La Opinión de Murcia

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Gema Panalés

Todo por escrito

Gema Panalés Lorca

Perturbaciones electorales

Otro año más me ha tocado cubrir la campaña electoral. Qué fastidio. Antes, las campañas duraban quince días (el periodo que fija la ley), sin embargo, ahora los partidos activan su maquinaria de comunicación y propaganda meses antes de la cita electoral. Este año, la campaña de las autonómicas y municipales ha irrumpido en nuestras vidas como el turrón en el súper: antes de tiempo y con la misión de empacharnos. 

Es cierto que los políticos lo tienen cada vez más difícil a la hora de captar nuestra atención: los vídeos de gatitos y bailes en TikTok les han robado todo el protagonismo, así que han sustituido los tradicionales mítines por innovadoras puestas en escena. 

Aquí, en nuestra Región, el otro día fui testigo de una de las ruedas de prensa más epatantes de mi carrera periodística. Resulta que la diputada que nos había convocado no solo no dio declaraciones, sino que se quedó muda. Su jefe de comunicación, el cerebro ‘en la sombra’, nos entregó una nota en la que explicaba que su señoría permanecería sin moverse de su escaño y con la boca tapada con cinta aislante durante las siguientes 24 horas, para denunciar el ‘secuestro’ de su grupo. 

Se armó tal revuelo que France 24 y The Guardian vinieron a Cartagena para retransmitir la performance en tiempo real, desde el interior del hemiciclo. Puedo constatar que la parlamentaria ni comió ni bebió nada durante esas 24 horas, en las que tampoco abandonó su escaño ni para ir al baño.  

La ‘política performance’ está pegando fuerte este año. En uno de los actos convocados en defensa del Mar Menor la semana pasada, el líder de la oposición se despojó de toda su ropa y se lanzó al agua, ante los boquiabiertos periodistas. Auxiliado tan solo por unos manguitos con forma de caballito de mar, el político (a pesar de ser un hombre de secano) nadó durante horas hasta alcanzar La Perdiguera, donde declaró que su desnudo integral era una metáfora de ‘la extrema vulnerabilidad’ de la laguna salada.  

Los autodesnudamientos voluntarios son infalibles en términos político-comunicativos, como ha demostrado su precursor, el presidente del Gobierno de España, quien, por primera vez, lidera todas las encuestas y tiene garantizada su continuidad al frente de La Moncloa, a un año de las elecciones. Y es que su popularidad se ha disparado a raíz de la publicación en Instagram de una foto en la que el presidente aparece tendido entre sábanas blancas, despeinado y con el torso desnudo, mientras mira a la cámara con una placentera y sugerente expresión. El escueto hastag que acompaña a la instantánea, #MeAfterSex, ha dado nombre a un reto viral por el que celebridades y usuarios de todo el planeta se exhiben ante la cámara, justo después de haber alcanzado el orgasmo. También se ha viralizado el favorecedor filtro de Instagram ‘Presidente postcoital’.

Todos estos esfuerzos comunicativos electorales tienen como únicos destinatarios a los codiciados indecisos. Por suerte, aquellos que aún no tenemos decidido el voto podemos confiar a Netflix la elección de nuestro representante político. El infalible algoritmo nos conoce mejor que nosotros mismos y, por lo tanto, sabe lo que nos conviene. 

Me he despertado desorientada y con la boca seca. Las ‘cinco especias chinas’ de la comida han hecho de las suyas. Menudo viaje psicotrópico a la hora de la siesta. Al mirar a mi alrededor, he sentido un inmenso alivio: esta vez, la campaña electoral no me engullirá en su desquiciada vorágine. Una pena que ya sea demasiado tarde para mi perturbado inconsciente. 

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