Café con Moka

Si estuvieras aquí

Mónica López Abellán

Mónica López Abellán

Qué difícil y admirable poder poner palabras a una situación tan dolorosa». Ésta era una de las reflexiones a las había llegado, y verbalizado conmigo, el ‘Hombre del Renacimiento’ tras finalizar la novela Mortal y Rosa, de Francisco Umbral. Una especie de memorias, a modo de monólogos, en las que narra la tragedia, de la que dicen nunca se recuperó el periodista y ensayista madrileño, de perder a un hijo de seis años enfermo de leucemia. «Era una cosa atroz», recordando aquellos días de dolencia y padecimiento.

Yo, que no me siento ni siquiera capacitada para enfrentarme a esas páginas en estos momentos, siempre he pensado que es más fácil lograr la inspiración en el drama que en lo cómico y que, de este modo, Umbral habría conseguido su mejor obra, como asegura la crítica, a un coste demasiado alto.

El arte, la literatura y el cine están plagados de referencias y alusiones a historias personales, biografías muchas de ellas terribles y devastadoras. Y también, como ocurre con esta narración, de una belleza sobrecogedora. Y siempre, cuan admirable resulta ponerle palabras a ese dolor.

Desde las coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique, con esa tan real advertencia entre otros versos: «Ved que quan poco son las cosas tras que andamos y corremos que, en este mundo traidor, aún primero que muramos las perdemos»; a la maravillosa Elegía al amigo perdido de Miguel Hernández a Ramón Sijé: «Lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida».

Hace un tiempo también me sobrecogía con la obra de la escritora americana Joan Didion El año del pensamiento mágico en la que relata de forma completamente explícita la angustia de la muerte de su marido y la enfermedad y fallecimiento de su hija; así como la depresión en la que quedó sumida. No es para menos. Y aún así tuvo el valor de escribirlo.

Yo, que como todos, también tengo mis sombras, pienso ahora, cuando hace ocho años de la abrupta partida de mi padre, en todo aquello y no me salen más palabras que la nostalgia de Pink Floyd al recordar a Syd Barrett que dejó la banda demasiado joven (fruto de problemas mentales derivados del consumo de drogas) y decir aquello tan sencillo, pero tan bello y tan real de «How I wish you where here» (Cómo desearía que estuvieras aquí).

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