La Opinión de Murcia

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Lucía Perán Alcázar

A la señora GPS

Hace unos días me perdí. Seguí las indicaciones de esa señora que nos dice que nos mantengamos en el carril de la derecha para tomar una determinada dirección. ¿Me equivoqué yo o se equivocó ella? Eso está por ver. El caso es que me dijo que tomara la salida trece y, aunque el numérico ya me chirrió, la obedecí. Nada del paisaje me sonaba, nada de lo que iba encontrando me decía que andaba por el trayecto correcto y, a pesar del desconcierto, seguí. Por un momento me sentí como los protagonistas del dicho popular del tonto y la linde: la linde se acaba y el tonto se empeña en seguir caminando. De pronto, me vi en un paraíso de montañas, no buscado, encontrado. Caían sobre la luna del coche millones de gotas que desprendían millones de árboles. La luz se desvanecía, sin cobertura y ni idea de dónde estaba. Me preocupaba más llegar una hora tarde a mi destino, que la lujuria de andar perdida. Las montañas me abrazaban, me besaban en la frente, me hipnotizaban y yo ahí me dejo mimar. La historia terminó, como tenía que acabar, con un rescate, pero no sé cómo ponerme en contacto con la señora GPS. Quiero agradecerle la experiencia.

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