tras las Fiestas de Primavera, diluviaba, y si se celebraba tras la Feria septembrina, igualmente llovía a cántaros. Todo un dilema.

Los ministros del ramo, autoridades civiles, religiosas y militares se vieron sometidos a los imperativos metereológicos y la dirección del certamen se preguntaba cada día ¿lloverá mañana?. La banda de cornetas y tambores de la Policía Armada interpretaba el Himno Nacional, al tiempo que el ministro, normalmente de Comercio, izaba la bandera de la época, para inmediatamente iniciar el acto oficial cargado de discursos, cifras, expectativas y tal, y posteriormente proceder a la visita de la Muestra. De notable recuerdo fueron las inauguraciones presididas por el ministro Alberto Ullastres, gran benefactor de la FICA y con ella, de nuestra región, hombre sabio y de porte elegante, destacado ministro tecnócrata en los años del desarrollo español, que contrasta con los variopintos estilos que ofrecen nuestros políticos actuales.

En aquellas primerizas ferias de la Conserva, el barrio de Vistabella se encontraba en construcción y en los meses de abril llovía, lo que no era obstáculo para ajustarse al protocolo. Autoridades de planchado chaqué y chistera, tropas rindiendo honores, bajo la lluvia o sin ella, actos de inauguración que siempre fueron acompañados por multitud de murcianos que acudían a presenciarlos y así ser los primeros en conocer y degustar las muestras exhibidas. Allí descubrimos la cerveza negra, las salchichas de Frankfurt, las fajitas mejicanas y las novedades alimentarias, siempre tocados por un gorrito de cartón del Flan Chino El Mandarín y el consabido globo del ColaCao, con lluvia o sin ella, la FICA siempre fue un aliciente para la promoción industrial de la Región, desde 1952 hasta 1974. Con posterioridad, llegó su mutación a la Alimentaria barcelonesa, algo que Cataluña siempre pretendió y que gracias a la gestión de ilustres murcianos, vio aplazado en el tiempo su ansiado anhelo.

Como dijo Baldomero Ferrer ‘Baldo’: «En Murcia llueve poco, pero cuando llueve, llueve agua. Para bien o para mal».

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