La Opinión de Murcia

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Jutxa Ródenas

Erre que erre (rock and roll)

Jutxa Ródenas

El origen

Jutxa Ródenas.

Ya nos buscamos solitas las sensaciones necesarias para tocar el séptimo cielo con la carente necesidad de tener que bajar, una vez elevadas, porque alguien te espera. A veces, no tener expectativas al otro lado de la puerta puede resultar una expresión enriquecedora, una fecunda y productiva vía de escape que puede incluso resultar saludable. Siempre sucede el mismo mantra, la presión social como siembra de duda para tomar cualquier decisión que implique ser mujer.

Aún hoy, a las niñas se le coloca, a modo de juguete, un bebé al que hay que dar el biberón. Los cambiadores, cuando el muñeco es una realidad, están situados en un 99% en el baño de señoras, presiones sociales que ponen de manifiesto la posición de la pelota de responsabilidad, cómo no, en nuestro tejado. Alejando el marcador del partido si pretendemos alcanzar una identidad completa donde no se nos cuestione en un mundo para nada preparado a la hora de cambiar leyes que nos protejan, rebajando penas abusivas y revisando sentencias pactadas de antemano que, como siempre, nos dan de lado.

Una sociedad en la que una mujer que ha tomado la decisión de ser madre no deba renunciar a un sinfín de oportunidades vinculadas a la contrapresión inventada por los que te tachan de egoísta si has decidido llevarlo a cabo sin desistir acción vital , como si la iniciativa es la de no serlo. La maternidad es de lo que puedo hablar, y afirmo sin titubear que es durísima, difícil, extremadamente agotadora y a veces demasiado cruel e ingrata para que se nos tache de frívolas a las que pretendemos una vida paralela sin la defensa a ultranza de haber llegado al grado máximo de felicidad por el hecho de haber parido, acogido o adoptado. Y además, recibir las críticas que nos cuestionan duramente por parte de los valientes que también lo hacen con las que se han puesto el mundo por montera tomando la decisión de renunciar a un acto de suma valentía, como es el de renunciar a alimentar el ego de su capacidad biológica.

Entiendo por sororidad la amistad y el respeto entre mujeres que ni siquiera se conocen, pero saben de qué va esto. A nosotras, desafortunadamente no nos educaron en los valores de solidaridad y amistad, esto ha sido tal vez una competición entre unas y otras. No hablo de iguales porque no lo somos, y que me perdonen las de la crítica consciente y sobre todo los que propongan la teoría del mujerismo. Entre sentirme una diosa por haber parido o un ser vulnerable necesitada de máxima protección, hay un abismo, una extensa gama de tonos capaz de hacernos entender que cada una pueda hacer con su vida lo que quiera, pueda y desee sin la necesidad imperiosa de justificarse ante la cofradía del Cristo del qué dirán.

Celebrar que la fuerza, la alegría, la constancia y la inspiración venga de otra mujer, tal vez a través de una canción, Don’t fait me now (Joy Crookes) como himno a mantenernos firmes sabiendo que si decaes, otra te sujeta.

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