Pasado de rosca

Socios desleales

Una vez más, queda de manifiesto que es un grave problema que existan en el seno de la UE auténticos paraísos fiscales como los Países Bajos, Malta, Luxemburgo o Irlanda

Bernar Freiría

Bernar Freiría

Mucho se ha escrito y hablado sobre la fuga de Ferrovial a los Países Bajos. Desgraciadamente —como casi todo en este país— según la orientación política de quien habla o escribe, así serán el relato y la explicación de lo sucedido con la multinacional española. Y, sobre todo, cuál es la causa de que Ferrovial se haya convertido en una empresa a la fuga.

Para los unos, todo se debe al cambio de posición del Gobierno con relación a la patronal española. Según esta versión, el Gobierno de Pedro Sánchez ha empezado por atacar las posiciones de los empresarios aprobando medidas que los perjudican y manifestando en público sus críticas hacia los miembros más granados del empresariado patrio. Críticas que adquieren la dimensión de descalificaciones en la boca de los más entusiastas y radicales, véase la ministra Ione Belarra llamando «capitalista despiadado» al dueño de Mercadona, Juan Roig. La marcha de Ferrovial sería la respuesta lógica de quien no encuentra el mejor clima para desarrollar sus actividades.

Para los otros, la fuga de la multinacional obedece a la codicia de una empresa que con su radicación en los Países Bajos solo pretende ahorrarse impuestos, aunque disfrace su real motivación de búsqueda de mejores opciones para financiarse o incluso de un marco jurídico más seguro. Otro pretexto esgrimido, la mayor facilidad para poder cotizar en la bolsa neoyorquina desde Holanda, es falso, como lo prueba el hecho de que Telefónica, por ejemplo, ya lo hace sin necesidad de exilio holandés.

No es ninguna novedad que las grandes corporaciones buscan minimizar en sus cuentas el apartado de los impuestos y se las critica cuando obtienen unos beneficios desmedidos sin querer contribuir a la mejora de las condiciones de vida de la sociedad en la que los ganan al intentar eludir ese magnífico instrumento redistributivo que son los impuestos. En ese sentido se viene recalcando la necesidad de que los Gobiernos planten cara a las multinacionales para obligarlas a contribuir al mantenimiento del estado de bienestar de los países de donde obtienen su inmensa riqueza.

Si es esto lo que pretendió el Gobierno de Sánchez con las grandes corporaciones españolas, como Ferrovial, los grandes bancos y las empresas energéticas, el tiro puede estar saliéndole por la culata. Porque aspirando a recaudar más impuestos lo que consigue es recaudar menos, si las empresas a las que se pretende exigir una mayor carga impositiva acaban yéndose a tributar a otra parte en la que haya rebajas.

Una vez más, queda de manifiesto que es un grave problema que existan en el seno de la Unión Europea auténticos paraísos fiscales como los Países Bajos, Malta, Luxemburgo o Irlanda —donde se han radicado las estadounidenses Apple, Meta, Google, Intel y Pfizer, por ejemplo— que hacen una especie de dumping fiscal gracias al cual incrementan notablemente su recaudación de impuestos, si bien al caro precio para los ciudadanos del resto de países. Esta dinámica supone una competencia desleal por la que unos pocos países atraen a grandes empresas que dejan de tributar lo que deberían en los lugares donde obtienen sus ganancias. Se calcula que España, por ejemplo, pierde unos 4.000 millones de euros anuales por esa piratería fiscal.

Mientras nos perdemos en discutir si la causa de la salida de Ferrovial es el maltrato o la impericia de Sánchez o lo es la falta de patriotismo de su dirigente, Rafael del Pino, o su codicia, nos estamos desviando del verdadero problema que no es otro que desde Bruselas se acometa de una vez por todas una armonización fiscal en el seno de la UE, para que el incentivo de cualquier gran empresa para radicarse en uno u otro lugar no sea la competencia desleal de un reducido grupo de países que reduciendo impuestos recaudan muchísimo más porque todos los grandes, como Ferrovial, buscan pagar menos. Si de verdad aspiramos a crear un espacio común en Europa y a que las economías de todos sus componentes funcionen en escala, entonces es imprescindible que la fiscalidad sea homogénea en todo el territorio UE. Eso resolvería mucho más que tildar de poco patriota o desagradecido a Rafael del Pino o de torpe e inepto a Pedro Sánchez. Aunque lo sean.

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