La Opinión de Murcia

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Andrés Torres

Cartagena D.F.

Andrés Torres

Rupturas

Las posibles parejas de baile para las que unos cuantos miles de votos y un par o más sillones en el pleno pueden ser vitales son un Cs venido a menos de Padín; un Podemos con Leli García como previsible candidata a la alcaldía, un Vox que como le ocurrió a los extremistas de la izquierda, también parece desintegrarse por la derecha; y el nuevo partido de Castejón

Ana Belén Castejón y Noelia Arroyo. Iván J. Urquízar

Menos mal que siempre nos quedará una Tamara para refugiarnos en la irrealidad de la caja tonta, cuando resulta que lo de tonta no va por la caja, sino por los que nos quedamos hipnotizados delante de ella para olvidarnos de la última factura de la luz, del último depósito lleno, del último carro de la compra… Hasta hemos aparcado en una recóndita esquina de nuestro cerebro la amenaza nuclear de lo que algunos ya consideran la tercera guerra mundial. Estos días andamos distraídos con otra guerra, la de los impuestos, con los presidentes autonómicos, el nuestro incluido, completamente desatados en una especie de competición por ver quién inventa la más grande para entronarse como el rey de las bajadas. Seguramente, nada tiene que ver que, en apenas unos meses, nos volveremos a ver ante las urnas para decidir quién nos gobierna o desgobierna.

Si acaba de hacerse trizas el Gobierno independentista catalán y su peso en las imprentas y en las pantallas ha perdido toneladas de interés mediático. ¿Dónde están aquellos tiempos en que el ‘procés’ se disputaba el protagonismo incluso con la pandemia? ¿Pandemia? Sí, pandemia, que lo del covid ya está al mismo nivel que la gripe en repercusión y en nuestras rutinas, pero ahí sigue. Curioso que el mismo bicho que nos tuvo prácticamente encarcelados en nuestros propios hogares haya quedado en algo casi inofensivo en tan poco tiempo. Bueno, mejor así.

Se empeñan estos políticos en hacerlo tan complicado que no me extraña que el affaire de la Falcó resulte mucho más atractivo, por lo simple que es de entender y por aquello que pregonaba la telenovela de que los ricos también lloran, aunque más que por sus desamores, por el nuevo gravamen a las grandes fortunas. Que no nos engañen, que la auténtica pelea es con la cuenta corriente y el monedero, donde quieren meternos los bolsillos y, encima, que les aplaudamos, les demos las gracias y depositemos la confianza en ellos con una papeleta tan exenta de compromiso y tan efímera como el anuncio de boda entre la hija de la Preysler y su exnovio.

El amor es ciego, pero la confianza hay que ganársela y tenemos que andar con los ojos bien abiertos para que los Onievas de la política de una y otra cuerda no nos la cuelen con promesas hipnóticas, que nos distraigan de nuestra auténtica batalla del día a día. Y si hay que romper la cuerda, pues se rompe. Que en este país somos muy dados a creer que la lealtad es seguir a pie juntillas lo que nos dicen los de nuestro bando y nuestra banda, sin detenernos ni un instante a analizarlo.

Nuestro gobierno actual en el Ayuntamiento es fruto de ellas. Le costó a nuestra vicealcaldesa romper con el PSOE, su partido de toda la vida, para sellar su alianza con PP y Cs. Pero en la política, como en el amor, la pasión inicial es temporal y la cita con las urnas contribuye a apagar la llama de los pactos. Es ley de vida. Afortunadamente, el binomio Arroyo-Castejón, rematado por la necesaria aportación de Padín, ha dado estabilidad a nuestra ciudad, ha ahuyentado espectáculos de otros tiempos y ha servido para avanzar en algunos proyectos importantes y, sobre todo, para planear un nuevo impulso para la capitalidad mediterránea Patrimonio de la Humanidad en la que queremos convertirnos. Pero llegará el momento en que tendrán que compaginar su papel de aliadas con el de rivales, puede que incluso haya llegado ya, a poco más de medio año para las elecciones municipales, con la alcaldesa afianzándose como la mejor opción del PP para competir en las urnas y la vicealcaldesa lanzando su nuevo mensaje positivista de su nuevo partido, Sí Cartagena. Padín, por su parte, bastante hará si logra sobreponerse a la debacle a la que parece abocada su Ciudadanos.

No será fácil desdoblarse en dos papeles, por un lado, mostrar unidad por el bien de Cartagena en los meses previos a los comicios y, por otro, pregonar las bondades de un proyecto supuestamente mejor que el de sus compañeros de Ejecutivo sin entrar en confrontación.

El caso es que el panorama político sigue creciendo en una Cartagena que parece alejarse cada vez más del clásico bipartidismo. Si ni siquiera el cantonalismo o el cartagenerismo está unido, con dos formaciones disputándose esta bandera, MC y el tradicional PCAN, de un flamante candidato Antonio Conesa como líder recién nombrado. Los de López son la alternativa de Gobierno más posible al actual, según lo que les conceden las encuestas más recientes, que no olvidan que fue el candidato más votado en la última cita electoral. Los sabios y los mentideros de esta ciudad comentan que todo apunta a un mano a mano entre ellos y el PP, aunque también que unos u otros podrían necesitar de los amoríos de la política para gobernar.

Las posibles parejas de baile para las que unos cuantos miles de votos y un par o más sillones en el pleno pueden ser vitales son un Cs venido a menos de Padín; un Podemos con Leli García como previsible candidata a la alcaldía, a la espera de saber cómo le puede afectar la nueva aventura política nacional de la vicepresidenta Yolanda Díaz; un Vox que como le ocurrió a los extremistas de la izquierda, también parece desintegrarse por la derecha; y el nuevo Sí Cartagena de Castejón.

No, no me he olvidado del PSOE, del nuevo PSOE que rompió con Castejón por pactar con el PP, del nuevo PSOE que parecía unido en torno a su nuevo líder Manuel Torres, al que le ha salido un adversario inesperado e imprevisto en la figura de José Ramón García. En definitiva, un PSOE que, en realidad, se desgrana en tres, con los dos candidatos a sus primarias y la nueva candidatura de una vicealcaldesa que admite que los votantes clásicos del socialismo se los tendrá que repartir con los del partido de sus amores que la expulsó.

¡Cuánto queda aún para que se rompan los candados de las urnas y se resuelvan las dudas! Pero esa batalla no es la nuestra, sino la de ellos. Nosotros bastante tenemos con ganarnos el pan de cada día y desear que toda la convulsion social hacia la que parecen conducirnos sea tan solo un nanosegundo en el metaverso, que diría Tamara. Al final, lo de Sálvame va a tener sentido y todo.

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