La Opinión de Murcia

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Alberto Garre

Carta de un expresidente

Alberto Garre

Puertas y camas giratorias

Las puertas son elementos complementarios necesarios de muy diversas clases y aplicaciones. Las hay románicas, medievales, renacentistas, de estilo barroco, rococó. Sirven para entrar y salir de un determinado espacio y facilitan la comunicación entre estancias o el aislamiento entre ellas.

Las camas se utilizan principalmente para descansar o dormir, pero ofrecen otros múltiples usos. También existen variados tipos, las hay para invitados, diván, otomanas, literas y hasta hamacas caribeñas, reservadas para nuestra región.

Unas y otras existen como batientes u ocultas. De aquí es de donde surgió, en primer lugar, el término puerta giratoria política, las más famosas hoy, las que sirven a un uso simultáneo, entrar o salir.

En estas puertas giratorias se tiene el riesgo de que al ingresar en una de ellas se genere claustrofobia, deseo de salir, pero no es el caso al que me refiero, las puertas giratorias políticas producen, justamente, todo lo contrario, ‘claustrofilia’, o el deseo de permanecer en ellas.

Pasa que algunos políticos dominan como nadie el juego de la oca, sin ningún pudor, siempre caen en la casilla de avanzar y, a ser posible, en una de las quince casillas de la oca (ya saben ‘y tiro porque me toca’), soslayando el 31, el pozo, y en contadas ocasiones caen en el 52, la cárcel, y aquí, en el juego de la oca, no valen indultos.

Otros son tan ‘avispaos’ como el toro que mató a Paquirri en Pozo Blanco el 26 de septiembre 1984, pretenden emular a un Juan José Parrilla saliendo triunfante por la Puerta del Príncipe de la Maestranza de Sevilla, entrando, sin exponerse, por la puerta política del Ibex 35.

También existen las llamadas camas giratorias políticas, ‘amakudari’ lo llaman en Japón, que significa ‘caído del cielo’, práctica de algunos líderes políticos para situar a sus parejas en puestos de libre designación.

El caso más reciente, entre cientos de todo signo y color político, es el de Mariano Bacigalupo, pareja de doña Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, que ha pasado de la puerta de la Comisión Nacional de los Mercados de la Competencia a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, según información facilitada por el ministerio de Asuntos Económicos publicada en distintos medios de comunicación. ¿Quién dijo que la ministra es antitrasvasista? Depende de qué trasvase se trate. Si es del Tajo al Segura, hoy por hoy, cero.

Lo cierto es que existe la corporatocracia, el clientelismo político y el capitalismo clientelista.

La corporatocracia se genera con los procesos de privatizaciones de empresas públicas, dando lugar a un poder de influencia en materia de regulación económica y de servicios públicos en detrimento del poder regulador del Estado.

El clientelismo político se origina en estrecha relación extraoficial entre cargos públicos y grupos de electoras que se intercambian prestaciones públicas a cambio de favores políticos.

Y, por último, con el capitalismo clientelista se establece un canal de comunicación entre empresarios y algunos funcionarios públicos, conformando un frente común ante los Gobiernos.

En todo caso, quienes en otro tiempo criticaban estas prácticas nos dirán ahora que las puertas y camas giratorias son lógicas, desde el punto de vista mercantil, que son decididas libremente desde los consejos de administración, pero, al menos, deberían admitir que, políticamente, chirrían.

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