Una nueva edición de Carmen Conde ha dado a conocer uno de sus libros más valorados, Honda memoria de mí, que Lastura Ediciones acaba de publicar en Antequera con la colaboración del Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver de Cartagena. La nueva publicación ha estado al cuidado del investigador Fran Garcerá, que da cuenta, en el estudio preliminar, de las circunstancias un tanto dramáticas en que este libro se escribió. En realidad, Honda memoria de mí es un extenso poema que fue publicado por primera vez, en 1946, en una preciosa edición ‘de lujo’, ilustrada con dibujos de Pedro de Valencia y Eduardo Vicente, por la escritora Josefina Romo Arregui. De esta lujosa publicación con anotaciones manuscritas de Carmen, de acuerdo con el ejemplar que se conserva en el Patronato, también se ha realizado una paralela edición facsimilar.
Honda memoria de mí fue el primer libro de poemas que Carmen Conde escribió tras la Guerra de España, cuando se hallaba refugiada en Madrid. Al terminar la contienda, tanto Carmen como su amiga Amanda Junquera parten de Valencia y se trasladan a Madrid donde se refugian en casa de la familia de Amanda, antes de pasar a ocupar el piso primero de la casa de Vicente Aleixandre en Velintonia, 5, cuando se vayan allí a vivir Amanda y su esposo, el catedrático Cayetano Alcázar Molina. Carmen permanece escondida allí los primeros años de la posguerra por temor a las represalias que le amenazaban en Cartagena y en Murcia. Está enclaustrada y escribe intensamente. En la primavera de 1940 se trasladaron a El Escorial, y allí, en una vida retirada y campesina, Carmen comienza a reorganizar su trabajo. Honda memoria de mí, su primer producto de su reincorporación a la escritura poética, lo escribe en esos meses en la sierra y lo finaliza en enero de 1942. Lo fecha en Castilla.
El extenso poema conocerá esa primera edición de 1946 y en 1947 lo incorpora a la edición de otro de sus primeros libros de la posguerra: Sea la luz. Organiza el nuevo libro en dos cantos junto a ese extenso poema, Honda memoria de mí, dividido en numerosas estancias independientes. Si en el canto primero asistimos al momento de la muerte y a la morbosa y detenida descripción casi medieval de los estragos que la macabra e inexorable hará sobre el cuerpo humano, antes lleno de vida y hoy convertido en corrupta putrefacción, en el segundo canto plantea el acceso al más allá esperado y deseado, la visión de Dios y la aceptación del destino ansiado, tras haber transitado el alma por una serie de espacios hasta llegar Ante Dios.
La tercera parte está dedicada a la honda memoria de sí misma, para cocluir un conjunto en el que de nuevo la autora se plantea su eterno destino partiendo de lo más material —el cuerpo— para llegar a la reflexión del objetivo final del alma y, por último, la tercera vida, la del recuerdo, la de la memoria. Cuerpo, alma y memoria revelados en una angustiosa y apasionada indagación ascensional y ascética.
Lo más valioso de esta nueva edición es que ha incorporado las anotaciones a cada una de las estancias del poema Honda memoria de mí, que Carmen anotó a mano en uno de los ejemplares de lujo que se conserva en el Patronato. Aunque la autora considera que los poemas se explican por sí mismos, sí se siente obligada a sugerirle a su posible lector algunas claves sobre cada una de las estancias del poemario. Y ahí se produce lo más interesante de este proceso. Porque Carmen detalla las sensaciones que han surgido en su espíritu cuando unos años antes ha escrito estos poemas, en los que la memoria de sí misma es la base y la razón.
Honda memoria de mí constituye una valiosa representación de la escritura de Carmen en esos primeros años de posguerra. Vehemente y agresiva, firme en su voluntad, se recrea la escritora en la vitalidad de las imágenes y las representaciones de la naturaleza, siempre con la imagen suya de Dios muy personal, en esta visión de lo creado. Pero son los recuerdos, la memoria, los que protagonizan esta especie de autobiografía poética escrita en un momento crucial. Y también los olvidos, que dramatizan los impulsos de cada una de las estancias del poema. En las anotaciones, Carmen refuerza argumentos y atribuye a la poesía total capacidad para reflejar el mundo interior, la ilusión, el ansia de perfección y de purificación, la vitalidad y la ansiedad de ser ella misma. Así afirma su propia personalidad y su voluntad de permanecer alerta, porque, como proclama contundente, «la poesía da un poder de inteligencia sensible».