Tiempo y vida

Danza y ritual en el arte rupestre del Barranco de Los Grajos

Danza y ritual en el arte rupestre del Barranco de Los Grajos

Danza y ritual en el arte rupestre del Barranco de Los Grajos

Miguel Ángel Mateo Saura. Doctor en Prehistoria

Algunas imágenes del arte rupestre levantino están relacionadas con la danza. En ocasiones son varios hombres, caracterizados como arqueros y dispuestos en fila, los que parecen moverse al ritmo de un mismo compás, y otras veces son mujeres las que muestran unos ademanes que sugieren cierto dinamismo. Pero si hay una escena que ejemplifica lo que es una danza en el arte levantino es la representada en el abrigo del Barranco de los Grajos I de Cieza.

Ya desde las publicaciones de Antonio Beltrán Martínez a finales de la década de 1960, el elevado número de personajes involucrados en el panel, la gestualidad que expresan y la participación conjunta de hombres y mujeres, a los que se suman algunos animales, despiertan el interés entre los investigadores.

Unos y otras se disponen en fila, ellos con uno de sus brazos extendido hacia el hombro del compañero, mientras que ellas, en actitudes más dinámicas, presentan cuerpos contorsionados y brazos flexionados arriba y abajo, agitados en gestos propios de un baile bien estructurado. Les acompañan diez figuras de animales, uno de ellos identificable como ciervo dada su ramificada cornamenta. Los otros ejemplares, de líneas bastante torpes, podrían pertenecer a la misma especie dada la similitud en la forma de la cabeza con la de aquel.

A lo largo del tiempo, las interpretaciones que se han hecho de este grupo de figuras han sido variadas. La primera fue la del profesor Beltrán, que hablaba de una danza ejecutada sobre todo por mujeres, con un papel secundario de los hombres, y la participación activa de los animales, ya que la danza estaría relacionada con ellos y con la idea de fecundidad. Desde entonces, otras propuestas han hablado de desfiles procesionales a favor de una supuesta divinidad, de bailes ejecutados en honor a uno de los personajes que enseña el pene erecto o, también, de algún tipo de ritual totémico.

Hace unos años planteamos otra posibilidad muy distinta a las sugeridas hasta ese momento. La similitud advertida, más en lo conceptual que en lo formal, entre esta escena y la pintada en el abrigo de Muriecho (Huesca) en la que, como aquí, participa un elevado número de personas, hasta 39, nos llevó a pensar que lo representado en Los Grajos era, como se había planteado allí, un ritual relacionado con la captura de un ciervo vivo. En ambas, la parte central del panel está ocupada por un reducido grupo de individuos que acorralan y acosan directamente al animal, mientras que el resto de participantes en el rito, distribuidos en grupos menores, realizan una actividad diferente en cada caso pero siempre vinculada a esa acción principal de hostigamiento. En el caso de Los Grajos contamos, además, con una segunda composición, pintada en otra pared de la cavidad, que repite el mismo tema principal y quizás refuerza esta lectura. En ella, son dos mujeres las que, lanzadas a la carrera con los brazos levantados, persiguen a un cuadrúpedo.

Danza y ritual en el arte rupestre del Barranco de Los Grajos

Danza y ritual en el arte rupestre del Barranco de Los Grajos

La etnografía nos cuenta que la captura de un animal vivo es una técnica empleada por algunas sociedades como forma de control de la propia caza y garantía de la conservación de las especies. En ocasiones, estas actividades se adornan con un rico ceremonial que busca mantener un equilibrio con la naturaleza y el respeto de ciertos tabúes, como los de evitar las capturas sin sentido o el derramamiento inútil de la sangre de los animales, que a veces están revestidos de cierta sacralidad.

Aunque no tan populosas como las escenas de Los Grajos y Muriecho, tenemos otros ejemplos en el arte levantino. Recopiladas por Pilar Utrilla, investigadora de la Universidad de Zaragoza que ha trabajado sobre el tema, este tipo de representaciones se reparten por todo el territorio afectado por este estilo, desde Albarracín (conjuntos de los Chaparros, Garroso, Cañada de Marco o Val del Charco), Alpera (Cueva de la Vieja), Nerpio (Solana de las Covachas) hasta Santiago-Pontones (Cueva del Engarbo).

Más reciente ha sido la interpretación planteada por Joaquín Salmerón Juan, director del Servicio de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Cieza, y su equipo de trabajo. Para ellos, dos parejas hombre-mujer situadas en el extremo derecho del panel principal reflejarían sendos encuentros sexuales de manera explícita. Ello les lleva a pensar que toda la escena protagonizada por la casi treintena de personajes estaría relacionada con esa actividad sexual, quizás en un nexo de unión con la fertilidad.

Más allá de las interpretaciones que podamos hacer de este tipo de imágenes, sobre las que nunca tendremos certeza absoluta, lo que en todo caso evidencia la pintada en el Barranco de los Grajos es que la danza era parte importante de los modos de vida en la sociedad levantina.

Otra cuestión será valorar si estas danzas eran un simple pasatiempo, de carácter más o menos lúdico o si, como pensamos nosotros, están íntimamente asociadas a su mundo espiritual, acaso religioso.

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