La Opinión de Murcia

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Fulgencio

Lecturas comentadas

Fulgencio Martínez

La importancia de estar presente para los otros

El descuido del ángel es la tercera novela de la autora madrileña Ana Montero del Amo, quien nos dejó en 2021. La obra ha sido publicada por Punto Rojo gracias al cuidado de su hermana, la periodista Beatriz Montero, y del hijo de Ana, Carlos. Ana Montero del Amo publicó una primera narración, El laberinto de la tía Mara, donde mostraba ya una fluidez extraordinaria en la narración, un dominio del tempo del relato y la creación creíble de los caracteres novelescos; cualidades que la escritora ha mantenido y consolidado en esta tercera novela.

En medio, publicó La primera ventana, relato en el que la autora ensaya y afila la técnica de las diferentes perspectivas con las que se presenta un contenido, en este caso, una relación sentimental descuidada (no necesariamente fracasada).

Se apuntaba también, en esa segunda novela de la autora, la apertura a lo sobrenatural y a lo mágico, elementos insertos con pericia y naturalidad en las situaciones cotidianas que viven los personajes, y que aparecen en momentos cumbre de la peripecia narrativa. Subrayan, en ocasiones, un clima emocional, como la música en una película (cuando esa música acierta a integrarse en el hilo narrativo, llevándole al espectador a mirar hacia dos puntos, a la pantalla y a otra parte, quizá más íntima).

Lo sobrenatural funciona asimismo como pausa del relato, el de unas vidas que, si la consideramos en sí mismas, en su fluir fenoménico (por así decir) tienen mucho en común con otras vidas vulgares (y de ahí, sin duda, su interés para el lector, que está ya harto de construcciones abstractas e intelectuales en ciertas novelas). La pausa genera de suyo una expectación (ocurre también esto en la comunicación ordinaria) y al romper el automatismo de la lectura de los sucesos tanto como de la narración de los mismos, separa lo sucedido de la narración y por otra parte suscita la reflexión en quien sigue con avidez ambas cosas, los hechos y el relato, que no siempre han de coincidir en el tiempo ni en la forma, a veces tampoco en el fondo.

Ana Montero del Amo L.O.

Este arte sutil lo domina la narradora Ana Montero del Amo: trenzar cabos que se han dejado sueltos y se van reuniendo con sencilla precisión, acorde con el tempo rápido, casi de relato corto o de cuento, que tienen las tres novelas citadas, y en especial, la última, El descuido del ángel.

En esta, todos los recursos técnicos anteriores se perfeccionan, superando incluso a las dos anteriores novelas en cuanto al tema o contenido narrativo recurrentes en la autora: lo familiar y sus conflictivas vicisitudes, y particularmente la obsesión por la posesión material (dinero, casa, herencia, los bienes relictos) confrontada a la evolución espiritual y emocional de los personajes.

El nudo narrativo lo provocan en las novelas de Ana Montero del Amo descuidos, como reza el título, inadvertencias (oscitancias, como también lo denomina la escritora, y reparemos en esta no habitual palabra, que yo he aprendido en la lectura de la novela). Pero oscitancia o descuido implica algún tipo de consecuencia o negligencia que tendrá su importancia en los demás (a pesar de su etimología -viene de bostezar, en latín oscitare- oscitancia- la palabra está muy bien escogida para indicar un mal ocasionado que no implica maldad en el agente, sino al contrario, una bondad angélica, como la del personaje central de la novela (Ángel, el padre), quien genera un dolor y un desgarro vital en su ‘viuda’, Marisa, su secretaria y luego compañera de su vida durante años, y hasta su final, y a la que, en su testamento descuidó para mantener a salvo la herencia de sus hijos habidos con su mujer legalmente reconocida.

La enseñanza de la novela (todo relato ha de tener una parte de apólogo) consiste, en mi opinión, en compartir una experiencia con el lector: la de la importancia de estar presente en los demás, a través del recuerdo, el cariño, la protección y el estímulo a ser mejores como personas, con todos nuestros defectos y todos nuestras oscitancias, todos nuestros descuidos que pueden ser terribles a veces, aunque no reparemos en ello, para los demás, pero que siempre pueden tener arreglo si hay buena salud del alma.

La novela de Ana termina agradeciéndole a sus lectores por la energía que le han dado, y pensamos que le dan y seguirán dando en el futuro, con la lectura atenta y gozosa de esta estupenda y sencilla novela, El descuido del ángel.

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