Ni aunque vivas más que la longeva reina Isabel II de Inglaterra, prima hermana de Isabel II de España, que inauguró el primer viaje en tren entre Madrid y Cartagena allá por 1862, verás resuelto el déficit ferroviario de la Región de Murcia.
Como un invitado de piedra, pasan las estaciones de tu vida siempre desde el furgón de cola. Portada tras portada un día te levantas con menos trenes, otros con el cierre de la vía directa por Cieza o con promesas o con pactos que te desvían por Valencia o por Cuenca cuando no con el dolor de la porra sobre tu cabeza. Tirados en el andén.
Hasta que unas navidades de 2022 te ves embarcado, sin creértelo, en la preparación de un viaje a la Puerta del Sol para tomar las uvas. No las de la ira, servidas por aquel que sembró el pánico en las vías, sino las de la alegría por inaugurar el AVE.
Bien es verdad que los de Cartagena y Lorca aún tendrán que esperar. Igual que el famoso Corredor del Mediterráneo, exhausto ante tanta zancadilla.
Pero ya que la vida es corta, tanto como lo sería el viaje en línea recta, un grupo de murcianos celebraremos la buena nueva con una sonrisa en Madrid, saliendo de una estación como merece cualquier capital española, con una ciudad cohesionada o no partida por traviesas.
Como en aquella primera película de los hermanos Lumiere, La llegada del tren a la estación, nos parecerá todo de cine, abriendo la boca ante la sorpresa y soñando con alcanzar, de una vez, la velocidad de crucero que impida la marcha atrás.
Dibujaremos un corazón sobre el vaho de las ventanas mientras divisamos un paisaje nunca visto, a la velocidad de los días. Sin posibilidad de cantar ya lo que unió a la pandilla y a todos los murcianos, el célebre «Ahora que vamos despacio...».