Richard Thaler, premio Nobel de Economía, propuso el empleo de tretas psicológicas, que él llamaba toques o empujoncitos, ‘nudges’ en inglés, para influir en la población y mejorar la toma de decisiones colectivas. Se dirigen, por ejemplo, a animar a suscribir planes de pensiones, utilizar el transporte público o preservar el entorno. Varios países europeos, junto con Canadá y Estados Unidos crearon comités gubernamentales para implantar este tipo medidas. Estas intervenciones, muchas de ellas basadas en campañas informativas o en incentivos, son relativamente fáciles y baratas de poner en marcha. Su eficacia es, sin embargo, dudosa y pueden resultar contraproducentes.
Los Gobiernos las han empleado también para reducir el número de accidentes de tráfico, importante causa de mortalidad asociada a factores complejos, la mayoría de los cuales dependen de la conducta del conductor. Una medida adoptada en algunos países es anunciar en los paneles luminosos de un tramo de carretera mensajes o avisos relevantes para mejorar la circulación. Así, en numerosos estados norteamericanos, las autoridades de tráfico utilizan los paneles de las autopistas para comunicar, una semana al mes, el número de víctimas mortales por accidentes del año en curso. Emplean intencionadamente un mensaje llamativo y de carácter emocional para hacer reflexionar al conductor y que adopte comportamientos prudentes.
Los investigadores Jonathan Hall y Joshua Madsen publicaron este año en la revista Science un exhaustivo análisis de la eficacia de estos mensajes en las autopistas de Texas (Tejas). Encontraron que el efecto era el contrario al perseguido: no sólo no reducen los accidentes, sino que aumentaban levemente, un 1,7%, en el sector de autovía, hasta unos siete kilómetros, después del panel. El problema es que el empleo de mensajes llamativos, como el número de fallecidos, puede distraer la atención de los múltiples aspectos de los que se tiene que ocupar uno cuando conduce y llevar, a su vez, a más accidentes en vez de reducirlos.
Como señalan los autores, un mensaje llamativo, con alto contenido emocional, aumenta el esfuerzo mental, lo que los psicólogos solemos denominar carga cognitiva, disminuye la atención a otros aspectos de la conducción al tiempo que la convierte en más difícil. Impide así una reacción adecuada a las condiciones cambiantes, a veces rápidas e inesperadas, del tráfico.
Varios datos avalan sus explicaciones. Cuando las cifras de muertos son mayores, conforme avanza el año, mayor es el impacto emocional y más accidentes provocan. También aumentan más en las zonas de tráfico más denso o con peores condiciones, donde precisamente se debe prestar más atención. Además, el aumento se da en forma de accidentes múltiples, causados frecuentemente por distracciones del conductor más que por otras razones. Se deduce que su eficacia es mayor en los tramos más seguros y con menor densidad de tráfico, donde menos necesarios serían.
Algunas circunstancias del uso de los paneles pueden confundir a quienes evalúan sus resultados. El mensaje del número de fallecidos se despliega en la pantalla cuando no hay un problema puntual potencialmente peligroso, como obras, lluvia, niebla o atascos u otros incidentes en la carretera. Se puede interpretar que el mensaje ha sido eficaz cuando en realidad no lo es, ya que las condiciones del tráfico son más favorables y es menor la probabilidad de accidentes.
Se concluye la necesidad de evaluar con mucho detalle el efecto de estas intervenciones en todos los casos, por si terminaran siendo ineficaces o contraproducentes. La buena intención no lleva necesariamente a buenos resultados.