El retrovisor

¡Música, maestro!

Miguel López Guzmán

El piar de los pájaros al amanecer anuncia la buena nueva, la llegada de la primavera está a tiro de piedra y se palpa en el ambiente. Los poetas afilan sus lapiceros, inquietos ante la llegada de la estación vernácula, ajenos a los tiempos y prestos a cantar a la estación de la vida. Cuando ya se tienen más recuerdos que esperanzas, se goza más el acumulado tesoro de la primavera y uno se ilusiona con su llegada pese a una larga experiencia primaveral; un doctorado de tierra caldeada, de jazmín mojado… El que tiene ya muchas primaveras cursadas no se equivoca. Sabe sin almanaque, al volver una esquina, que ‘ya está aquí’, aunque los novicios de quince o dieciséis años confundan su juventud con la primavera sin percatarse de que todo es lo mismo aunque se atribuyan sus glorias y prestigios en enamoramientos sin fin.

Si gorriones y caverneras hacen con su piar de heraldos de una primavera que ya llega en la naturaleza, los humanos corazones hacen lo propio en ensayos musicales que darán su do de pecho en las ansiadas procesiones, en los días de una Semana Santa que camina de la mano de la esperada estación.

El eco del monte acerca músicas de trompetas, tambores y fanfarrias, como prueba fiable de la llegada de un tiempo nuevo que sabrá decir adiós a abrigos y bufandas.

Las bandas de música adquieren protagonismo, los desfiles pasionales o profanos abrirán con solemne marcialidad sus cortejos a toque de tambor, de trompetas sin sordina, con la bizarría del paso cuartelero. Es tiempo de homenajear a las bandas de música, las de hoy y las de ayer, las que marcando el paso pregonan a los cuatro vientos el desfile de los cortejos, poniendo notas de perdón o de alegría en los luminosos días con los que Murcia festeja la primavera.

Habrá que recordar aquellas bandas de cornetas y tambores de la Cruz Roja, que calzando blancas polainas y vistiendo manoplas, ponían ritmo y servían de heraldos de las procesiones del ayer, tan solo precedidos por vendedores de globos, de cocos y nubes de azúcar. Allí volverá a estar aunque sea en la memoria la voz de don Elías Ros que extasiado anunciaba por las ondas: ¡Ya se oyen los tambores, ya se escuchan las cornetas, ya viene la procesión…!

Bandas de la desaparecida Policía Armada, de la Policía Municipal, de los romanos de Lorca, de la Infantería de Marina o de los paracaidistas, de la Agrupación Musical de Guadalupe y tantas otras de antaño y de hoy sacan ya brillo al metal de los instrumentos que inundarán con su música las calles de las ciudades de la Región, de una Murcia ansiosa por ver desfilar una vez más las joyas que creara Francisco Salzillo. Banda de la Diputación Provincial interpretando solemnes piezas tras los tronos que narran la Pasión de Cristo, de alegres composiciones que rompen con el bullicio en los días de flores, luz y sonrisas de la desaparecida Batalla de las Flores, acompañantes eternos de nuestra Virgen de la Fuensanta en su ir y venir desde su Santuario.

La primavera está a la vuelta de la esquina, aflora la ilusión ante la estación radiante y la música pone el ritmo a los días de penitencia, a los festejos con aromas de flores y huertas en esta tierra nuestra.

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