dulce jueves

Si no crees en la política

Enrique Arroyas

Enrique Arroyas

Entrevistada en Onda Regional, la consejera destituida Mabel Campuzano ha contado las razones que le dio el presidente: «Me explicó que ahora, de cara a las elecciones, necesitaban hacer una campaña potente con consejeros del PP anunciando los programas electorales, lo que comprendí perfectísimamente y ya está». Es costumbre y ya lo vemos como normal, pero esto solo pasa en la política. Y en el fútbol, cuando cambian a un entrenador a falta de un par de meses para el fin de la competición. Pero lo que en el fútbol es desesperación, en la política es irresponsabilidad. Se remodela el Gobierno para darle un impulso electoral. Pregunta ingenua: ¿significa eso que se pone el Gobierno al servicio del partido? Creo que estos comportamientos contribuyen a quitar credibilidad al sistema, aunque sean habituales y estén asimilados en el juego político.

Desde la fracasada moción de censura, todo lo relacionado con la composición del Gobierno regional suena falso, transmite la sensación de que ni el presidente cree en su equipo, por mucho que la estabilidad haya sido la justificación de sus decisiones. Y ya sabemos que en el fútbol no hay nada más desastroso que la falta de sintonía entre el entrenador y sus jugadores. «Solo en un Gobierno estrafalario y peculiar podría encajar un perfil como el de Mabel Campuzano», escribía Jaime Ferrán para intentar explicar el errático camino de un proyecto que se torció en el momento en el que para sobrevivir pagó el precio de lo peor de la política, que es poner el poder por encima de los valores, el partido por encima del bien común.

Y si todo esto ya cuesta aceptarlo con normalidad, más sorprendente todavía es el balance que hace la consejera, verso suelto hasta el final, de su paso por la política. Dice que no le ha gustado por dos motivos que resultan demoledores: el mundo de la política «no se corresponde con el mundo real» y «la experiencia en el legislativo es inoperante». Lo sospechábamos, pero se agradece la honestidad brutal de la consejera, que concluye diciendo que está tan decepcionada que no va a votar más en su vida…

Esta misma semana el historiador Philipp Blom reivindicaba los principios del liberalismo frente al pesimismo que cunde en la sociedad. Decía que para avanzar necesitamos ideas nuevas que deshagan el nudo de lo viejo, de lo corrompido que nos mantiene atados a nuestras propias incapacidades. Aceptar la idea de que el orden está mal, sí, pero no desistir del afán por cambiarlo. Puede que las viejas democracias estén corrompidas, pero sin esperanza el declive será irreversible. «El liberalismo era el modelo ganador, el mejor, el único para prosperar, y eso, por mucho que nos duela y asuste, ya no está tan claro, da igual que sea cierto o no. El liberalismo debe levantarse, defender esos principios básicos sobre los que surgió, es la mejor opción para prevenir el tribalismo».

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