Espacio abierto

Contra las listas y ‘los mejores’

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard

+ mujeres, Colectivo de Mujeres por la Igualdad en la Cultura

Contra las listas, así se titula un texto de Elena Gorfinkel, la ensayista inglesa especialista en cine independiente, marginal y de mujeres, en el King College de Londres. Texto con el que iremos salpicando en cursiva nuestra reflexión de este jueves.

Todos los medios de comunicación repiten la misma cantinela cuando se aproxima el final de año, y publican las listas de los llamados ‘los mejores’ en las distintas disciplinas consultadas. Novelas, películas, música. ¿Quién produce exactamente esta avalancha de listas? se pregunta Gorfinkel. Esta engañifa fácil, que confunde no solo a los incautos, responde a intereses inconfesados, entre ellos los meramente pecuniarios. «Las listas son bienes inmuebles de atención para los fatigados, enervados y ávidos de clics», insiste la autora.

Leerse, por poner solo un ejemplo, los miles de libros publicados en un solo año es una tarea imposible hasta para el más constante y voraz de los lectores y de los prescriptores. Es imposible, por tanto, destacar la mejor novela, el mejor libro de poemas, el mejor ensayo o la mejor película del año. A lo sumo, los consultados por cada medio de comunicación podrán destacar aquel que más les ha interesado de las pocas decenas que hayan podido leer o visionar. Y recordemos que según Temple, y basándose en los datos del centro Pew, los tres perfiles de lector son: lector medio, que lee doce libros anuales; el voraz, que lee cincuenta, y el superlector, que puede llegar a devorar ochenta libros al año. Si en España, y en otros países del entorno, se publican alrededor de 70.000 libros anualmente, considerar que pueda designarse uno, a juicio de unos pocos consultados, con el calificativo de mejor es, pues, inexacto y superlativo. «La lista se consolida como una autoevidencia, reafirmando en todo lo que no enumera, todo lo que su enumerador no aprendió, no vio, no supo».

Porque las listas son un mecanismo de poder empleado por las corporaciones, las distribuidoras y las instituciones al servicio de intereses que nada tienen que ver con la calidad, solo con la calidad mainstream, el mercado y la difusión de las obras elegidas.

«Las listas no son neutrales ni inocentes ni puramente subjetivas». Parafraseamos de nuevo a la autora.

Las listas son un mecanismo publicitario que agregan lo ya conocido y consolidan el poder.

Ningún lector atento, ningún cinéfilo en su sano juicio confiaría en las listas para establecer su particular canon, dado que sus pesquisas para seleccionar lecturas y películas se guían por intereses personales, independientes, plurales y suficientemente ajenos a las recomendaciones de los mass media. Pues las listas, como bien resume Gorfinkel, colonizan la mente y empobrecen la imaginación.

Cada vez que escuchemos ese adjetivo, el mejor, en plural o singular, debería ponérsenos la piel de gallina. Interrogar el adjetivo ‘los mejores’ aplicado a cualquier disciplina, es un ejercicio de inteligencia y rebeldía: ¿los mejores para quién? ¿de cuántos? ¿por qué? ¿desde qué criterios? Responder a estas preguntas no es fácil. … «la forma obligatoria recirculada de la lista ( lista como desiderata de consumo, un recibo de compra de lo que has visto) se ha convertido en un instrumento de fetichismo de la mercancía, de captura algorítmica, de autoexposición priápica e indulgente. Fíjate bien».

Además de las razones anteriores, las mujeres hemos estado sistemáticamente excluidas durante décadas de esas listas y, todavía hoy, la mayoría de ellas destacan mayoritariamente a los hombres porque, bien lo sabemos, son ellos quienes configuran y actualizan el canon, que siempre fue masculino, blanco y occidental. «Las listas no crearán nuevos cánones, sobre todo no de mujeres perdidas, cineastas queer, trans, negras, latinas, del sur global, decoloniales y anticoloniales».

Por ejemplo, casi ningún ensayo feminista consigue entrar en las listas, por más que su influencia haya cambiado la faz del mundo, por más que se haya convertido en un long sellers, y haya educado la mente de miles de mujeres. ¿Por qué? Porque el ensayo feminista sigue siendo para las listas cosa exclusivamente de féminas, lectura para feministas, como si la lucha por la igualdad no afectara a todos, como si no debiéramos al ensayo feminista, pensemos en El segundo sexo, Una habitación propia o Nacidos de mujer, parte de lo que hoy, por suerte para nosotras y para todos, somos y pensamos.

Las listas homogenizan tanto como las pelis o las series recomendadas de Filmin, Netflix o HBO. Hacen rebaño, configuran un camino estético único y monocolor, relegando a los márgenes la pluralidad y riqueza de las producciones culturales que no entran ellas. La mayoría de los telespectadores siguen las recomendaciones de las plataformas, que se convierten en un nuevo sesgo de confirmación. Explorar, construir una formación lectora o cinéfila propia se ha convertido en una aventura difícil, porque el imperio de la cultura mainstream produce consumidores idénticos.

Las listas van en contra del pensamiento crítico y de la pluralidad.

Abandona las listas, aventúrate, crea tu propio criterio, modifícalo, avanza, explora, busca obras escritas por mujeres, dirigidas por mujeres, creadas por mujeres. Aunque no formen parte de las listas.

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