La Feliz Gobernación

Ya estamos todas en la Operación Bikini

Ilustración de Leonard Beard.

Ilustración de Leonard Beard. / La Feliz Gobernación Ángel Montiel

Ángel Montiel

Ángel Montiel

López Miras lleva cuatro años haciendo campaña electoral, y lo que le tocaría ahora, cuando quedan pocos meses de legislatura, es hacer gestión. Nunca es tarde.

López Miras está reforzando su equipo personal para entrar definitivamente en la campaña electoral. Acaba de nombrar nueva jefa de gabinete, Mar Conesa, quien con Mar Moreno, secretaria general de Presidencia, lo colocan entre dos Mares, que son como el sol y la sombra. Una, la sonrisa, y la otra, el rictus. Su aparato empieza a tener rostro humano, sobre todo si le añadimos la tercera pieza, el recién nombrado portavoz del Gobierno, Marcos Ortuño, casi tan guapo como Pedro Sánchez, y mucho más simpático. Por si fuera poco, el presidente ha adelgazado notablemente (uno se fija en estas cosas porque también ha perdido unos cuantos kilillos), así que ya estamos todas en la Operación Bikini, es decir, en campaña.

Sin embargo, López Miras pierde el tiempo con estas cosas. En realidad, lo más práctico para él sería que despidiera a todos sus asesores. Rectifico, porque no le deseo mal a nadie, ni supongo que él tampoco. Debería recolocarlos, que es lo que hace habitualmente. Porque no le hacen falta. Va a ganar las elecciones de todas las maneras, de modo que lo mejor es que se ahorre la campaña electoral, que siempre es un riesgo.

Véase la visita de Núñez Feijóo, el pasado viernes, a Alcantarilla. Para anunciar como único titular destacable que va a promover un Pacto Nacional del Agua, mejor no hubiera venido, porque tal cosa es como decir nada. Un modo de cubrir el expediente con una retórica ya gastada. ¿En qué consiste ese Pacto? ¿Dónde está el borrador? ¿Y qué concesiones, ya que se trata de un pacto, corresponde hacer a la Región de Murcia? 

Es curioso que trajeran a Feijóo a Alcantarilla, zona azul bien asentada, cuando hay tres enclaves fundamentales en la Región que son territorio comanche para el PP: Cartagena (aunque ahora gobiernen en coalición), Molina de Segura y Lorca. Nada menos. Debe ser que querían que se sintiera seguro en plaza propia, y descartaron Archena, por razones obvias que no es preciso detallar, o Yecla, tan cerca y tan lejos. 

Es mejor que el PP no haga campaña porque con ella promueve las dudas. Y en el orden práctico, la campaña se la hace, y gratis, la izquierda: el PSOE con su inmovilismo perplejo, y Podemos, véase su mitin de ayer, con su elusión de los asuntos territoriales más allá de la descalificación genérica al estatus y el espolvoreo de epítetos terminales.

Seamos precisos. López Miras lleva cuatro años haciendo campaña electoral, y lo que le tocaría ahora, cuando quedan pocos meses de legislatura, es hacer gestión. Nunca es tarde. Cambió la Ley del Presidente para poder presentarse a un tercer mandato y no hizo lo propio con la Ley Electoral porque la pandemia distrajo las prioridades, y cuando cesó ya parecía demasiado tarde para cambiar las reglas, pues el partido estaba muy avanzado. A la par, y con provecho de las aventureras políticas de Ciudadanos, disolvió en la práctica el partido de sus socios de coalición, se incautó de los diputados de Vox y hasta se apropió sin derramar una gota de sangre de la presidencia de la Asamblea, cuyo presidente trans, Alberto Castillo, ha dejado dicho, con esa su prosa: «Ni en mis mejores sueños podría haber soñado que podría haber llegado al sitio que ocupo». Ni en los peores de los nuestros.  

Una legislatura, en fin, de pura campaña en previsión de la siguiente. Pero ahora, ya en el friso de la oficial, acaba de adecentar su Gobierno, ha neutralizado a las trepatrans, y aunque en 2019 perdiera las elecciones, hoy dispone, oh milagro, de una sobrada mayoría absoluta en el Parlamento regional. Es hora de ponerse a hacer algo y dejarse de mítines confusos y autosatisfactorios cuando las elecciones las tiene ganadas por incomparecencia de la oposición. 

El PSOE ha cerrado el trasvase del Tajo porque prefiere calar en el montón de diputados de Castilla-La Mancha antes que mantener, si acaso, los dos de diez que le tocan por Murcia. Y la cuestión agua, que estaba perdida en la zona media del ránking de las encuestas, probablemente vuelva a aflorar en la cresta de las prioridades políticas, aun cuando el PP, en realidad, no pueda garantizar a medio plazo algo distinto de lo que decreta el Gobierno socialista. Pero esto no lo sabremos hasta que llegue el momento, que llegará. Además, en Ferraz prefieren una Murcia sin baronías, un PSRM en modo «señor, sí señor», un líder de vuelo bajo, y con una militancia y unos dirigentes locales que ya solo confían en el propio apocalipsis como dudoso recurso para iniciar una futura, muy futura, recuperación.

El PSOE, por no tener, no tiene ni prisa. La Operación Bikini está en marcha: Feijóo en Alcantarilla, Montero y Belarra en Murcia, y la semana que viene, Abascal en la plaza de toros de la Condomina. Del PSOE, nadie a la vista, y no será por falta de ministros. Van sobrados, se ve.

En cuanto a Podemos, el mitin de ayer vuelve a recrear que en Murcia empieza todo para la política nacional, como viene ocurriendo desde hace dos años. Por fin la ministra Montero se cayó del caballo respecto a la Ley del Sisí Empoderatriz, aunque sin admitir el error por el horror de sus consecuencias. Pero enmedio de la suficiencia habitual, de los pretextos del cerco fascista que fagocita a esta Región y de la presunción de superioridad moral que caracteriza sus discursos ni siquiera pueden reprimir que, además de contra la larga hegemonía del PP también miran de reojo (qué digo de reojo; de frente, y con mala cara) a los propios de los que están desavenidos. Y así, arremetieron contra su mismo portavoz en el Ayuntamiento de la capital murciana, Ginés Ruiz Maciá, porque es algo así como una marioneta en manos de PSOE y Ciudadanos. A la nueva candidata municipal se le olvidó que Ruiz Maciá representa en el consistorio el mismo papel que habría correspondido en la Asamblea a la portavoz autonómica, María Marín, si hubiera prosperado con su voto la moción de censura contra López Miras y se hubiera instituido un Gobierno PSOE/Cs. Qué curiosa estrategia electoral la que consiste en desautorizar al único de entre sus representantes que ha conseguido llevar a cabo el deseado anhelo de echar al PP de una institución. 

Por lo demás, la paradoja consiste en que la única ministra de la cuota podemita con capital político y de gestión reconocidos en el Gobierno nacional (reforma laboral, subida del salario mínimo...), Yolanda Díaz, no está ni se la espera en los mítines de la ‘izquierda transformadora’. Por el contrario, no se la reivindica. De hecho, uno de los objetivos de Podemos consiste en afianzarse en las elecciones municipales y autonómicas a fin de cerrar espacios a la iniciativa de Díaz, Sumar, para las generales. De ahí que no quieran saber nada de los errejonistas, propicios a apoyar esa operación. 

López Miras no tiene necesidad, insisto, de hacer campaña, pues de hacerla tal vez se le vean costuras que rebajen sus expectativas. Sus adversarios con posibilidades no están en la izquierda, sino en Vox, y a éstos habrá de aplicarse para ponerles tope, aunque deberá hacerlo de manera sutil, ya que probablemente sean sus futuros socios. Abascal ha hecho la machada de alquilar para el próximo sábado la plaza de toros, cosa que no está al alcance, hoy por hoy, ni siquiera del PP. La plaza de toros tiene truco. Depende de la profundidad con que coloques el escenario queda más o menos superficie de redondel. Pero aun así, es todo un desafío. En sus segundas elecciones, Aznar abrió allí su campaña, y cuentan que temblaba antes de acceder al albero porque no confiaba en llenar, pero experimentó una subida de adrenalina al hacer el paseíllo y verla de bote en bote. Ganó las elecciones por mayoría, en Murcia con ocho de diez diputados. 

Ahora va Abascal. Con el añadido de que el coso de la Condomina va a ser escenario de la presentación del conjunto de candidatos de Vox en el ámbito nacional, prueba de que para ese partido la Región tiene un gran valor simbólico. No es casualidad que en las anteriores generales Murcia fuera la única circunscripción que quedó pintada de verde. Uno de los que entonces fueron elegidos diputados, Luis Gestoso, es ahora candidato a la alcaldía de Murcia, y está haciendo una campaña singular que convoca chanzas en redes sociales, pero que sería más adecuado figurar como potencialmente eficaz: recorre las pedanías más afectadas por robos y falta de seguridad ciudadana, así como los barrios más desfavorecidos y descuidados por la atención municipal. Solo le falta montar bancos de alimentos, como los Hermanos Musulmanes en Egipto, y ya se vio con qué resultados. Ya anticipé aquí que Gestoso se desempeñaría apatrullando la ciudad. 

Vox viene fuerte, a tope. Y ese es el verdadero problema para López Miras. Su enfoque de campaña sería olvidarse de la izquierda, que no lo roza, y apelar al voto útil ante el pasmo que Vox pudiera provocar en la derecha sociológica. Y aprovechar estos meses para no distraerse en campañas y ponerse de una vez a hacer gestión. En su caso es lo más práctico para la Operación Bikini.  

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