Verderías

Retos en Medio Natural

Herminio Picazo

Herminio Picazo

Quizás es que justo ahora estoy particularmente motivado porque salgo de una estupenda charla sobre el tema de esta misma columna que ha pronunciado Fernando Valladares en la Fundación Mediterráneo, pero el caso es que cada vez estoy más híperconvencido de que la conservación de la naturaleza no es un tópico lujoso propio de sociedades desarrolladas, ni un capricho científico, ni (sólo) una necesidad ética o estética contemporánea.

Muy al contrario, la conservación y la gestión sostenible del medio natural es una obligación ineludible sin la que el desarrollo no será desarrollo sino una cuesta abajo suicida hacia el completo desastre, por decirlo sin exagerar casi.

Para pilotar estos temas, el Gobierno regional acaba de nombrar como nueva directora general a Mari Cruz Ferreira, una profesional muy competente a la que hay que desearle, para bien de todos, la mejor de las fortunas y los mayores éxitos en una gestión que no es sencilla pero que, sin duda, puede ser apasionante. Desde ya, mucha suerte, buen trabajo y mucho compromiso.

Porque en el millón y pico de hectáreas de nuestra región aún tenemos la fortuna de contar con espacios y especies para dar y regalar. Con zonas húmedas, bosques autóctonos con buen matorral mediterráneo, áreas estepáricas (tan desconocidas, tan interesantes), zonas de litoral bien conservado (aunque no sabemos por cuánto tiempo), algunas riberas de ríos en buen estado (tan poco frecuentes), interesantes variedades de plantas cultivadas o de ganado autóctono, endemismos, hábitats y paisajes de primer orden a la escala europea, y en general unos ecosistemas para los que merece la pena aplicar todos nuestros esfuerzos.

Los retos a los que se enfrenta la gestión del medio natural en este primer cuarto del siglo XXI no son pocos ni, desde luego, aburridos.

Desde el impulso de las políticas de gestión de los espacios naturales y la biodiversidad, a los necesarios contrapesos desde la óptica ambiental de los procesos de ocupación del suelo, pasando por la mejora ineludible de los propios medios con los que cuenta para su importante cometido la administración del medio natural.

Otros muchos aspectos protagonizarán el inmediato futuro, como la situación del Mar Menor, la aprobación, ya urgente, de la planificación de todas las áreas protegidas, el impulso a las estrategias de biodiversidad, forestal y de educación ambiental, los planes de conservación de las especie protegidas, la restauración forestal y ambiental de áreas degradadas, las políticas de caza y pesca, la prevención de incendios, la gestión forestal sostenible, la recuperación de las vías pecuarias, las políticas de adaptación y mitigación del cambio climático relacionadas con el medio natural, la mejora de las relaciones entre las políticas de conservación y el mundo rural o la agilización de los procedimientos cuando los proyectos deban contar con informes de la administración de medio ambiente.

En paralelo con los retos, las oportunidades también son muy amplias. Pero para eso me reservo alguna otra columna, porque ésta ha agotado ya su espacio.

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