El prisma

Todo arreglado para mayo... casi

Prospectiva política regional para 2023

J. L. Vidal Coy

No merece la pena dar el pistoletazo de salida: la carrera ya empezó. A menos de cinco meses para las elecciones regionales y locales, los partidos regionales parecen tenerlo claro. La gran novedad, si se confirma, es que de los 45.000 nuevos votantes 24.000 serán para Vox y 21.000 para PP según el sondeo del CEMOP en noviembre pasado. Si fuera así, eso podría desequilibrar los resultados. Salvo que quien acierte sea el CIS y López Miras alcance la mayoría absoluta.

A pesar de que esa supremacía pueda ser inalcanzable, el PP va tranquilo: ganará sin ella y probablemente gobernará con Vox, como adelantaba la encuesta de Invymark en LA OPINIÓN el miércoles. La incógnita: cuánto habrá de ceder a los de Abascal para que se avengan a mantener a López Miras de presidente. Otra incógnita que dará más de un quebradero de cabeza: cómo pagar los servicios prestados a los diputados tránsfugas de Cs y a los ‘olonistas’ de Vox que se dejen. Sobre todo a los primeros, que en mayor medida han catado las mieles del triunfo: Castillo, presidente asambleario; Miguélez, vocera; Franco, vicepresidenta y responsable de macroconsejería inoperante. Este puede ser el intríngulis que más entretenga al público: codazos, pisotones e intrigas. Nunca se habrían visto en otra igual a no ser por la traición a su propia firma y no pinta que estén dispuestos a hacer mutis por el foro así como así. La sopa boba es veneno adictivo.

En el PSRM nada parece que descabalgará a José Vélez. Otra cosa es que obtenga buenos resultados. Muchos esperan lo contrario para forzar internamente otro encabezamiento del socialismo regional, quizá femenino (María González Veracruz está, aunque no se vea). La gran oportunidad perdida es que ganó en 29 municipios en 2019, pero mientras no revierta su postración en Murcia y Cartagena no sumará suficiente para gobernar. En la capital podría tener resultados más o menos dignos. Pero en la Trimilenaria la concurrencia de Ana Belén Castejón —expulsada por pactar con el PP— a quien más difícil se lo pone es a sus excompañeros socialistas. Un buen lío postelectoral garantizado.

En la izquierda de la izquierda, izquierda real, izquierda transformadora o izquierda auténtica todo parece corresponderse con la multitud de etiquetas: imposible unificarlas sin concesiones. El aplazamiento de IU al 14 de enero para confirmar su propuesta unitaria solo añade tiempo a un estancamiento sin acuerdo con Podemos. En las dos hay partidarios, muchos, de transigir para una candidatura conjunta. Los aparatos, en un caso, y algunas bases, en otro, resisten como los celtíberos en Numancia, fieles a sí mismos hasta el desastre final. La pretensión de Podemos de ser primeros y segundos en las listas abona el desacuerdo. Los resquemores del pasado, también. La incógnita sigue ahí, a pesar de las cartas abiertas unitarias que se multiplican (con las mismas firmas de siempre).

Vox se queda para el final. Aunque quizá debería ir el primero, a tenor de sus resultados en las generales de 2019 y la predicción ‘juvenil’ del CEMOP. En el ámbito regional, sigue sin despegar totalmente para alivio de todos menos de sus votantes, aunque se come los escaños de un Ciudadanos que se despedirá de la Asamblea Regional, según la encuesta de Invymark. Si el PP puede estar cómodo, el partido de Abascal espera sosegadamente en el diván: sabe que, sí o sí, será clave para gobernar la Región y probablemente la capital, donde jugará fuerte con un Luis Gestoso dispuesto a ponerle las peras al cuarto quien tenga el bastón de mando, que parece que será José Ballesta. En Cartagena, la potencia del Movimiento Ciudadano de José López enturbia mucho y dificulta a Vox … y a todos los demás. Otra carta distorsionadora. Veremos.

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