La Opinión de Murcia

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El retrovisor

A propósito de Chys

Manuel Fernández- Delgado Maroto en su despacho de Chys en 1962.

Fue un 5 de marzo de 1951 cuando mi siempre querido y recordado Manuel Fernández-Delgado Maroto inauguraba Chys en un enclave neurálgico del comercio murciano, la calle de la Trapería. Establecimiento dedicado a la venta de complementos decorativos, objetos de decoración, arte y antigüedades.

Un nombre comercial posiblemente derivado del término francés ‘Chic’ que definía el buen gusto y la exquisitez, virtudes de las que igualmente gozaba don Manuel. Un hombre jovial, de buena presencia, con el bigotillo típico de la época que enmarcaba una sonrisa cautivadora. Seguramente don Manuel tuvo muy en cuenta en la elección para la ubicación de su negocio su admiración por aquel otro comercio del 1900, La Dalia Negra, que estuvo ubicado unos metros, arriba o abajo de lo que más tarde sería Chys. Lo manifiesta en un delicioso artículo titulado «Las Cuatro Esquinas, hace 50 años», fechado en 1949, donde relata con todo detalle las características de aquel viejo comercio y de su propietario.

Su gran afición por el arte le hizo rodearse de los mejores artistas de su tiempo, convirtiéndose en el gran valedor de la Bellas Artes murcianas en aquella época dorada que supuso la segunda mitad del siglo XX.

Su fallecimiento en 1971 dejó la puerta abierta para nuevas ideas en manos de su hijo Manuel Fernández- Delgado Cerdá (Manolete para sus muchos amigos), que amplió el legado de su padre, dando vida al sótano del establecimiento al convertirlo en codiciada galería de arte para los artistas de Murcia. Desde la primera exposición de Molina Sánchez, hasta la última de mi buen amigo Julio García Abril, han transcurrido 71 años de arte en Murcia.

La persiana bajada de Chys produce más que cierta melancolía. Su escaparate fue sin duda el más visto de la ciudad, en el que se admiraban desde pañuelos de pura seda italiana hasta el último bodegón pintado de Ramón Gaya.

Exposiciones inolvidables como la de los retratos de Mariano Ballester, esculturas de José Planes o González Moreno. Pedro Flores, Paco Cánovas o aquella primera exposición tras el exilio de Ramón Gaya, Muñoz Barberán, Párraga y toda una pléyade de artistas de ayer y de hoy que se dieron cita en Chys. Allí, en su escaparate, tuve la oportunidad de exhibir el retrato que pinté a Carlos Valcárcel Mavor para su último homenaje y que hizo que numeroso público se arremolinara para contemplarlo.

La nostalgia se cierne sobre uno al pasar por la Trapería, una calle viva, que hoy luce demasiadas persianas bajadas, especialmente la de Chys.

Ya nada es igual o casi igual en las Cuatro Esquinas, como escribía Manolo Fernández-Delgado Maroto en su artículo. Nada es para siempre.

El café se enfría, el cigarro se apaga, el tiempo pasa para mejor o peor, y todo cambia.

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