En medio de la invasión de Rusia sobre Ucrania, con una inflación que nos está jodiendo el día a día, con varios países ya en recesión, entre ellos la todopoderosa Pérfida Albión (por cierto, nadie dice nada de las medidas ‘socialcomunistasvenezolanas’ del nuevo Gobierno británico desde las filas del Partido Popular, apostando por aumentar impuestos y disminuir gasto, es decir, socavar el estado del bienestar), con miles de autónomos cerrando persianas porque no pueden pagar el recibo de la luz, con un precio en las gasolineras que nos deja desplumados cada vez que vamos, y con un sistema público sanitario que está al borde de un ataque de nervios, y ustedes, en vez solucionar los problemas, se dedican a tirarse de los pelos en medio del patio del colegio en el que están convirtiendo la política española.
Todo el prestigio que España está ganando en la esfera internacional, con la presencia del presidente Pedro Sánchez en todos los foros internacionales de relevancia, es inversamente proporcional al desprestigio en el que está sumida la política nacional.
Cumplan con la constitución, renueven el poder judicial, que su Consejo General no siga riéndose de las normas, que el Tribunal Supremo unifique criterios en la cansina ley del ‘solo sí es sí’ lo antes posible, no nos tomen el pelo diciendo que a partir de ahora puede haber malversación de caudales públicos de primera o de segunda, dejen de reírse algunos de nuestra inteligencia cuando comparan las penas por sedición, ahora llamada ‘desórdenes públicos agravados’, con los que tienen otros países por rebelión, dejen por favor de insultarse.
Los españoles y españolas no necesitamos ver cómo se desenvuelven en el barro, cómo unos llaman Gobierno criminal a un Gobierno legítimo, o cómo una ministra, la de ‘desigualdad’, que ha hecho de la soberbia y el desprestigio su bandera, y dejen de intentar ridiculizar a aquellas personas que no piensan como uno mismo; eso se llama sectarismo político.
Lo que necesita la sociedad no es que nos envíen al ‘circo romano’ en forma de Mundial en Qatar, o que nos llenen las calles de luces led con la esperanza de que salgamos en tromba a comprar por los comercios y grandes superficies, y mucho menos que se vayan a Barcelona a pedir el Corredor Mediterráneo cuando Andalucía y Madrid ya han pedido por activa y por pasiva que su apuesta es el corredor en su variante central; en otras palabras, un Corredor Mediterráneo sin el Mediterráneo.
Lo que necesita la sociedad es confianza, certidumbre, y la seguridad de que los gastos en energía no rompan las economías, que la inflación sigamos reteniéndola, y que los salarios den un triple salto este año.
Dejen de seguir creando problemas, y solucionen el grave de la sanidad pública, apuesten por la educación pública, y sobre todo, crean e inviertan en los servicios sociales.
