La Opinión de Murcia

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Tribuna libre

El barrio del Carmen y el plan de movilidad

El Plan de Movilidad Sostenible que el actual gobierno municipal de la capital murciana está tratando de implementar está creando un malestar bastante generalizado en el barrio del Carmen que en cierto modo era previsible, aunque no con la dimensión que está adquiriendo. La base y los fundamentos de dicho Plan son los pactos y los acuerdos a los que sucesivos Gobiernos de España se comprometieron en un marco supranacional, tales como el Acuerdo de París, el Pacto Verde Europeo o los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Compromisos que son de ‘obligado cumplimiento’ en todo el ámbito en que se rubricaron, con independencia del color político de cada Gobierno. La Unión Europea se ha implicado en su culminación con fondos que cubren su financiación en un plazo determinado como un maná restringido y limitado en el tiempo. Todas las grandes ciudades europeas están inmersas en esta dinámica y el nuevo diseño urbano es constatable.

Por otra parte no es que hayan llegado sobre la mesa de los gobiernos municipales en este momento, ni siquiera en esta legislatura. Ya los tuvo en estudio y en fase inicial de desarrollo el gobierno anterior del alcalde Ballesta, con las mismas exigencias y compromisos que el gobierno actual. El actual gobierno municipal, el del alcalde Serrano, ha tenido que abordarlo como tantos otros programas que estaban en fase de desarrollo, lo que no le exime de responsabilidad alguna a pesar de que no sea una invención o iniciativa suya.

Las previsiones de peatonalización de la ciudad levantarían inquietud y quejas, como las levantaron en otros casos similares de sobra conocidos en Cartagena, entorno de Calle Mayor, Calle del Carmen, o en nuestra ciudad en Alfonso X, Plaza de Santo Domingo, entorno de la Catedral, desde Plaza Belluga a la Calle de Correos. Con idénticos temores de peligro para el comercio de la zona, que en todos los casos quedaron en temores infundados, pues su actividad resultó reforzada tras la remodelación urbana.

La celebración del Pleno de la Junta de Distrito en El Carmen, el pasado día 11, reflejó algo más que un nivel de queja y posible demanda ciudadana lícita, pues la violencia verbal por parte de los representantes de los comerciantes, el caudal de descalificaciones, provocaciones e insultos explícitos pusieron de manifiesto que nadie buscaba el debate civilizado o acuerdo democrático, sino la imposición pura y dura. 

Es evidente que desde La Glorieta la labor informativa desarrollada hasta el momento ha sido muy mejorable, ha faltado una campaña con suficiente antelación, ordenada, abierta, receptiva, didáctica y convincente. La campaña está en marcha desde hace unas semanas en plazas y lugares públicos. A tiempo estamos. Pero el tono de la relación no puede ser el que se respiró en el Pleno referido. 

Porque el fondo del problema no son los derechos lícitos, pero corporativos y de parte, de un sector del barrio, que ha capitalizado la protesta y que se tratan de poner por encima de los derechos generales de la ciudadanía, bajo un lema tan falso como insostenible: «Cierran mi Marrio».

Murcia no es una ciudad industrial; la industria que tuvo ha desaparecido, las chimeneas erectas de las antiguas conserveras que la rodean son testimonio de una historia pasada. Murcia es una ciudad de servicios y, sin embargo, somos la tercera más contaminada de España. Y esa contaminación es producto de una circulación de coches que hay que regular irremediablemente. Por la salud de los murcianos y para que Murcia sea la ciudad amable que no es por los atascos, por el humo, por las dobles filas de coches, incluso subidos sobre las aceras que le han comido el espacio al peatón.  

La ciudad y el barrio amables que beneficiarán al ciudadano, y también al comercio, un barrio con espacios acogedores, con zonas peatonales sin coches amenazantes, sin contaminación, sin humos y sin emisiones, con un buen sistema de transporte público, con carriles bici y servicio de alquiler como en toda ciudad moderna que se precie. 

El Barrio de El Carmen no puede seguir siendo un aparcamiento disuasorio para cruzar el río y hacer compras en el centro de la ciudad, o irte al lugar de trabajo o de servicios que el centro te ofrece. Que nadie nos engañe, eso no da vida al barrio, sino que lo hace insufrible y tedioso. 

El barrio no puede seguir siendo la vía rápida que atraviesa la ciudad, evitando las rondas de circunvalación, con rumbo a las pedanías del extrarradio, como hoy es el eje Calle Floridablanca, Princesa, Infante Juan Manuel o el eje Puente Viejo, Alameda Colón, Calle Floridablanca, Carretera de Alcantarilla, a velocidades excesivas. 

Y esta ciudad amable que promueva la convivencia, el encuentro, actividades lúdicas y culturales, promoverá también el comercio, pero ha de ser apostando por reducir la contaminación y poder respirar un aire más limpio con menos coches que hagan nuestro barrio más sostenible, sano y saludable. El barrio cuenta con unos reclamos atractivos inéditos y únicos: tenemos el primer jardín público de España, el de Floridablanca, y unos servicios públicos abiertos a los otros barrios del entorno inmediato una vez que hemos eliminado la barrera del ferrocarril, pero algunos de ellos resultan poco accesibles hasta para los propios carmelitanos, como el Mercado de Abastos de la Alameda Capuchimos. El Cuartel de Artillería recuperado para la ciudadanía, el Conservatorio, el Centro Párraga. ¿Es un sueño pensar en que reabran alguna sala de cine de tantas como tuvo el barrio? ¡Los cines Floridablanca siguen cerrados pero servibles! Lo único que sobra en el barrio y en Murcia son salas de juego que están promoviendo una ludopatía enfermiza desde edades bien tempranas, con una actividad ‘comercial’, pero que ha devenido en casi ilícita. 

Nadie va a cerrar el barrio, pero hemos de facilitar que su acceso no sea con ‘mi coche bajo el brazo’.

Una nueva red de transporte público sostenible y no contaminante se impone y unos aparcamientos para residentes y zonas de carga y descarga imprescindibles. Si estos son los objetivos del Plan de Movilidad Sostenible, bienvenido sea. Que cada palo aguante su vela y cada cual asuma su responsabilidad. El Ayuntamiento en primer lugar y en primera fila. 

Bienvenida la ciudad para el peatón; la ciudad para el coche pertenece al pasado. 

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