El castillete

Yolanda en Murcia

Yolanda Díaz presenta 'Sumar' en Murcia

Yolanda Díaz presenta 'Sumar' en Murcia / Juan Carlos Caval

José Haro Hernández

José Haro Hernández

Cuando el pasado sábado 25 de febrero accedí a la Plaza de la Merced de la capital murciana, mi sorpresa fue mayúscula: cuarenta y cinco minutos antes de que tuviera lugar el acto en el Paraninfo universitario en el que hablarían Yolanda Díaz y representantes de colectivos sociales, una enorme cola ciudadana se extendía a lo largo de centenares de metros. Cuando llegó la hora prevista para el inicio de las intervenciones públicas, unas mil personas tuvimos que quedarnos en la puerta sin poder acceder a un local cuyo aforo estaba completo. Pareciera como si estuviéramos en otro tiempo y lugar. Quienes allí nos concentramos no nos explicábamos como en la Murcia de la pospandemia, aquélla en la que la derecha mantiene y refuerza una hegemonía indiscutida y donde la izquierda anda a la greña y desmotivada, la presencia de una persona con asiento en el Consejo de Ministros tuviera tal capacidad de convocatoria, sin que medien autocares traídos, lista en mano, de territorios limítrofes.

Y es que en el conjunto del país la figura de la vicepresidenta segunda suscrita un consenso social relevante, que comprende a una parte del electorado socialista. Entiendo que ello se debe a tres razones. Primero, a un carácter afable que prima el diálogo en la búsqueda de acuerdos, como los suscritos con todos los agentes sociales durante la pandemia. Segundo, a la acreditada capacidad de gestionar un Ministerio de Trabajo con logros indudables, como los ERTES, la reforma laboral o el salario mínimo, esquivando la tradicional subordinación a un Ministerio de Economía siempre más cicatero y liberal (sobre todo con Nadia Calviño) de lo que exige la implementación de un guion compatible con el siglo XXI en lo tocante al mundo del trabajo. Y tercero, a la coherencia en la defensa de posiciones que en alguna ocasión la han llevado a enfrentarse con el ala socialista del Gobierno.

Como cuando ahora insiste en que la ley permite intervenir los precios desbocados de los alimentos y los intereses de las hipotecas. No obstante, procura no visualizar una confrontación agria con Sánchez, en la convicción de que hay que mantener viva la coalición hasta el fin de la legislatura.

En mi opinión, para que el proyecto de Yolanda y su equipo llegue a buen puerto y pueda concurrir a las elecciones generales con posibilidades de éxito, creo que habría que trabajar en tres direcciones. En primer lugar, sería conveniente hacer un esfuerzo importante para que la alianza social y política que pretende ser Sumar concurra a las inminentes elecciones autonómicas y municipales. Y ello porque entiendo que el asalto (en el sentido democrático y electoral del término, por supuesto) al Parlamento precisa de una base de apoyo que se residencia en las autonomías y municipios más importantes. Es complicado pretender una buena representación parlamentaria desde la debilidad en las instituciones básicas, aquéllas que más cerca están de la ciudadanía. Comunidades Autónomas y Ayuntamientos son la primera trinchera (perdón por la terminología militar) a conquistar que abre paso al núcleo del poder estatal (suponiendo que éste se encuentre en el Congreso de los Diputados, lo cual es discutible en términos fácticos).

Esta reflexión me conduce a la segunda de las cuestiones, a saber, la necesidad de articular desde ya, y de cara a mayo (no a noviembre) una alianza sólida entre todos los partidos y colectivos situados a la izquierda. Hay que encontrar una solución que se sitúe a caballo entre la idea de una suerte de Frente Cívico (al modo de Anguita) electoral en el que los partidos estarían diluidos (la idea original de Sumar) y la de coalición convencional entre organizaciones políticas que plantea Podemos. Estoy convencido de que existen fórmulas que permiten una síntesis entre ambas propuestas. Siempre y cuando se le eche imaginación al asunto y haya voluntad política de encontrarlas.

El tercero de los aspectos hace referencia a la situación conflictiva que se está dando en el seno de la coalición gubernamental, donde la asunción (e imposición) por parte del PSOE de determinadas políticas generan una creciente incomodidad en Unidas Podemos, que no obstante ha hecho de su permanencia en el Ejecutivo hasta el final de la legislatura casi el sentido de su existencia, lo cual, a mi juicio, es un error. Por una sencilla razón: cuando la política estatal, por acción u omisión, es predominantemente de carácter reaccionario (creciente implicación militar en la guerra, negativa a modificar el coste del despido, desnaturalización de leyes feministas, rechazo a la intervención de precios alimentarios e hipotecas, elusión del gravísimo problema de la vivienda, amparo a la impunidad delictiva de la monarquía, traición al Sahara…), Yolanda y sus compañeras y compañeros quizá deban replantearse su relación con el socio y posiblemente rebajarla un escalón, hasta el nivel parlamentario, a fin de evitar aparecer como cómplice (desde el Consejo de Ministros) de cosas poco presentables. Ello sin menoscabo de erigir un muro en el Congreso que haga perder a la derecha toda esperanza de tomar el poder, ahora y después de las elecciones: nos jugamos los servicios públicos y la propia democracia.

En todo caso, lo de Murcia el otro día fue un chute de ilusión para una izquierda que necesita de esa esperanza para reconstruirse y ganar.

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