Las fuerzas del mal

Que viene el lobo

Enrique Olcina

Enrique Olcina

En este largo puente de la Constitución Inmaculada, esa que no se puede tocar salvo cuando interesa, claro, lo hemos vivido con el enésimo ataque al Estado de Derecho y el camino hacia la revolución social bolivariana que es como el rayo que no llega, la detonación que no sucede, y el cataclismo apocalíptico por el cual los ángeles anunciadores hacen añicos hasta reducir a polvo los sellos de las cartas y se hartan, hasta quedar exhaustos, de soplar las trompetas del juicio final sin que los cielos se inmuten.

Ya lo he dicho antes y lo vuelvo a decir ahora. La reforma del delito de malversación me la tienen que explicar muy bien para que yo la entienda y la apruebe. El Gobierno tampoco necesita mi aprobación ni mi beneplácito para hacerlo, por supuesto, pero supongo que como yo se encuentran varias miles de posibles votantes del PSOE, que no ven con buenos ojos que un tipo penal que ya se actualizó en 2015 con una intención claramente finalista, que los usos de caudales públicos para financiar referéndums independentistas no volvieran a quedar impunes, como sucedió con la consulta del 9N de Artur Mas, cosa que está bien, se vuelva a reformar para volver a poner el requisito del lucro propio o de terceros, que fue lo que la reforma del 2015 quitó. Los caudales públicos son eso, públicos, y por lo tanto no deben desviarse del fin al que, por ley, se destinan.

Lo malo del grito de que viene el lobo es cuando el lobo no llega y, sobre todo, cuando el pastor que grita eso mismo, cuando le toca estar a cargo de la manada de ovejas, hace justo todo lo contrario de lo que ahora grita y se comportó como un lobo sin que el rebaño que ahora bala perdiera bocado en avisar. Porque el PP no cambió solo a su avío la ley penal para evitar que se produjera una salida de rositas de quien organizara un referéndum independentista, que lo cierto es que le organizaron no uno sino dos, bajo sus propias narices, lo que dice bien poco de su capacidad de pastoreo, sino que también cambió la ley que regula el CGPJ. Se modificaron mayorías de decisión dentro del propio Consejo, de tres quintos a mayoría simple, mayorías que luego se recuperaron con el PSOE para determinadas decisiones. Se modificaron para hacer más laxos los criterios de acceso a la elección de la vocalía del Poder Judicial, que concitó la repulsa casi unánime de todas las asociaciones de magistrados. A pesar de esa reforma el PSOE acudió puntual a la cita de la renovación de ese órgano y no se produjo ninguna dilación, cosa que desde Aznar no ha sucedido nunca con el PP en la oposición.

Yo no sé cómo digeriré el delito de malversación, entre otras cosas, en este camino hacia el juicio final. Lo que sí sé es que los verdes prados que el pastor en la oposición anuncia si coge el cayado de pastoreo, al final, como en el pasado, no suelen ser tan verdes.

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