La Opinión de Murcia

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Herminio Picazo

Verderías

Herminio Picazo

Sin coches

Desde hoy y hasta el próximo viernes 22, en el que se celebra el Día sin Coches, toda Europa está organizando actividades en torno a la Semana Europea de la Movilidad en la que es la principal campaña de sensibilización de la Comisión Europea sobre movilidad urbana sostenible con el objetivo de fomentar el cambio de comportamiento a favor de la movilidad activa, el transporte público y otras soluciones de transporte limpias e inteligentes. El tema anual para este año 2022 es ‘Mejores conexiones’ y pretende difundir los beneficios del uso de modos diverso y conectados de transporte sostenible.

Esta Semana, y en particular el ya muy popular Día sin Coches, concita cada año una mayor adhesión de organizaciones, Ayuntamientos y ciudadanos de toda Europa. Y eso está bien. La celebración de esta Semana, a la que se suman diversos Ayuntamientos de nuestra Región, es una interesante iniciativa de educación ambiental que contribuirá a concienciarnos de que nuestras ciudades ya no pueden seguir así, que el ruido, la agresividad y el colapso circulatorio, que inevitablemente se asocian al tráfico urbano, es el principal elemento que hace insostenibles unas ciudades que, de otra forma, serían más amables, más tranquilas, más saludables y más democráticas, y que cumplirían mejor la función que deben tener de servir de escenario a unas vidas cotidianas que pretendan ser, individual y colectivamente, más felices.

En cualquier caso, durante esta semana y para siempre, todos los ciudadanos estamos o deberíamos estar convocados a dejarnos el coche en casa para comprobar cómo funciona, cómo cambia, cómo suena y cómo respira una ciudad con menos tráfico.

Pero el verdadero objetivo a medio plazo debe ser el que, todos y cada uno de los días del año, las ciudades y pueblos de nuestra región se acerquen más a la utopía realizable de una ciudad sin coches. Para ello no sólo tendremos que concienciarnos uno a uno, aplicando pequeños esfuerzos personales, sino también tenemos que pedir que nuestras ciudades y pueblos estén preparadas para ello, con un urbanismo que lo permita, con mucha mayor peatonalización, con un transporte público frecuente, barato y eficaz, con aparcamientos de periferia que funcionen todo el año conectando correctamente con transporte público el centro y la periferia, con ‘intercambiadores nodales’, por ponernos pedantes, con trenes de cercanías, con la recuperación generalizada de la útil, hermosa y vieja presencia de los tranvías, con la potenciación del uso de la bicicleta y la construcción de carriles-bici, y con otras tantas medidas que hagan posible en la práctica lo que ya es deseable en la teoría.

Estoy convencido de que reivindicar la ciudad para el peatón no es un vano ejercicio de utopía, sino que, muy al contrario, lo que resulta precisamente utópico (y por ende ingenuo) es pensar que podemos sostener ciudades del siglo XXI protagonizadas por el coche, el ruido y el atropellamiento. En nuestro entorno europeo muchas ciudades están apostando muy en serio por detraer el tráfico de sus centros urbanos. Vamos a unirnos a ese movimiento.

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