Caleidoscopio

¡Ultraje a la paella!

Julio Llamazares

Julio Llamazares

Con ese título publicaba en el año 1983 un artículo Rafael Sánchez Ferlosio, el para mí mayor escritor español en prosa de la segunda mitad del siglo XX, en el que ridiculizaba a la vez otro de un militar: Situación límite: ¡Ultraje a la bandera!, en el que su autor se rasgaba las vestiduras del uniforme (e indirectamente invitaba a ‘actuar’ a sus compañeros de armas) por la ofensa inaceptable para él que alguien había infringido a la enseña española y la protesta de un diputado popular de Valencia por la también inaceptable ofensa que, según él, el Gobierno socialista infringía a la paella con la campaña de publicidad que había puesto en marcha para prevenir los incendios forestales veraniegos: «Hay paellas que matan», decía uno de los eslóganes para advertir del riesgo de hacer fuego en el campo.

Ferlosio lo resumía con la radicalidad que solo a él le estaba permitida mostrar en aquellos tiempos:

«Con esta peste catastrófica de las autonomías, las identidades, las peculiaridades distintivas, las conciencias históricas y los patrimonios culturales, la inteligencia de los españoles va degradándose a ojos vista y se la ve ya acercarse peligrosamente a los mismos umbrales de la oligofrenia. Reciente está todavía, en estas páginas, la oleada de cartas catalanas sobre el inefable pleito de la eñe, con las que ese tremendo vanidoso de Juan Benet ha debido de disfrutar como un enano, aunque a costa de merecer, por lo demás, la tacha de pescador de aguas fáciles, pues es sabido que los catalanes siempre pican; que con ellos es como con las tencas: no hay más que echar el anzuelo y recoger. Sobre el modelo siempre delirante del agravio al abstracto (agravio al pueblo, agravio a la patria, agravio a la bandera y ahora también agravio a la Ñ o a la NY), el furor autonómico propende arrebatadamente a elevar a la categoría abstractiva y a la capacidad simbólica cuantas cosas se muestren mínimamente combustibles a la fallera llama del narcisismo y la autoafirmación, multiplicando pavorosamente el número de cosas susceptibles al agravio. Así hemos venido a llegar en estos últimos días a la situación límite de que hoy puede verse agraviada hasta la propia paella valenciana…».

Viene esto a cuento de la polvareda que se ha levantado estos días por la satirización hecha de la Virgen del Rocío en un programa de humor de la televisión autonómica catalana y que el propio presidente de Andalucía consideró una ofensa a los andaluces alimentando negligentemente los sentimientos más patrióticos y tribales de sus compatriotas.

Con su acusación a la televisión catalana de andaluzofobia se alimentó la catalanofobia que ya existe no solo en Andalucía sino también en muchas partes de España. «¡Ultraje a la Virgen del Rocío!», claman los ofendidos, sin reparar en que el símbolo religioso es solamente eso: un símbolo religioso, como la de Montserrat o cualquier otra Virgen lo es. Lo que sorprende es que 40 años después del artículo de Sánchez Ferlosio los españoles sigamos doliéndonos y peleándonos por estas cosas, lo que significa que como sociedad hemos avanzado muy poco. Es más, tengo para mí que en materia de libertad de expresión hemos retrocedido y que si Ferlosio escribiera hoy lo que escribió en 1983, a solo 8 años del fin de la dictadura, se le echaría encima medio país insultándolo en las redes.

O, si no, lean el final de su irónica y radical soflama: «Si por un azar, afortunadamente harto impensable, me viese yo algún día -Dios no lo quiera- convertido de pronto en presidente del Gobierno, tengo muy meditado que, por el bien de los españoles, mi primer acto de gobierno no podría ser otro que un decreto-ley prohibiendo inmediatamente y sine die los Sanfermines de Pamplona, las Fallas valencianas, la Feria y Semana Santa de Sevilla, la Romería del Rocío y toda especie de fiestas semejantes, amén de incoar, simultáneamente y por la vía de urgencia, un proyecto de ley orgánica para la abolición de la Virgen del Pilar (¡Dios, qué descanso para Zaragoza, para Aragón y para España entera!)».

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