El blog del funcionario

Las 35 horas que no solucionan nada

Miguel H. Valverde

Miguel H. Valverde

La guerra por liderar la jornada de 35 horas entre sindicatos y gobierno regional se ha convertido en un auténtico vodevil, pero lo peor no es la ‘batalla’ abierta entre organizaciones sindicales por ver quién se sale con la suya, ni tampoco el papelón que está jugando una consejería que ha pasado de un paseo entre pétalos sindicales a un barrizal lleno de incoherencia e irresponsabilidad, sino que la reducción horaria no soluciona ni uno de los grandes problemas que tiene la administración pública regional, incluida nuestra grave deuda y déficit público.

La reducción horaria ni nos hace más eficaces, ni más eficientes y, mucho menos, más productivos; al contrario, la nueva configuración horaria, si se aprueba, traerá más descoordinación y descontrol.

En vez de consensuar políticas públicas encaminadas a una real y efectiva jornada de teletrabajo, a focalizar nuevos modelos de acceso, una nueva cultura organizativa, un programa sobre relevo generacional (y todo eso requiere cambios jurídicos de base), nos dedicamos a seguir apostando por poner tiritas para curar una herida que sigue sangrando.

Las 35 horas no hará que los procesos selectivos tarden varios años menos en resolverse, ni tampoco hará que la sanidad pública desatasque sus largas listas de espera o su escasez de profesionales, no se harán informes más rápidos, ni los procedimientos administrativos acortarán sus plazos, las bolsas de empleo no serán más justas e imparciales, la gente seguirá tomando atajos para subir en ellas a base de talonarios y engaños, y el usuario no notará que se le atiende mejor y la calidad del servicio apenas remontará.

Seguimos apostando todo a la cantidad y no a la calidad.

Mañana varios miles de empleados públicos estamos llamados a las urnas, unos cuarenta mil, para ser más exactos, para elegir a los representantes sindicales, lo que significa que en estos días hemos visto cómo algunos están convirtiendo estos comicios en una especie de ‘subasta’, donde se anuncian movilizaciones, manifestaciones y contramanifestaciones a diestro y siniestro, todo por conseguir llegar el primero a la meta, pero apenas hay propuestas sobre un cambio de modelo que se dirija a pasar de funcionarios a servidores públicos, y ni una palabra de políticas públicas encaminadas a la reducción de usuarios de la sanidad pública, ni una línea sobre un nuevo modelo educativo, y ni una palabra sobre creatividad en la administración ni de un cambio en el modelo.

No ha habido ni un debate entre organizaciones sindicales, a través de las diferentes posibilidades que en el año 2023 ofrecen las redes sociales, donde las diferentes organizaciones sindicales hubieran debatido sobre sus propuestas, y todo, como ocurría en el siglo pasado, hace más de veinte años, se ha vuelto a basar en el bolígrafo, la agenda o en el mejor de los casos, algún que otro detalle tecnológico.

Nadie explica por qué siguen peleándose entre las propias organizaciones, no han sido nunca capaces de llegar a un mínimo consenso, y eso siempre, no solo beneficia a la propia administración, sino que va en detrimento del interés general.

Esperemos que al menos, la administración envíe a sus empleados un correo, donde se nos indique: Convocante, día, hora y motivo de la manifestación.

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