Las fuerzas del mal

Las consecuencias

Enrique Olcina

Enrique Olcina

La inmensa extensión de olivares de Jaén opta, en la UNESCO, por la calificación de Patrimonio Mundial. Jaén ya recibe un turismo dedicado al aceite y hay productores olivareros que se han adaptado a ese turismo. Sin embargo, y como no podría ser menos, quienes han alegado contra esa calificación han sido ASAJA, Coag y Cooperativas Agroalimentarias, no fuera a ser que les limitara su derecho a la propiedad y a la libre empresa, al tiempo que temen que la capacidad productiva se vea afectada y su posibilidad de reconversión. De nuevo, todo muy bien pero que a mí no me toquen lo mío porque somos la sal de la tierra, aunque la propia declaración de Patrimonio Mundial suponga tanto posibilidades de reconversión, de aumento de la percepción de la calidad del producto, y por tanto del precio, además del beneficio evidente para la gente que vive ahí, no solo los olivareros. Olivareros y productores agrícolas que se benefician de la PAC, que piden restricciones arancelarias a terceros países o piden que se intervenga en la distribución para que se pague un precio más alto por su producto pero que se niegan a ceder ni un ápice de su sacrosanta libertad de empresa.

¿Quieren otro caso curioso más? El caso urbano de Lorca, de Totana, de Torre Pacheco y de muchos otros sitios ha cambiado de paisanaje. Esta gente no ha venido de visita sino a buscar un futuro mejor. Han llegado aquí y por una simple regla de empatía hay que cuidarlos para cuidarnos. O si lo prefieren, consideren como querrían ser tratados ustedes o sus hijos al buscar una vida mejor en un lugar extraño y actúen en consecuencia.

Lo curioso del caso es que quienes más se quejan suelen ser quienes más se benefician de esa presencia. Los que emplean en el campo y los que alquilan viviendas e infraviviendas mientras los demás arrostramos las consecuencias negativas, que también las hay, de su beneficio, en forma de masificación en los servicios públicos. Consecuencias negativas que no tendrían que darse si se dieran los fondos adecuados, porque esta gente también trabaja y también paga impuestos, pero los partidos que dicen que hay paguita y que prometen recortar impuestos y mano dura son los que triunfan.

No sé si ven claro el esquema. Nadie duda de la importancia del sector agrícola, la soberanía alimentaria es fundamental, pero que se base en el uso intensivo de la mano de obra barata mientras se queja de determinadas consecuencias, algunas reales y otras imaginadas de la presencia de esa mano de obra, al mismo tiempo que se niegan a cambiar ese modo de producir, porque es el que les genera auténticos beneficios que les hace comportarse como amos de un cortijo que va más allá de sus lindes reales. Transforman la sociedad con su actividad pero se niegan a ser regulados por ella, se indignan si viene una inspección de trabajo, se ofenden si se les señalan las consecuencias negativas de su actividad, como el Mar Menor o Doñana, y se escandalizan de que se rece de otra manera.

Lo de defender a un señor que nos sube el precio porque tiene una posición dominante de supermercado en nuestra cesta de la compra ya mejor lo dejamos para otro día.

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