Desde mi picoesquina

Retirada: homenaje pendiente

Retirada: homenaje pendiente.

Retirada: homenaje pendiente. / Leonard Beard

Diego Jiménez

Diego Jiménez

Teníamos 8 y 9 años. Estábamos tranquilamente en clase cuando varios de nuestros compañeros gritaron: «¡Mirad, mirad a toda esa gente bajando!». En ese momento, con la nariz pegada a la ventana, vimos a cientos de personas que llegaban de la montaña hasta la entrada del pueblo [Céret, en el Rosellón francés]. Fue a finales de enero de 1939. Las tropas senegalesas formaron una barrera para intentar controlar esa avalancha humana.

Al terminar la clase, las autoridades nos obligaron a quedarnos en el colegio […]. Cabe decir que durante dos o tres días la oleada era continua. Durante tres meses no tuvimos clases porque los profesores se encargaron de repartir algo de comer a los niños refugiados […]. Éramos pobres, pero hicimos lo que pudimos. Un día, los refugiados llevaron a mi casa dos heridos bastante maltrechos y pidieron a mis padres si no les importaba acogerlos. Uno había recibido una bala en la rodilla y el otro tenía una en el pulmón. Los escondimos y curamos durante tres días hasta que la Cruz Roja vino a buscarlos.

El hombre herido en la rodilla volvió tres años después para, amablemente, agradecernos el haberle salvado la vida. Su compañero, por desgracia, murió en el hospital […]. Aquel exilio tuvo que ser terrible para aquella gente […]. Hoy, ya estamos viejos y quedan muy pocas personas de nuestra generación. Sin embargo, no hay que olvidar lo sucedido, por eso damos testimonio».

Quienes así se expresan son Joseph Ribes y Joseph Duniach, con 90 y 91 años respectivamente, que vieron llegar a su pueblo a cientos de exiliados republicanos exiliados en enero de 1939 y que han plasmado sus vivencias en un libro, Les couleurs de la liberté (Los colores de la libertad), traducido al español por la editorial Blume con el título Memoria de la retirada. 1939. Éxodo y exilio, Barcelona, 2022.

El libro, en su edición francesa, es de autoría colectiva. Guiados por el fotoperiodista Miquel Dewever-Plana y con la colaboración de las profesoras Marie Sola, Rose Marie Faury y Maxime Escriba, el alumnado del instituto Deódat de Séveret, de la localidad de Céret (Pirineos Orientales franceses) tuvo el privilegio de conocer y estudiar las peripecias de los testigos de aquellos refugiados. Grabaron sus testimonios y, mediante un enfoque fotográfico documental contemporáneo, nos aportan aspectos de la vida de esos ancianos.

Cronología de un exilio dramático. La Batalla del Ebro (julio-noviembre de 1938) significó el principio del fin de la Guerra Civil española y de la II República. Tras el primer éxito inicial de la ofensiva republicana, las tropas franquistas logran neutralizarla, con un saldo de miles de víctimas por ambas partes, e inician a finales de ese año 1938 una ofensiva por el río Segre. Barcelona cayó el 26 de enero de 1939 y una semana más tarde los franquistas se encontraban a pocos kilómetros de una frontera atestada de personas refugiadas camino del exilio. El Gobierno de Daladier, sorprendido por esa avalancha humana, se mostró reticente a la recepción de esa marea de personas que colapsaron los pasos fronterizos; no obstante, el 28 de enero permitió el paso del personal civil y el 5 de febrero, de los combatientes republicanos.

Se calcula que hasta medio millón de personas, entre las que se encontraban miles de las zonas del norte de España (Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y Asturias) que habían caído ya en manos de los franquistas y que, desde Francia habían regresado a Cataluña para seguir luchando contra el fascismo, atravesaron los pasos fronterizos de Le Perthus, Cerbère, Prat-de-Mollo la Preste… hecho que se ha venido en denominar La Retirada, y fueron a parar a improvisados campos de refugiados, rodeados de alambradas, al aire libre, sin barracones para resguardarse del frio, y bajo la estricta vigilancia de soldados franceses y senegaleses, que procedieron a desarmar a los excombatientes republicanos.

Las duras condiciones del invierno y las estrictas medidas aplicadas, impropias de un país en el que, hasta hacía poco, había gobernado, como en España, una coalición de izquierdas, el Frente Popular, empeoraron aquel tremendo drama humano en los campos en que esas desgraciadas personas fueron acogidas: Argelès-sur-Mer, Saint-Cyprien, Le Barcarès… Tifus, disentería y la sarna fueron enfermedades comunes.

Por ello, muchos optaron por alistarse en la Legión Extranjera o en las Compañías de Trabajadores Extranjeros, tomando parte en la II Guerra Mundial.

Cuando Francia fue ocupada por los nazis, en 1940, y bajo el Gobierno colaboracionista de Vichy, muchos de aquellos patriotas españoles, repudiados por el Gobierno franquista   (gracias a los ‘buenos oficios’ del ‘cuñadísimo’ Serrano Suñer), fueron a dar con sus huesos a los campos de exterminio, sobre todo a Mathausen y su subcampo de Gusen.Considerados ‘spanier’ por la SS nazi, más de 7.000 de ellos fallecieron.

Homenaje francés y olvido de la Democracia española. La dura acogida del Gobierno francés a aquella miríada de personas refugiadas (se temía el carácter ‘izquierdista’ de muchas de aquéllas) queda compensada, hoy en día, por el recuerdo y homenaje tributados al exilio republicano en ciudades como Toulouse y, sobre todo, en las de Aquitania. Al libro colectivo Les couleurs de la liberté ya citado, es obligado añadir el recuerdo permanente de aquel drama humano en la vecina localidad fronteriza de Argelès-sur-Mer, que alberga el Memorial del Campo de refugiados que allí se ubicó, y que visité en el verano de 2017. ¡Lástima que el vídeo explicativo no esté subtitulado en español!

Cuando escribo estas líneas, además, estarán a punto de inaugurarse en varias localidades fronterizas francesas (Argelès-sur-Mer, Collioure, Banyuls sur Mer…) y de La Jonquera, entre los días 16 y 19 de este mes, las jornadas Caminos-Camins-Chemins de La Retirada.

El programa de actos, muy denso, incluye una lectura teatral, Memoires de sable (Memorias de la arena), para rememorar las duras condiciones iniciales de aquellos campos en el invierno del 39. La localidad de Collioure, en cuyo pequeño y coqueto cementerio se ubica la tumba de Antonio Machado, va a homenajear a nuestro universal poeta el 19 de febrero.

El jueves, 16 de febrero, se inaugurará la exposición antes citada del alumnado del instituto Déodat de Séveret, Les couleurs de la liberté, y entre los días 16 y 19 se van a celebrar las denominadas Marches de la Memoire, desde Argelès-sur-Mer hasta La Jonquera. En estas jornadas memorialistas no podían faltar las actividades culturales y lúdicas, con un concierto flamenco y la degustación de una paella popular.

En contraposición al interés que en el país vecino despierta el hecho del exilio español y la contribución de miles de compatriotas a la liberación de Francia (en París se inauguró hace años el Jardín de la Nueve, como homenaje a aquella compañía integrada mayoritariamente por españoles que, al mando del general Leclerc, desfilaron por los Campos Elíseos una vez liberada la ciudad), son manifiestos y, a la vez, lacerantes, el olvido y la apatía de la democracia española del sacrificio, las penalidades sufridas y el heroísmo de miles de republicanos en lucha contra el fascismo. Es hora de que, en el ámbito institucional, se fije una fecha que conmemore, como se hace en el sur del país vecino, el drama de La Retirada y la lucha de tantos compatriotas por las libertades.

Suscríbete para seguir leyendo