Erre que erre (rock and roll)

SOS Pueblo de Roldán

Jutxa Ródenas

Jutxa Ródenas

No es un lugar rodeado por las más impresionantes montañas ni está a pie de mar. No tiene un auditorio, cines o un teatro, ni posee una iglesia ornamentada al barroco que exponga obras de Salzillo o un mirador que de al más caudaloso y limpio río. Escasa puede ser la belleza que aporte a esta región aunque su gente agradezca cada día a la madre tierra lo que ésta es capaz de ofrendar, ama ese suelo necesitado de agua como se amaría a un bebé desprovisto de cuidados.

Porque su gente, ay su gente... Cultiva la compasión, ayuda a todo el que pasea frente a su casa sin pedir cuentas, desbordando amabilidad. Las personas que habitan en mi pueblo poseen una cualidad superior a la de admirar belleza, van sobrados de bondad. La alegría como don innato, sin oficio malo ni soberbia. En sentido literal es complicado llegar hasta ellos, sus caminos de acceso andan desprovistos de luces e infraestructuras, carreteras olvidadas por quienes una vez pidieron su confianza a cambio de votos, la lealtad del que miente hasta obtener el poder pero más tarde se retracta en eso de facilitar el día a día, como también descuida el hecho de qué donde hay buenos también hay malos, de ambas existencias se pueblan los campos.

De esta mezcla insólita resultan las más inverosímiles historias, esas que dan pie a la metástasis extrema de la desolación y el desconsuelo. Asaltos cada día, da igual el hogar familiar que un pequeño comercio, da igual barra de hierro, navaja o excavadora: violencia desmedida contra quienes un día tendieron lazos, abrieron sus puertas y facilitaron el pan compartiendo oficios . Hoy, esa gente con la que me he criado se pronuncia con gritos de ahogada soledad que se pierden igual que las lágrimas en la lluvia de Blade Runner (Ridley Scott, 1982) , y como respuesta la vaguedad de las leyes. Absoluta desprotección que sólo conlleva a agarrarse al clavo ardiendo de quien jura seguridad a costa de juzgar a todos con el mismo rasero por el hecho de haber nacido en otro país y tener un color de piel que torna a fosco.

Error garrafal si alguien piensa que la gente de Roldán, la que sufre actos vandálicos en cada crónica de su día está en venta y quiere poner fuertes o barreras al prójimo que se acerque con indulgentes intenciones. Sólo quieren dormir en paz, con la seguridad de que nadie les volverá a agredir ni robar.

Amigos de Roldán, os ofrezco mi voz para vuestra lucha, porque como una vez recitó Sánchez Ferlosio, «mi patria no es un fusil ni una bandera, mi patria son mis vecinos que están labrando la tierra».

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