De vuelta

¡Mentid, mentid, benditos!

Santiago Delgado

Santiago Delgado

Ya conocen todos la fuente de inspiración del título de aquesta prosa. Y como no quiero pasar por el cinéfilo que no soy, excuso pormenor en la cita. Extienda el asunto quien aspire a la excelencia como lector cómplice. Fin del introito.

Pues sí, ésa es la consigna del sanchismo imperante (ojalá no pudiera confundirse con socialismo), para todo militante o votante del partido que digo. Mentid, mentid, porque la mentira, si es por la causa, es un valor superior a la verdad. Y no hay más verdad que el cargo y sueldazo que tenéis. O vais a tener. Así las cosas, va el tito Berni y dice: «Ah, aquellas chicas… creí que eran amigas». Con toda su cara de cincuentón barrigudo y putero. O: «No estoy expulsado del partido, sólo suspendido de militancia», cuando el sanchido, que diga el partido, está excusándose de culpas alegando que Berni ya no está con ellos y que por eso la corrupción no va con el partido hegemónico en el Gobierno Frankenstein.

Igual que las belarras y monteros, que achacan todo lo referido a la suelta de violadores y aminoración de las penas correspondientes al machismo de jueces, mintiendo a sabiendas, y no defendiendo otra cosa que su manera de entender el comunismo: igualdad para ti, ciudadano, y para mí sueldazo y sinecura de por vida. Mi ley es perfecta. Los jueces la boicotean. Tenéis que vivir en la pobreza, dentro del standart cubano, para que yo viva de modelitos, de pagazas y casoplones. No te olvides de ser muy comunista. Nosotras velamos porque puedas seguir siéndolo siempre, y no te olvides de seguir pagando nuestras meganóminas. La mentira al servicio de los benditos por Su Sanchidad. El resto somos los malditos que habitan las tinieblas extra sanchismo.

Hubo un italiano, llamado Gramsci, que propugnó la batalla cultural de fondo contra el sistema capitalista. Argüía que hay que extirpar de la mente premarxista toda idea anterior a la revolución. Y que ésa, la revolucionaria, era la única verdad aceptable. Las élites españolas de la revolución actual ya han cambiado la verdad de siempre por la mentira de hoy. Mentira que, según la verdad que subvierta será un valor superior.

Pero, ojo, lo importante es preservar al mentiroso en el bienestar del sueldazo público. Sólo miente la derecha, por definición. Desde aquel «si quiere, se lo repito veinte veces: no pactaré con Bildu» de Sánchez, hasta las burdas falsedades del Barni éste, todo un rosario de mentiras ha florecido en los escaños de la izquierda.

Lo diré en latín, para mejor entendimiento: Delenda est veritas, vivere mendacium.

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