La Opinión de Murcia

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Lo veo así

Pity Alarcón

El relativismo de Pedro Sánchez

María González Veracruz Israel Sánchez

María González Veracruz, exdiputada en el Parlamento nacional, exsecretaria de Ciencia, Participación y Política en Red del PSOE, exdiputada en la Asamblea Regional de Murcia por el mismo partido, ha sido nombrada secretaria de Estado de Telecomunicaciones. Y esta es una buena noticia para María y para el PSOE también.

El tiempo es el mejor bálsamo para curar las heridas de los agravios, y esto es lo que está ocurriendo en el PSOE (en el ámbito nacional más que en el regional), cosa de lo que hemos de alegrarnos porque en el ambiente político no hay tanta gente que sobre si ha demostrado competencia. Y María González Veracruz, a lo largo de su vida política ha demostrado sobrada capacidad en los puestos que ocupó, y que debió abandonar hace tres años, cuando se vio fuera de la actividad pública. Un tiempo que ella aprovecho para aprobar las oposiciones a profesora de Enseñanza Secundaria e impartir clases en un instituto. Una prueba de inteligencia, porque los servidores públicos, todos, deberían de tener algo en que ocuparse cuando dejan de hacer política como garantía de que no se aferraran al sillón, a cualquier precio (fuera de la política gozan de limitadas habilidades), en lamentable espectáculo.

El nombramiento de María González Veracruz, como antes la recuperación de Patxi López como portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso de los Diputados o el contar de nuevo con políticos como Óscar López, Antonio Hernando, o la actual portavoz del Gobierno central, Isabel Rodríguez, entre otros, nos habla de que el tiempo de las revanchas pasó, y esto ha de llenarnos de satisfacción, porque el sentimiento de desquite, de odio, hace más daño al que lo padece que a los propios afectados. El olvido de los agravios es un signo de madurez y de inteligencia. Y en este caso, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, viene haciendo un ejercicio inteligente de olvido; primando el valor de las personas y dejando atrás aquello que, en algún momento, le pudo hacer sentir ultrajado, porque como alguien apuntó alguna vez, que se nos haga un agravio no significa nada, a menos que insistamos en recordarlo.

Desde hace un tiempo, tenemos la sensación de que los partidos políticos (el PSOE tampoco) no están sobrados de políticos con especiales capacidades. Hay demasiado mediocridad en todas las formaciones, así es que el que María González Veracruz vuelva a la política activa, a las órdenes de la vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, para ocupar la secretaría de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales es una buena noticia. Por ella, y por la manifiesta superación de pasados traumas en el partido socialista. Traumas que solo sirven para lastrar y caer en la tentación de prescindir de personas como González Veracruz, licenciada en Bioquímica por la Universidad de Murcia, profesora de Física y Química y con una larga experiencia en la política nacional y regional. Y la recuperación de María para la política me ha hecho reflexionar sobre lo cambiante que es la vida, sobre la importancia que damos a según qué temas: inevitable mencionar aquí al escritor Manuel Vicent que ha sabido definir como nadie la necesidad de relativizar ciertas cosas.

«Imagino a Hamlet en escena con un estilete en la mano enumerando todas las desdichas humanas: la congoja de un amor desairado, el ultraje del opresor, la traición de un amigo, el desdén del soberbio o cualquier otra injusticia. Si en lugar de fingirse loco fluctuando entre las profundidades de la filosofía, el arrojo de la venganza o el suicidio, al final de cada agravio, envainada la daga, hubiera exclamado: ‘Bueno, y qué’, y luego se hubiera rascado una pierna, Hamlet hoy no sería el ente brumoso y atormentado de la tragedia, sino el príncipe de un relativismo de andar por casa que hace de la duda una fuente de felicidad y no de desdicha». Pues eso, a relativizar.

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