La Opinión de Murcia

La Opinión de Murcia

Jutxa Ródenas

Erre que erre (rockandroll)

Jutxa Ródenas

Me perdono

Así como hay bestias que huelen el miedo y atacan, hay personas que huelen tu paz mental y aparecen en tu vida. No sabe esa gente que una vez aprendes a vivir en soledad es demasiado complicado volver a una convivencia, por eso, si lo haces es porque vas a ser la mejor. Ya identificas metas para ser quien dé más, trabajas duro por cuidar a quien esté entre tus manos, cuidas sobremanera, quieres bonito e incondicional, y eso asusta. Hay mujeres tan libres, tan apabullantemente libres que están condenadas a la soledad eterna.

Cometiendo eso si los más vastos errores de las que viven sometidas, aferramos a perseguir la perfección con una autoexigencia agotadora, creyendo poder con todo, actuando inconscientes sin que se genere un ímpetu de violencia que dispara balas de plata en lo más profundo de nuestro ser, quebrantamiento de nuestra existencia para conmemorar la del que más pronto que tarde nos dejará en plena estacada. No es infierno si nos gusta como quema.

Y te ha dejado, con la maquiavélica estrategia sólo apta para cobardes, te han apartado cruelmente y aún eres capaz de gritarlo disfrazado de humor, debes estar muy loca, en esta sociedad nadie reconoce sus derrotas. Pocos son los que públicamente se muestran vulnerables. Es la vergüenza que supone mostrar un perfil tal vez prescindible para el voyeur de a pie.

Y bueno, algo habrás hecho para semejante espantada, ese es el problema, claro que has hecho. Te has volcado, sacando tiempo de dónde no tenias, respondiendo con rapidez a cada una de sus llamadas para demostrar que ahí estarías siempre que te necesitara. Dejar a un lado parte de tu vida para vivir la traición. Pero el amor es eso, volcarte, tirarte a la piscina sin mirar que está vacía, con el miedo que siempre te ha dado la oscuridad, has saltado sin luz. Tenías la certeza de que abajo te esperaban unos brazos abiertos con intención de amortiguar el golpe. Eso es el amor, darle al otro la capacidad de destruirte y esperar que no lo haga; es casi siempre una trampa, se acierta sólo sosteniendo la pregunta a porqué nos elegimos, reconstruirnos ensayando una respuesta diaria.

Pero, sobre todo, es para los valientes. Y valentía también es alejarse , evitando así que te vuelvan a romper en mil pedazos. Has aprendido que el camino está sembrado de minas, arenas movedizas, afiliados precipicios y acechan las alimañas que viven bajo las piedras. No es la dirección más segura para llegar a Alphaville (1965, director, Jean-Luc Godard), te han contado que allí rige una máquina desprovista de corazón, un ser inmundo que desconoce la palabra amor. Y yo, otra vez me revelo como la estúpida Karina, gritando que lo amo. Hace falta ser cenutria si pensabas que cuando no ese alarido le has dado un momento de humanidad.

En fin, vacía de palabras, seguiré mi camino haciendo uso de la integridad necesaria, la teoría la conozco bien y así andaré, errando a pecho descubierto, nada ni nadie me va a quitar la sensación de haber vivido otro día sin jorobar la vida a nadie, privilegio de muy pocos.

A partir de hoy toca entonar el mantra que nos lleva a jamás enfocar nuestras necesidades en una sola persona, es imposible. Como lo es pensar que esta partida la he ganado, y en mi oficio de perder quiero que sepan algo: me perdono.

Compartir el artículo

stats