Achopijo

Pandora

Yayo Delgado

Yayo Delgado

El día 31 por la tarde, en esas horas previas a las uvas, dejo que mi ñoñería gane un rato. Con esos nervios amasados durante todos los años de mi vida que beben de la ilusión de la Noche de Reyes, el día del Bando o un partido de play off, mando algunos mensajes a la gente que ha sido importante ese año. Busqué el primero el móvil de mi abuela para mandarle un mensaje. Es el primer año que no está. Llegué incluso a tener abierto su whatsapp. Y entonces me reí yo solo. Me reí sin que asomara nada de tristeza. Escuché su carraspeo complicado por su carcajada, como solía pasarle cuando bromeábamos. Un eco real. Lo escuché. Y dejé de buscar. Insólito, pero su ausencia, en aquellos instantes, no fue tal. Así felicité el año a mi abuela y colmé la ñoñería de la tardevieja. «Tengo ganas de verte», era su último mensaje. Sonríe durante varios minutos. Y la sentí mirándome. Queriéndome.

Todas las navidades son con películas. Este año han sido dos las que me han sacado lágrimas. Si me parezco en algo a Jude Law es en que lloro con las películas como su personaje en The Holiday, peli que pillamos empezando y que volvimos a ver. Sigue acercándose a esas pelis que ves siempre y siempre son bien. Las casas con lamparitas amarillas y bares con madera y amigos brindando, con algo de nieve y jerseys de cuello alto o abrigos y bufandas, ya sabes. Y besos. Pero el llanto llegó con la muerte de Neteyán cuando salva a Spider en brazos de sus padres. Hemos visto seis horas de Avatar estos días, ojo. Supongo que hay que ser padre para esto. Un tipo azul de un planeta perfecto a miles de años luz de imaginación te llega al alma, como sea que sea, y le lloras totalmente en su equipo. Casi que nos salió cola. Los humanos tenemos que volvernos alienígenas para darnos cuenta de que somos el tumor de los mundos, con la ambición, el dinero, el poder… Y todo es muy bien para que aprendamos a querernos, pero los helicópteros que llevemos a las Pandoras del siglo 22, entiendo, serán pilotados por inteligencia artificial y los cristales no podrán ser atravesados por flechas. Películas, películas son.

Pandora es la naturaleza al extremo, y ahí vamos todos, sabiendo que vamos perdiendo y que remontar va a ser misión imposible. Mientras, contamos con el Señor Servilleta y con la fuerza que podemos encontrar cada día en nuestro interior, que hace que recordemos a nuestra abuela como si estuviera aquí, aunque no esté. Y le mandemos una felicitación tan bonita, que quizás haya sido la mejor de toda mi vida. Ya lo sabemos aquí, ser como somos y estar donde estamos. No es conformismo, es saber vivir la vida. Feliz año, amigos. Aquí sigue siendo domingo y es día para celebrar. Vale.

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