Espacio abierto

Hacedoras de ángeles

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard

+ mujeres, Colectivo de Mujeres por la Igualdad en la Cultura

A lo largo de la historia, las iglesias y los Gobiernos han intentado regular el control sobre los cuerpos de las mujeres, especialmente sobre su sexualidad y fecundidad. En general, las antiguas legislaciones no castigaron al aborto. Es en el mundo romano cuando se empieza a considerar esta práctica como una inmoralidad, aunque no una acción delictiva. Será a partir del siglo II cuando se generalice la prohibición, con la inculturación del cristianismo. El aborto empieza a considerarse como una manifestación inaceptable de autonomía femenina.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, las esferas intelectuales y legales comienzan a proponer la exclusión del aborto como una práctica punible pero no fue hasta el siglo XX cuando los cambios sociales y económicos dieron lugar a la irrupción del debate en la sociedad y el movimiento de liberación de las mujeres concentró sus energías, particularmente, en conseguir el acceso a los medios anticonceptivos y al aborto, y en terminar con las leyes que declaraban ambos ilegales.

La historia de la defensa pública de la anticoncepción y del aborto cuenta con un gran número de heroínas que tuvieron que enfrentarse, no solo a las iglesias sino también al establishment médico y a la opinión pública, que a menudo identificaba los métodos anticonceptivos y el aborto con la obscenidad y la promiscuidad. Durante el periodo de entreguerras y después de la Segunda Guerra Mundial, además, las mujeres vivirían un repliegue doméstico que supuso el auge del ideal de ‘ángel del hogar’.

Una de las primeras mujeres que defendieron públicamente la anticoncepción fue Annie Besant, activista por los derechos de la mujer, autora prolífica y una gran oradora, quien fue arrestada por publicar hacia 1877 un panfleto sobre control de la natalidad. Su juicio provocó que estos temas se convirtieran en un asunto público en Inglaterra. El trabajo de Diane Munday y el del diputado liberal David Steel dio lugar a la Abortion Act en 1967, la ley del aborto que, con alguna modificación, continúa hoy vigente en el Reino Unido.

Con la llegada de los nazis al poder los pocos avances que se produjeron quedaron paralizados y las sanciones por delitos de aborto se incrementaron. Durante el gobierno fascista de Vichy, en 1943, tuvo lugar la última ejecución por practicar el aborto. Se trataba de Marie-Louise Giraud, acusada de hacedora de ángeles, ‘faiseuse d’anges’, quien practicó 27 interrupciones en tres años. Un año antes de ser guillotinada se había aprobado la Ley 300 que calificaba a los abortistas como ‘asesinos de la Patria’.

Pero fueron los años 70 los que vieron los avances más importantes. En Francia, en 1968, la legalización de la venta de anticonceptivos dio fuerzas a las feministas para luchar contra las leyes que prohibían el aborto. Entre los hitos más notables cabe destacar el llamado Manifiesto de las 343 mujeres o ‘zorras’, el Proceso de Bobigny y la llegada de Simone Veil al Ministerio de Sanidad.

El 5 de abril de 1971, un manifiesto publicado en la revista Le Nouvel Observateur y firmado por 343 mujeres reclamaba el derecho a la interrupción del embarazo. El texto, redactado por Simone de Beauvoir, denunciaba que en Francia un millón de mujeres se veían condenadas a abortar cada año en condiciones peligrosas debido a la clandestinidad. Entre las firmantes, había mujeres famosas y mujeres anónimas; todas ellas, mujeres valientes que se autoinculparon y arriesgaron mucho por un aborto libre y seguro. 

Un año después, el juicio a una joven de 16 años que había abortado después de haber sufrido una violación suscitó una gran movilización social, ya iniciada con el manifiesto. La abogada Gisèle Halimí denunció que la ley solo penalizaba a las mujeres pobres, a las de la clase obrera, que no podían pagarse el aborto en las clínicas londinenses. Las encausadas, madre e hija, fueron absueltas, y el juicio acabó siendo el detonante para que en Francia se despenalizara el aborto. Tanto el manifiesto como el juicio fueron unas importantes plataformas mediáticas para el movimiento feminista y los derechos de la mujer en Francia; la despenalización del aborto se convirtió en una cuestión de Estado.

El 6 de junio de 1971, la revista alemana Stern publicó su portada titulada «Wir haben abgetrieben!» (¡Hemos abortado!) suscrita por 374 firmas. También las italianas firmaron un manifiesto en 1974 y organizaron manifestaciones a gran escala en las principales ciudades. No todas las mujeres que firmaron los manifiestos habían abortado; algunas lo hicieron por solidaridad.

La elección de una mujer al frente del Ministerio de Sanidad francés fue decisiva. Simone Veil lucharía por una ley necesaria, poniendo el énfasis en la desigualdad social de las mujeres ante un embarazo no deseado. El 29 de noviembre de 1974, la ley de despenalización del aborto fue aprobada después de tres días de debate, de ataques violentos y personales desde los sectores más radicales de la derecha. Aunque aprobada con un estrecho margen y criticada por sus limitaciones, su aprobación constituyó una importante victoria política para el movimiento de la liberación de la mujer. 

Ese mismo año, el Bundestag aprobó por una estrecha mayoría legalizar el aborto. Curiosamente, el pasado junio, el Parlamento alemán derogó una ley que se remontaba al periodo nazi que limitaba la información sobre el aborto y había dado lugar a la condena de especialistas en ginecología. A pesar de estar en la vanguardia de la lucha por los derechos de las mujeres, el aborto en Alemania sigue siendo un camino difícil.

Ahora, medio siglo después de que estas mujeres lucharan por despenalizar el aborto, estamos viviendo un momento de retroceso en el que se pueden perder los derechos conseguidos. No olvidemos el caso de Estados Unidos, donde el pasado junio el Tribunal Supremo derogó la sentencia del caso «Roe vs Wade» de 1973, lo que supone que cada estado será libre de regular el aborto como quiera.

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