Interponer una moción de censura en los estertores de la legislatura con el objeto de adelantar las elecciones carece de sentido porque, en el mejor de los casos, se estaría acortando solo unos pocos meses. Ahora bien, si en ese interregno hay unas elecciones municipales y autonómicas la cosa cambia porque, en tal caso, lo que ocurra en el Congreso de los Diputados durante esos dos días puede influir sensiblemente en la inminente campaña electoral.
La iniciativa de VOX solo tiene sentido si se interpreta en esa clave electoralista, algo a lo que el partido conservador tiene perfecto derecho por contar en el hemiciclo con diputados suficientes para iniciar ese procedimiento legislativo. Orillado en los grandes medios de comunicación, salvo para dar cuenta de alguna noticia anecdótica siempre en contra, VOX va a concentrar durante casi tres días la atención de toda la prensa nacional y gran parte de la internacional, un escaparate nada desdeñable para un partido que aspira a dar el gran salto a las posiciones de gobernabilidad y abandonar de una vez el papel de muleta que le ha asignado el PP.
Pero esta concentración del foco mediático no es una ventaja por sí misma, porque de nada vale que todo el mundo se fije en ti si luego no cumples con las expectativas creadas. No digamos ya si, además, se hace el ridículo.
Esta última posibilidad, la de hacer un mal papel en el debate de investidura, se abre paso a codazos desde que Ramón Tamames comenzó a conceder entrevistas para explicar los motivos de su participación en la moción de censura y los hitos centrales de su intervención parlamentaria. La aceptación de su candidatura a la presidencia del Gobierno para sustituir a Sánchez ya resultó sorprendente por la avanzada edad del protagonista, un hombre retirado de la política hace décadas que, sin embargo, sigue teniendo aspiraciones de figurar en la escena pública aunque sea de una manera testimonial.
La filiación política de Ramón Tamames, en última instancia un comunista encantado de serlo, es otro dato sorprendente en esta operación política que se va a sustanciar la semana próxima en el Congreso de los Diputados. Su punto de vista sobre las grandes cuestiones que gravitan sobre la política española actual son ciertamente distintas, cuando no contrarias, a las que mantiene VOX, pero este hecho concreto, según los de Abascal, es un punto a favor de la moción.
Tamames, como intelectual comprometido, mantiene fuertes objeciones sobre la manera en que el PSOE ha gestionado los asuntos de gobierno durante esta legislatura. Falta saber si es porque considera que Sánchez ha ido más allá de lo que corresponde o, en cambio, porque piensa que no ha sido suficientemente izquierdista. En última instancia, Tamames está (o estaba) técnicamente más a la izquierda que el presidente del Gobierno, aunque la edad haya matizado la dureza de las posiciones maximalistas que han caracterizado siempre al PCE.
En todo caso, la moción de censura va a ser un festín para el PSOE y sus socios parlamentarios, porque nada más fácil para la coalición que atacar los intentos de derribo del Gobierno por un partido minoritario que, además, convoca al acto a un personaje tan ajeno a sus propios postulados como el candidato alternativo que va a presentar. Les bastará con recoger un ramillete de citas de Tamames en los últimos años sobre asuntos como la estructura territorial de España para desactivar una moción de censura que, como es obvio, nació ya sumida en el fracaso.
VOX va a estar en el centro del debate, eso nadie lo duda. Las consecuencias prácticas de haber presentado la moción, las veremos el 28 de mayo.