La Feliz Gobernación

Los swingers se trasladan al jacuzzi de la política

Ilustración de Leonard Beard.

Ilustración de Leonard Beard.

Ángel Montiel

Ángel Montiel

Hay quienes ven a Luis Gestoso en la alcaldía de Murcia como consecuencia del nuevo juego de la ‘política swinger’. La carambola consistiría en que Vox apoyaría la investidura de López Miras para la presidencia de la Comunidad a cambio de que el candidato de Vox tomara la vara de la capital.

Uno de los juegos eróticos que hizo auténtico furor durante los años 80 del pasado siglo fue el que protagonizaban los swingers, matrimonios honorables que decidieron celebrar los albores de las libertades que trajo la Transición intercambiándose con otras parejas en noches locas de jacuzzis colectivos y alfombras de colchones en locales privados como los murcianos Ninette o Brasil. La moda, que a España llegó tarde, tal vez inspirada en el libro de Gay Talese, fue decayendo por la profusión de intrusos y los avances paulatinos de la nueva moralina de la corrección sexual. Pero la fórmula es aplicable a cualquier actividad, y ahora parece renacer en el juego de la política. 

No hablamos aquí de la lujuriosa política de pactos contra natura y de las perversiones de los trepatrans de Ciudadanos de las que tan surtidos hemos estado en la actual legislatura, sino de una nueva vuelta de tuerca que está por venir y de la que ya se echan cuentas. Los pactos de conveniencia, incluso a costa de lo prometido expresamente al electorado, podrían dejar paso a otros en que ya no solo se intercambian cargos con desprecio de los programas, sino instituciones enteras con independencia de los resultados electorales conquistados por unos y otros en cada una de ellas. 

Lo vamos a ver más gráficamente si atendemos a posibles combinaciones que están en el ambiente y sobre las que en algún caso, mírese a la zona de Cartagena, ya se han dado muy sigilosamente algunos contactos, por supuesto extraoficiales, meros tanteos, pero que muestran intenciones. 

Si los diez diputados que las encuestas prevén para Vox en la Asamblea Regional tomaran efectivamente posesión, y aunque fueran algunos menos, es difícil suponer que ese partido renunciara a tocar poder incluso en el caso de que el PP de López Miras quedara a pocos pasos de la mayoría absoluta a costa de la debacle absoluta de la izquierda, lo que a pocos sorprendería.

Hay quienes ven a Luis Gestoso en la alcaldía de Murcia como consecuencia del nuevo juego. La carambola consistiría en que Vox apoyaría la investidura de López Miras para la presidencia de la Comunidad a cambio de que el candidato de Vox tomara la vara de la capital. Se supone, de entrada, que si el partido de Abascal doblara los diputados que consiguió en las anteriores elecciones sería porque en el municipio de Murcia, principal enclave de la Región, experimentaría un alza muy sustantiva, muy por encima de los dos concejales que consiguió en 2019. 

¿Se puede ser alcalde con, por ejemplo, la mitad de los concejales de los que tendría el grupo mayoritario, entiéndase, el PP? Desde luego que sí, a pesar de la teoría de Feijóo sobre la lista más votada, propuesta que significativamente ha cosechado poco entusiasmo entre los populares murcianos, salvo el lapsus de Noelia Arroyo, quien al adelantarse a aplaudirla a punto ha estado de ofrecer graciosamente la alcaldía a José López, del MC. Ese modelo, el de un alcalde con grupo minoritario, estuvo a punto de instituirse al principio del actual mandato municipal de Murcia, cuando el PSOE estaba dispuesto a coaligarse con Cs para obtener la presidencia de la Comunidad con los votos de los naranjas a cambio de ceder a Mario Gómez, con cuatro concejales de este color, la alcaldía de Murcia. 

Véase que el juego de los swingers ya intentó ser ensayado al principio del actual mandato, en este caso por los socialistas, y si no llegó a escenificarse no fue por falta de voluntad, sino porque los de Arrimadas habían establecido de antemano, antes de un breve ejercicio de simulaciones, que su aliado natural sería el PP, y en ningún caso el PSOE, frente a lo prometido. El conflicto de este último partido con la cartagenera Ana Belén Castejón procede de este diseño frustrado: pretendían que su candidata se resignara a la oposición para que el ayuntamiento de Cartagena entrara también en la baraja de intercambios con epicentro en la presidencia de la Comunidad. 

Poca broma, pues. Luis Gestoso podría ser alcalde de Murcia si se diera la combinatoria de resultados más probable según los datos de prospectiva que se manejan a esta hora. Y es que López Miras no tiene ninguna gana de gobernar de nuevo en coalición, algo que ha supuesto para él una auténtica pesadilla, aunque finalmente, por el perfil aventurero de sus socios de Cs, haya conseguido neutralizarlos y convertirlos en aliados incondicionales a cambio de la sopa boba. 

La cesión de parte del pastel autonómico a otro partido significa, además, que se reducen sus espacios para dar alas políticas a parte de su aparato y provocan inestabilidad y descontento en la propia organización del PP, que, se diga lo que se diga, está cogida con palos y cañicas (hay todavía hoy juntas locales en modo gestora prolongadas durante años antiestatutariamente, como se ha visto en el caso de Las Torres de Cotillas).  

Puesto a ceder a Vox la mitad de su Gobierno o la alcaldía de Murcia, las apuestas suben respecto a la segunda posibilidad. El presidente es el político de la Región más entrenado en el arte de birlibirloque (ahí está la experiencia de los últimos años), y no le importaría demasiado que José Ballesta se retirara de la política si él puede desempeñarse con libertad en la presidencia del Gobierno sin permitir que Vox le apriete demasiado las tuercas desde el Grupo Parlamentario a cambio de aflojarlas para Vox en el Ayuntamiento capitalino.

Mientras tanto, el PP intenta achicarle el espacio a Vox (ya dijimos aquí que es su verdadero competidor electoral) mediante el paradójico método de asumir previamente sus políticas. El hecho de que Gestoso ‘apatrulle’ la ciudad buscando los focos donde se detecta malestar por inseguridad ciudadana ha despertado el interés de los populares por ese problema y han iniciado en la Asamblea y en los principales Ayuntamientos una campaña de denuncias sobre la proliferación de robos y asaltos. Si entre ambos partidos se empeñan va a resultar que la seguridad ciudadana es el principal problema de Murcia y de la Región. Gestoso promete que cuando sea alcalde poco menos que duplicará la plantilla de la Policía Local, y faltaba el secretario general del PSOE y delegado del Gobierno, Pepe Vélez, asegurando que pronto se producirá un importante incremento de policías nacionales y guardias civiles, con lo que viene a reconocer implícitamente que las críticas de Vox y, detrás de éste, el PP, tienen consistencia. Lo han llevado al debate que quieren. Que quiere Vox, muy en particular. 

También el ayuntamiento de Cartagena entra en este jacuzzi de la política swinger. Nadie descarta la perspectiva, por muy remota que pueda parecer, de que el partido de José López pudiera obtener representación en la Asamblea Regional. Tanto el PSOE como el PP han tanteado a dirigentes de esa formación (no directamente a López, pues éste es de los que lo cascan todo) acerca de la posibilidad de apoyo parlamentario a cambio de facilitarle la alcaldía de Cartagena, localidad donde probablemente vuelva a ser la opción más votada. 

López fue reelegido ayer para liderar la candidatura a la alcaldía, y lo más destacado del congresillo (a fin de cuentas se trata de un partido unipersonal) fue el anuncio de que aspira a concurrir a las autonómicas en coalición con otras formaciones locales del resto de la Región. No es la primera vez que lo hace, pero en esta ocasión, con tanto descolgado de Cs distribuido a lo largo y ancho de la Comunidad (jinetes sin caballo), es probable que consiga reforzar una plataforma amplia con la que añadir votos a los 25.000, que no son moco de pavo, obtenidos solo en el municipio cartagenero en 2019. 

Ayer, por lo demás, fue perceptible un detalle nada anecdótico durante la celebración del congreso del MC: asistieron como invitados responsables de importantes organizaciones empresariales en el ámbito local, algunas de cuyas cúpulas presionaron en 2019 a López Miras para que diera el visto bueno al pacto de gobierno entre Noelia Arroyo (PP) y Ana Belén Castejón (PSOE) que cerraba el paso a López para la alcaldía de Cartagena. La presencia de estos invitados, más allá de los gestos de cortesía, parece indicar un principio de ‘normalización institucional’ con el MC, orillado por el frecuente histrionismo de su líder. Aunque López no rebajó el ápice de su discurso cartagenerista, con aportaciones ingeniosas del tipo «Ahora o Murcia», que suenan rancias fuera de su particular egosistema, se mostró concesivo con la Región, tal vez para que quienes se sumen a su proyecto autonómico desde otras lindes no sean percibidos como meros compañeros de viaje de un delirio localista. 

De paso, en relación al partido de López, tiene gracia que hayan decidido reformar los estatutos en el epígrafe que exigía la dimisión inmediata de todos los cargos cuando un dirigente sufriera una simple imputación judicial, y como da la casualidad de que el líder ha sido ya condenado en firme en dos casos, han añadido el matiz de que las condenas, para requerir la expulsión, han de ser específicamente ‘por corrupción’, lo que recuerda al Pedro Sánchez que ha cambiado una ley para distinguir entre malversación con beneficio personal y malversación por uso indebido de fondos públicos para otros fines. Todo muy ad hoc. Pruebas de cómo los políticos, según las necesidades que les surgen sobre la marcha, van rebajando las exigencias que enuncian cuando aún no han incurrido en contradicciones. 

La política swinger, el intercambio, ya que no de parejas, de instituciones, está a la vuelta de la esquina. Será menos divertido, pero también tiene su erótica.  

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