Opinión | Luces de la ciudad
Ernesto Pérez Cortijos
Qué susto

Don Juan Tenorio / L.O.
Debería ser yo muy niño por aquel entonces porque no llegaba a comprender con exactitud el argumento de aquella obra teatral que Televisión Española emitía la víspera de Todos los Santos, año tras año, como si de un ritual sagrado se tratara. Ya habrán adivinado que me refiero a Don Juan Tenorio y a las míticas emisiones del programa Estudio1.
Aunque no hubiera mucho donde elegir, TVE o el UHF, aquellas retrasmisiones eran una cita obligada para mí. Un año tras otro, la obra de Zorrilla conseguía atraparme entre sus redes, sobre todo esa parte final ambientada en un cementerio siniestro donde los muertos cobraban vida.
—¿Y aquel entierro que pasa? —preguntaba Don Juan.
—Es el tuyo —contestaba el espíritu del comendador.
—¿Muerto yo?
Aquello me fascinaba y por mi mente transitaban a gran velocidad todo tipo de fantasmas, espectros, difuntos, almas en pena… y claro, luego pasaba lo que pasaba, que me iba a la cama literalmente acojonado. Y para colmo, al día siguiente, en rigurosa procesión, la familia al completo visitábamos el cementerio y después, todos a comer, ya saben: hermanos, tíos, primos y demás familia…
Para mí, esta fecha estaba envuelta en un aura de misterio por el que me sentía absolutamente hechizado; de hecho, desde entonces experimento una atracción especial por los camposantos. Sin embargo, aunque en la actualidad se mantengan la mayoría de las tradiciones relacionadas con este día, siento que ya no es lo mismo, ¿o soy yo quien ya no es el mismo?
Sin duda los tiempos han cambiado y no nos impresionan las mismas cosas (quizá porque hay otras más espeluznantes de las que preocuparnos), por tanto, ahora nos toca lidiar con Halloween, esa festividad anglosajona que con tanta fuerza ha arraigado en nuestra sociedad.
¿De qué se asustan los chicos de hoy? ¿De los disfraces de terror? ¿De las calabazas iluminadas? Seguro que no, y mucho menos después de estar hartos de ver películas, series y videojuegos de zombis sangrientos y monstruos horribles.
Conste que Halloween no me molesta, todo lo contrario. Bienvenida cualquier excusa para celebrar una fiesta, y más con lo que esta conlleva para comercios y locales de restauración y de ocio, pero puesto a elegir me sentiría mucho más cómodo festejando su versión original, la fiesta pagana que los antiguos celtas denominaban Samhain, en gaélico ‘el final del verano’, que se celebraba el último día de octubre conmemorando el cambio de estación. Supuestamente esa noche los difuntos podían caminar entre los vivos.
Pero consciente de la imposibilidad de este salto en el tiempo, me siento frente al televisor con la esperanza de que los espíritus de Don Juan y Doña Inés se manifiesten de nuevo.
Llaman a la puerta y me sobresalto. Abro. Son dos niños disfrazados de esqueletos que al verme levantan los brazos y gritan con el ánimo de atemorizarme y como no quiero aguarles la fiesta, con un gesto sobreactuado me llevo la mano al corazón y exclamo: ¡Qué susto!
Suscríbete para seguir leyendo
- Máximo Huerta: 'De todos los errores que he cometido en mi vida, el gran acierto ha sido montar una librería
- Niño Becerra enciende las alarmas: «Si vamos a peor, en verano podemos llegar a una situación Covid de paralización de la economía mundial»
- José Abellán (cardiólogo, Murcia): 'Para saber si has descansado bien el indicador más fiable es cuando terminas de comer
- Golpe a la droga en Murcia con al menos cinco detenidos y 25 kilos de cocaína incautados
- Premios Pueblo del Año 2025 - Región de Murcia
- El Ayuntamiento de San Javier alerta a los vecinos de la gravedad de la plaga del picudo rojo
- Ábalos se llevó 550.000 euros en mordidas con las obras del AVE en la Región de Murcia, según la UCO
- Oficial: llega el nuevo registro horario y las empresas tienen que entregar a los trabajadores un recibo con las horas extra