La Opinión de Murcia

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Diego Jiménez García

Desde mi picoesquina

Diego Jiménez

Viaje solidario por Cuba (I)

El grupo expedicionario frente al monumento al Che Guevara en Santa Clara L.O.

Sobre las diez de la noche, hora cubana, del pasado 11 de octubre, el avión procedente de Madrid tomaba tierra en la pista del pequeño aeropuerto de Santiago de Cuba. Por sus escalerillas descendimos 21 personas procedentes de Murcia, el grupo más numeroso, y de Salamanca, Palencia y Torrevieja. Por iniciativa de la Asociación Entrepueblos-Murcia, viajábamos a Cuba, en un periplo que desde Santiago nos condujo a La Habana, visitando durante quince días Camagüey, Trinidad, Cienfuegos, Santa Clara, Varadero y Matanzas.

Pretendíamos, aun simbólicamente, con la entrega de varios paquetes de ayuda solidaria, romper el criminal bloqueo que desde hace más de sesenta años viene asfixiando la economía y la vida cotidiana de aquellas nobles gentes. En Madrid habíamos facturado cada persona dos cajas, además de nuestras maletas, por lo que nuestra colaboración se concretó en 42 paquetes conteniendo ropas, medicinas, artículos de higiene, material escolar e incluso trajes de novia, que serían entregados a lo largo de nuestro periplo por la isla.

De la recogida se encargaron personas del ICAP (Instituto Cubano de Amistad por los Pueblos), que se constituyeron, además, en nuestros anfitriones, haciéndonos la estancia, no sólo más agradable, sino también más cálida y fraternal. Rocío, murciana pero residente en Cuba, nos facilitó la estancia y nos puso en contacto con notables personas del ámbito cultural santiaguero.

Tras el obligado descanso en el hotel Imperial situado en la céntrica calle Enramada, arteria peatonal que se constituye en el auténtico pulmón de Santiago de Cuba, el día 12 tuvimos la suerte de asistir a una interesantísima conferencia en el Centro de Conservación de la Ciudad, adjunto a la Universidad de Oriente. Omar López Rodríguez, director de la Oficina del Conservador de la Ciudad, tras afirmar que llevan veinticinco años destinando esfuerzos para ello, nos ilustró sobre el origen y la evolución de ésta, destacando la importante afluencia de africanos a la misma, así como haitianos y chinos a partir del siglo XIX, lo que le confiere ese carácter cosmopolita, multicultural y multiétnico.

Santiago de Cuba, dijo, es la ciudad de los seis paisajes: el casco antiguo; el paisaje fortificado de El Morro; el paisaje arqueológico cafetalero; el paisaje del cobre y su entorno; el paisaje funerario, con el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia (que acoge los restos, entre otros, de Manuel Céspedes, José Martí, Fidel Castro y Compay Segundo), y el paisaje arqueológico subacuático, que recuerda el desastre de la flota del almirante Cervera. Omar nos recordó, además, que Santiago es la cuna de José María Heredia y Heredia, primer poeta romántico, además de que en la ciudad se produjo el 26 de junio de 1953 el asalto de un grupo de guerrilleros comandados por Fidel Castro al cuartel de Moncada, acción fracasada pero que supuso el inicio de la Revolución cubana.

Santiago es una ciudad creativa y musical, origen de ritmos como el son, la trova, el bolero, y orgullosa de su participativo carnaval. El periplo por sus calles, al día siguiente, contó con una historiadora, guía culta y muy informada, Raquel Blanco, que nos llevó a lugares tan emblemáticos como la catedral, rehabilitada tras el huracán Sandy en 2012, el Balcón de Velázquez, inicio del sistema de fortificación de la ciudad, y el citado cementerio de Santa Ifigenia, completando su visita guiada, al día siguiente, con la Virgen del Cobre, basílica construida en 1927 en los accesos a la Sierra Maestra.

Interesantísima también fue la conferencia que, en el contexto de la reunión anual de la Unión de Historiadores de Santiago, pronunció, el día 15, también en el Centro de Conservación de la Ciudad, Ricardo Hodelín Tablada, médico e historiador que en 2021 recibió el Premio 26 de Julio en investigación por su libro La inocencia de los patriotas. Fermín Valdés Domínguez y los estudiantes de Medicina fusilados (en 1871), del que nos ilustró profusamente.

El resto del circuito turístico, que desde Santiago nos condujo a La Habana, lo hicimos con un guía muy culto, amante de la Literatura y de la Historia: Ismar. Con él cubrimos el largo trayecto entre Santiago y la bella Trinidad, recalando para comer en la no menos hermosa ciudad de Camagüey, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. Tras un breve recorrido por Trinidad y Cienfuegos, era obligado conocer en Santa Clara el Museo del Che y el del asalto al tren blindado de Batista, hecho acaecido a finales de 1958 y que precipitó el triunfo de la Revolución y, a la vez, la huida del dictador.

Tras dos días en un resort de Varadero, para relajarnos y reponer fuerzas, viajamos el 21 hacia La Habana con parada en Matanzas, localidad que merece ser visitada. En la capital, nos alojamos en el Hotel Nacional de Cuba, ubicado en el barrio de El Vedado, y cuya historia puede rastrearse con una visita guiada.

Estando en La Habana era obligado hacer un tour turístico en coches antiguos (carros para los cubanos), que completamos el día 22, así como conocer, en el casco antiguo, las emblemáticas Plaza de la Catedral, Plaza de Armas, Plaza de San Francisco de Asís y Plaza Antigua, recorrido que cubrimos con un guía.

En La Habana también tuvimos sendos encuentros con Froilán González y su esposa Adys Cupull, biógrafos del Che, y con el viceministro de Cultura, de los que haré una referencia más extensa en un próximo artículo.

Pero nuestro viaje, amén de un contenido turístico, tenía, ante todo, un fin solidario. Cuba, en virtud del criminal bloqueo arriba citado, necesita de todo. Por ello, una de las conquistas de la Revolución, un sistema educativo que ha erradicado por completo el ancestral analfabetismo en que la dictadura de Batista tenía sumida a la población, no está exento de esas carencias. Falta material escolar para unas escuelas e institutos en los que el alumnado sigue asistiendo a clase con sus inmaculados uniformes y, pese a la escasez de suministros de la isla, disfrutando de comedores escolares. Nuestro grupo visitó en Santiago el colegio de educación especial Manuel Enrique Isla Pérez, situado en el Micro7 del distrito José Martí, y que acoge a 126 escolares de primero a noveno grado. Para constatar la importancia que la Revolución cubana sigue otorgando a la Educación, baste decir que este centro educativo cuenta con una plantilla de 53 trabajadores, de los cuales 43 son docentes, con una envidiable ratio, que para nuestro país quisiéramos, de 1/3.

Tras la emotiva recepción por un grupo de alumnas y del profesorado del centro, con su directora al frente, se hizo entrega a ese colegio de varias cajas con material escolar solidario, con más de 200 mochilas, gesto que contó con el agradecimiento de alumnado y profesorado.

El colegio, coordinado con los ministerios de Trabajo y Seguridad Social, acoge a los chicos y chicas hasta los 18 años y los prepara para ejercer un trabajo manual y técnicas agropecuarias, contando con equipos de logopedas, psicopedagogos, psicoterapeutas y otras personas colaboradoras del municipio en contacto estrecho con el Ministerio de Educación. Y pese al déficit de libros y material escolar, el centro tiene una biblioteca. La directora, que agradeció la ayuda entregada, nos recordó que los veintiséis centros específicos con que cuenta Santiago reciben ayudas solidarias de Cuba-España y la Asociación Ernesto Che Guevara.

Otras entregas de material solidario se produjeron en la Residencia de Ancianos América Labadi, de Santiago, en donde dejamos jabones de lavar y de aseo, maquinillas de afeitar y tomate frito; en el colegio de Primaria de La Habana Adalberto Gómez Núñez, que recibió un lote de caramelos, lápices y jabones; y en dos cooperativas, Model y Dajo, también en La Habana, se entregaron trajes de novia.

Cuba, ese bello país de gentes cultas, alegres y extrovertidas, que sienten a los españoles y lo español como algo propio, merece seguir recibiendo nuestra solidaridad.

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