La Opinión de Murcia

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José María Martínez Selva

Escuela de calor

Durante el intenso calor del pasado verano nos ha sido más fácil recordar la canción Escuela de calor del grupo Radio Futura, y su pegadizo estribillo. Las temperaturas extremas, tanto altas como bajas, son formas de estrés que ponen en tensión el funcionamiento de distintos sistemas corporales y pueden provocar o agravar por distintas vías dolencias varias e, incluso, causar el fallecimiento de personas de ciertas edades y condiciones de salud. En todo el mundo más de un millón y medio de personas murieron en 2019 como consecuencia de temperaturas extremas.

Los efectos no son simétricos, ya que por un lado, el frío provoca en general más mortalidad que el calor y, por otro, el calor está relacionado más con causas externas de enfermedad y mortalidad: accidentes de tráfico, caídas, agresiones violentas, suicidio y ahogamiento. A más calor, se dan más muertes por estas causas, en especial en los hombres, desde la adolescencia hasta la mediana edad. Estas circunstancias externas están relacionados con los cambios que provoca el calor en los sentimientos y en la forma de comportarse.

Las altas temperaturas provocan en muchas personas malestar e irritación y a veces emociones intensas como la ira, lo que facilita reacciones impulsivas. Aumenta el tráfico y empeora la forma de conducir, lo que eleva los riesgos de accidentes. Darse un baño es una de las reacciones más típicas y junto a ella el aumento estival de los ahogamientos En distintos países y ciudades las altas temperaturas van asociadas a incrementos en la delincuencia. Se sale más a la calle, se consume más alcohol y la mayor interacción social lleva a más riesgo de contagio emocional, discusiones, conflictos y agresiones, con más oportunidades de cometer delitos, entre ellos los ataques a las personas.

En relación con la salud mental, el calor extremo altera a muchas personas y cuando hay predisposición, puede desencadenar trastornos mentales o agravarlos. El calor extremo y otras formas de estrés, como el exceso de ruido, pueden influir de distintas maneras, por ejemplo a través de problemas del sueño que pueden, a su vez, empeoran los trastornos psicológicos. Un grupo de investigadores, dirigidos por Ausruta Nori-Sarma, de la Universidad de Boston, ha encontrado que, entre los años 2010 y 2019, los días de más calor aumentan los pacientes que acuden a las urgencias psiquiátricas. Esta mayor incidencia afecta a trastornos muy variados, desde adicciones hasta problemas como depresión, ansiedad, trastornos de tipo psicótico o intentos de suicidio. Encontraron una relación directa: cuando las temperaturas eran más altas, más pacientes acudían a los servicios de urgencias. Sin querer dar ideas, una razón más prosaica de ir a urgencias, no desdeñable en algunos entornos, es que durante unas horas, a veces demasiadas, se pueden proteger del calor en el hospital.

No iban tan desencaminados los miembros de Radio Futura. Estos efectos generales están influidos por la cultura y las condiciones de vida: infraestructura y servicios comunitarios, situaciones de pobreza o exclusión, y en las muertes violentas, por la disponibilidad de armas de fuego. En Estados Unidos se ha observado que las altas temperaturas causan más daño en las regiones menos adaptadas al calor, bien porque hay menos instalación de aparatos de aire acondicionado y menos piscinas o bien porque la población habitualmente expuesta sabe cómo protegerse. Esto último, aprender a protegerse del calor, y conseguirlo, parece que cada vez más será una habilidad necesaria de las personas, ayudadas por las instituciones.

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