El Prisma

¿Que gobierne la lista más votada?, olvidando el 'cordón sanitario'

J. L. Vidal Coy

J. L. Vidal Coy

No cabe dudar de que algunas de las 60 propuestas de Núñez Feijóo para la ‘calidad institucional’ merecen la pena, al menos para ser discutidas. Pero el ruido en torno a que sea la lista más votada la que gobierne en los municipios ha centrado el debate y ha ahogado todo lo demás. Cosa normal, pues las elecciones locales y autonómicas están muy a la vista y porque la primacía de la lista más votada suscita muchos recelos constitucionales y legales. Además, fue contestada inmediatamente desde todo el espectro político, incluyendo barones del Partido Popular sotto voce y Díaz Ayuso a las claras.

Dos sospechas aguan la propuesta y agrian el debate. Una: el presidente del PP pretende soslayar lo que muchos en su partido ya practican desde hace varios años; a saber, pactan con Vox si lo necesitan para gobernar. Otra, que ante esa perspectiva el electorado de centro que absorberá tras el hundimiento de Ciudadanos se asuste y huya hacia la abstención o, quién sabe, al PSOE.

Todas las conjeturas, apoyos forzados y fuego amigo contra la propuesta municipal se habrían evitado muy sencillamente: preguntando directamente a su electorado si admite o no acuerdos de gobernabilidad con Vox. No lo ha hecho porque ya sabe que la respuesta es ‘sí’. Eso muestra la práctica política del PP en diversos puntos de España. Planteando la cuestión también corre el riesgo de que los votantes duden seriamente si votar al original o a la copia y, tras dilucidar íntimamente qué es cada cosa, elijan al original. ¿O sería a la copia?

Sea como fuere, el líder del PP rivaliza con el del PSOE en habilidades dignas de mención. Habilidad número 1: meterse en todos los charcos; habilidad número 2: no salir de ellos sin chapotear y salpicar; habilidad número 3: usarlos como factor de distracción; y habilidad número 4: encontrar uno nuevo cuando aún se agitan las aguas del anterior. Así se ha visto con el protocolo antiabortista castellanoleonés, la propuesta sobre la lista más votada, «las personas que matan en nombre de un dios», los delitos de sedición y de malversación...

Parece que Feijóo sigue en Galicia y no se hace a la idea de que fuera de allí la realidad es otra. Habla él desde el alto pedestal de quien siempre ganó elecciones con mayoría absoluta y nunca dependió de nadie para gobernar. Esa es cosa que para sí quisieran barones populares en sitios tan diferentes como Castilla y León o Murcia. Pero no gozan de tal privilegio y es dudoso que lo alcancen.

La propuesta es recurrente en el PP cuando ve lejos la mitad más uno de escaños. Parece más una ocurrencia para avances de programas que medida bien diseñada y pensada. Significativo: si estuviera vigente, no gobernaría en Madrid, Zaragoza, Cartagena… y en Castilla y León, Región de Murcia o Comunidad de Madrid, cuya inefable lideresa fue primera en ningunear al jefe.

La obligatoriedad de que gobierne la lista más votada afectaría en los Ayuntamientos al principio de autonomía municipal del artículo 140 de la Constitución y, a nivel general, impondría la reforma de leyes que no se podría acometer sin amplio consenso parlamentario. Viene también del máximo dirigente de un partido que ha demostrado largamente su escaso interés en llegar a acuerdos con otros, mientras no los necesite, y ha boicoteado la aplicación de principios constitucionales cuando le ha convenido.

Ahora bien, si es que le da vergüenza al presidente del PP gobernar con Vox, bastaría con restablecer el ‘cordón sanitario’ sobre la extrema derecha que la mayoría de partidos democráticos europeos mantiene. Mientras eso no pase, el debate en la derecha española seguirá centrado y capitalizado por el partido de Abascal. Y aquí, ni paz ahora, ni después gloria.

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