Derecho a discrepar

La bien pagá

Laura Pérez Botella

Bien pagá, Si tu eres la bien pagá, Porque tus besos compré. Y a mí te supiste dar, por un puñao de parné. Bien pagá, bien pagá. Bien pagá fuiste mujé.

Soy de una familia normal, pero en la que siempre, y digo siempre, se nos educó en la igualdad, y donde la mujer ni era más ni menos que el hombre, ni el hombre ni más ni menos que la mujer.

Mi abuela materna, nacida en 1917, quiso estudiar, y su padre le exigió, primero, que supiera bordar, cocinar, llevar una casa… pues entonces lo normal era que una mujer se casara y fuese ama de casa. Ella cumplió su parte, y su padre la suya, y estudió magisterio. Sólo ejerció durante la guerra.

Acabada la guerra se casó, y tuvo cinco hijas, y tanto ella como su marido, mi abuelo, educaron a sus cinco hijas en el convencimiento de que una mujer no necesita del concurso de un hombre para vivir, por lo que debían todas estudiar, y a todas les procuraron y pagaron estudios (dos químicas, dos catedrádicas de griego, y una ingeniera técnico industrial, y cuatro de ellas además magisterio).

Luego, tres de ellas se casaron, y sólo una decidió dejar de ejercer su profesión para dedicarse a la familia, y lo decidió libremente, convencida de dicha decisión, dejando la docencia y la investigación.

Mi madre, que siempre ha trabajado como profesora de griego, además estudió, luego, ya casada y con tres hijos, Derecho, con el pleno apoyo de mi padre, además de haber cursado, al igual que dos de sus hermanas, Música, en el instrumento de piano.

Y mis padres, ambos, nos educaron a sus hijos en la igualdad, y en que uno (al margen del sexo que tenga), ha de ser independiente y valerse por sí mismo, y a la persona se la ha de valorar en función de sus capacidades, de nada más.

Yo estudié Derecho, y empecé a ejercer, y desde el principio me he dedicado al Derecho Militar, y sólo yo sé lo que era hace casi treinta años presentarse en un cuartel militar a defender a un soldado, siendo mujer, civil, y abogada.

Entonces no habían asociaciones de mujeres, las mujeres que queríamos nos sabíamos defender solas, como sola se defendió mi abuela, y como sola protestó y montó en cólera mi madre cuando al ir al banco en 1969 a abrirse una cuenta para cobrar su nómina de profesora le exigían la firma y la autorización de su marido (así lo establecía el Código Civil hasta 1981).

Tampoco necesité ni una ley especial ni ninguna asociación para, tras una ruptura sentimental, ser madre. Ni necesité que me lo pagara ‘papá’ Estado. Decidí que quería ser madre y me inseminé, dos veces, y tengo dos hijas maravillosas a las que educo igual que hicieron conmigo, en la igualdad, y en que a una persona se la ha de valorar según sus méritos y capacidad, así que ahora, a mis casi 53 años, admito pocas lecciones de feminismo.

Ahora algunas ‘adalides’ del feminismo se envuelven en la bandera morada y se erigen en únicas defensoras de los derechos de las mujeres, haciendo discursos grandilocuentes y saliendo en manifestación.

Pero curiosamente, sólo salen aquéllas que pertenecen a asociaciones perciben subvenciones. Y entonces me pregunto: ¿si no hubieran subvenciones saldrían tanto? ¿harían tanto manifiesto y protesta? Que pretenda erigirse en defensora de mis derechos alguien que es una bien pagá, me indigna y me subleva. O que pretendan erigirse en defensoras de mis derechos asociaciones que previamente, para salir a protestar, ponen el cazo a ver qué pillan de los impuestos que yo pago, pues me juego la mano derecha a que sin dinero no saldrían ni la décima parte de las que salen.

Pero, sobre todo, que pretendan vendernos que ser feminista (entendiendo dicho término como aquellas personas que defendemos que el hombre y la mujer son iguales y sólo han de ser medidos por su mérito y capacidad) es sólo de progres es que no conocen a las personas, aquellas que día a día educan en la igualdad y el respeto.

Y no transijo con el hecho de que nos traten como seres inferiores, cuando aprueban leyes (afirmando que es discriminación positiva) por las que te exigen menos méritos y capacidad por ser mujer (por ejemplo, para entrar en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, como si los delincuentes corrieran más despacio porque les persigue una mujer Policía).

Si lo que quieren es vivir del cuento, que lo digan, pero, por favor, que no lo hagan con mis impuestos, porque yo trabajo y los pago cumplidamente, pero no para esas sandeces y para esas vividoras.

Pero, además, que con las leyes que han promulgado me digan que lo hacen para protegerme, para defender mis derechos, para que las mujeres seamos iguales que los hombres es no sólo una tomadura de pelo sino una broma de muy mal gusto. Y me explico:

1. Zapatero, allá por 2007, modificó la Ley de Familias Numerosas y estableció que las familias monoparentales con dos hijos tenían la consideración de familia numerosa, pero sólo si esa monoparentalidad era derivada de que uno de los progenitores hubiese fallecido. Es decir, si se es monoparental por inseminación, como yo, donde el otro progenitor no existe, no por fallecimiento, sino porque nunca ha existido, no eres familia numerosa (se ve que los hijos fruto de la inseminación comen y gastan menos).

2. El mismo Zapatero, en los las Leyes de los Presupuestos Generales del Estado para el año 2008 y 2009, acordó que serían familia numerosa las familias monoparentales con dos hijos a cargo, y que lo haría en el plazo máximo de un mes. Quince años después todavía estamos esperando a que el Gobierno tenga un hueco y lo haga.

3. Rajoy, en 2015, modificó la Ley de la Seguridad Social y Clases Pasivas, y estableció un complemento de pensión para las mujeres que se jubilaran, en compensación a su dedicación a los hijos, que consistía en un porcentaje sobre su pensión que iba del 5 al 15 por ciento en función de los hijos que hubiese tenido. Por ejemplo, una mujer que se jubilaba con una pensión de 1000 euros al mes, y que había tenido tres hijos, recibía un complemento de 100 euros mensuales. El Tribunal Europeo estableció que dicha norma vulneraba el derecho de los hombres, así que Irene Montero la ha modificado, y ahora, además de seguir vulnerando los derechos de los hombres, ha establecido que el complemento sea de 27 euros al mes. Es decir, da igual el numero de hijos que hayas tenido, ni la pensión que cobres, que lo que vas a recibir son 27 euros al mes. Gracias, señora Montero.

4. El Código Civil establecía que, en los casos de separación, divorcio, y medidas paternofiliales de hijos no matrimoniales, cuando la custodia se atribuía a uno de los progenitores (normalmente la madre), el uso de la vivienda se daba a los hijos mientras éstos fuesen económicamente dependientes de sus progenitores. Irene Montero, presta a defender a las mujeres y a sus hijos, lo ha modificado, y ahora, cuando el hijo cumple la mayoría de edad deja de tener derecho al uso de la vivienda. Gracias, señora Montero.

5. Hasta ahora, para optar a una plaza de cualquier Cuerpo y Fuerza de Seguridad del Estado, la única diferencia entre las pruebas para hombres y mujeres estaba en las físicas. Pero como este Gobierno ‘progresista’ que tenemos sabe que las mujeres somos más tontas y menos capaces, ha decidido que hay que reservar un 30% de plazas para las mujeres, y aprobarán la oposición no por sus conocimientos ni su capacidad, sino por ser mujeres.

6. El Código Penal de Zapatero establecía de forma clara qué era una agresión sexual (violación), qué eran unos abusos sexuales (tocamientos), qué era consentimiento válido y qué no, y una serie de penas para esos delitos (sólo hay que leer el BOE). Ahora todo es agresión, pero con penas mucho más bajas para las agresiones, y en realidad no ha desaparecido el abuso, pues se contempla, sin nombrarlo expresamente, y con penas más bajas. Claro, es ley más favorable para los agresores, y todos han pedido su aplicación, porque son delincuentes, no tontos.

7. Ahora el Gobierno quiere una ley que obligue a las empresas a tener la mitad de su consejo de Administración formado por mujeres. No por personas válidas, sino por mujeres, porque lo importante es que sean mujeres, no que sean las personas idóneas para el puesto. Sólo le pido al Gobierno que tenga cuidado, porque a lo mejor a los hombres se les ocurre impugnar las oposiciones a magisterio, a enseñanzas medias, a médicos residentes, a matronas, a enfermería, a judicatura, a letrados de la Administración de Justicia, etc., porque no se respeta la paridad, y hay más mujeres que hombres, y solicitan que se les reserve el 50% de las plazas.

Y podría seguir, pero para qué, si soy tonta y valgo menos (soy minusválida), y por eso necesito que ‘mamá Montero y tita Pam’ me defiendan, y hagan leyes que me recuerden constantemente que sin ser tratada diferente, y sobreprotegida, no puedo hacer nada en la vida.

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