PINTANDO AL FRESCO

Las ganancias de los bancos

Enrique Nieto

Enrique Nieto

Andan los bancos que se les salen. Que se les salen los billetes de las cajas fuertes, de los cajones, de los bolsillos, de la faltriquera. ¿Qué demonios será la faltriquera? Pero es que mi madre lo decía: «Esos venga echarse dinero a la faltriquera, a costa de los pobres», era su frase acerca de los estraperlistas. En el 2022, el BBVA tuvo unos beneficios de 6.420 millones de euros, y el Santander de 9.605. Oiga usted, que es un dineral. El Gobierno de Pedro Sánchez les ha puesto una tasa a pagar de lo que van sacándonos a nosotros. Hay dos ministras que hablan de congelar las hipotecas variables que les está costando al personal que no la tiene fija, la hipoteca, más de doscientos euros suplementarios mensuales, debido a la subida del Euribor. Sin embargo, los bancos dicen que a ellos «que los registren» y que esto es «la libertad de mercado» y «ay de aquel que se atreva a atacarla, porque arderá en el fuego del infierno de la Economía», que es de los peores fuegos que hay, según dicen ellos.

Y lo cierto es que lo de los bancos ha sido, es y será siempre algo que debemos tragarnos, queramos o no queramos, si nuestro propósito es sobrevivir en esta fauna en la que hemos convertido nuestras vidas. Para comenzar, nadie puede escaparse de tener una cuenta en un banco. Cuando yo comencé a trabajar como profesor en un colegio privado o, incluso, en el instituto de Escombreras, se nos pagaba con sobres cada fin de mes. Pero aquello duró muy poco y pronto nos pidieron que diéramos un número de cuenta para hacernos los ingresos. Esto trajo consigo, de inmediato, el pago de comisiones a los bancos que, además, se imponían sin más comunicación. A veces, acudías a ver al director de la oficina y le regateabas las comisiones, pero no se conseguía mucho, la verdad, a no ser que lo amenazaras con llevarte tu cuenta a otro banco, porque la pérdida de clientes podía costarle el puesto, así que te la bajaba, la comisión, del 5 al 4,75%.

De todo el mundo mundial, donde tiene extendidos sus ramajes el BBVA es México. Es donde más pasta ha ganado este último año, y los del Santander, en Brasil. Está claro que la subida de las hipotecas en España les ha dado dinero, pero es que en México las tienen al 10%, que ya es tener. No debería asombrarme por estas cifras porque cuando yo firmé la hipoteca de mi casa actual, a principios de los años 90, me clavaron un 17% fijo, la cama aparte. Tal fue así, que los primeros 6 o 7 años solo pagué intereses, por lo que tras ese tiempo transcurrido con cuotas mensuales altísimas, les debía lo mismo que me habían prestado al principio. No obstante, logré pagarla, eso sí, trabajando como un burro en compañía de mi santa esposa que también curraba lo suyo. Y hablo de lo mío porque es lo que conozco, pero estoy seguro de que más de uno que lea este artículo se va a sentir identificado con lo que aquí se dice.

Una de las últimas muestras de consideración de los bancos a su clientela ha sido la de quitar las oficinas de los pueblos que no les merecían la pena para las ganancias que generaban, y obligar a los habitantes de esos lugares a ir a dónde ellos les pareciera que deberían ir a sacar dinero, o a realizar cualquier otra gestión tengan o no tengan forma de hacerlo. Por vejez o por lo que fuese.

Y podemos añadir a esta situación los cursos acelerados impartidos por los empleados de los bancos a mayores e impedidos para que se manejen con los cajeros y hagan allí sus operaciones, a fin de que no les den la tabarra para transferir 50 euros a su nieta, porque es su cumpleaños y está en Alemania trabajando de azafata de congresos, dice ella, lo que el abuelo no ve claro, porque no es un trabajo que le suene.

No lo olviden, tenemos que estar ahí con nuestras cuentas por absoluta obligación. ¿Recuerda alguno de ustedes cuándo venían a cobrarlos casa por casa? Eran otros tiempos, ¿verdad?

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