Achopijo

Esqueletos

Yayo Delgado

Yayo Delgado

Botelleo en Los Esqueletos. Así resumíamos el plan para la noche, aquellos veranos en los que podíamos confundir qué día de la semana era, cuando íbamos a La Torre de escapada. Los Esqueletos era una zona de cierta decadencia romántica. La luna llena reflejaba sobre el Mediterráneo en el límite entre Las Mil Palmeras y La Torre, y se adentraba la luz de la noche de verano entre los entresijos de cemento desnudo de dos bloques que quedaron a medio construir en lo alto de un pequeño acantilado. Era un buen sitio para empezar la noche. Sin molestar demasiado, con el mar a tus pies y con el abrazo de aquellas dos moles esqueléticas, entre las que retumbaban los cánticos regionales.  

El esqueleto famoso de mi infancia, sin embargo, estaba en La Manga. El Casino. Aquello era un esqueleto con algo de carne, que ya vestía ladrillo. Durante toda una vida lo hemos visto allí, asomado a los atardeceres sobre la Isla del Barón, justo en el lugar por donde el sol entra sobre el castillete, en una estampa muy metafórica de La Manga, entre el paraíso y el atentado de construcciones sin criterio. Recuerdo recorrer sus plantas siendo un zagalico, buscando papeletas de Grimanga. El viento de lebeche hacía retumbar silbidos entre los ladrillos agujereados de las paredes y escaleras. Este año, parece, será demolido, por fin.  

Ahora los que tengo metidos en la retina son los que se cuelan en el skyline de Murcia. Siempre soñé con un tifo en Nueva Condomina, de aquellos de cartulinas, en los que se dibujara la silueta de la ciudad. Catedral, Torres Atalayas, Monteagudo, Torre Godoy… En el actual skyline aparecerían dos esqueletos monumentales que llevan años acompañando la identidad de Murcia. Dos esqueletos que con el paso del tiempo parecen gritar que ahí siguen, desnudos, subversivos, denunciando día a día otra época de sueños inacabados, o inabarcables. ¿No tenemos un plan? También los veo como gigantescos espacios libres, recipientes vacíos de un arte que podría darle la vuelta a su forma de estar en el mundo, sin que olvidemos los por qué. Land art urbano para superar la fealdad sin olvidar. De la misma forma que Kobra llenó de vida la fachada del Puertas de Castilla, esos esqueletos están pidiendo a gritos que les demos voz. ¿Alguna idea? ¿Cuáles han sido los esqueletos de tu vida? Vale.

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