La Opinión de Murcia

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Espacio abierto

Hablemos sobre la menopausia

La mayoría de las mujeres vivimos un tercio de nuestra vida en esta fase

Ilustración Leonard Beard

Visibilizar la menstruación es uno de los avances que las mujeres hemos conseguido en los últimos tiempos. En este sentido, tal y como recogimos en un artículo anterior, el proyecto de reforma de la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo aprobado el pasado día 17 de mayo, avanza en el derecho a la salud menstrual de las mujeres. Hablar de la ‘regla’ con naturalidad es algo hacia lo que la sociedad se ha ido dirigiendo.

Sin embargo, las mujeres experimentamos otro proceso fisiológico del que apenas se habla y que nos afecta en muchos aspectos de nuestra vida, tanto físicos como psicológicos.

Según cuenta la psicóloga e investigadora Anna Freixas en su libro Nuestra menopausia, una versión no oficial, el término fue acuñado en el año 1816 por el médico francés C. P. L. de Gardanne, quien lo definió como ‘la edad crítica’ y ‘el infierno de las mujeres’. Pero muchos siglos antes ya encontramos a autores que la mencionan. En la antigua Grecia Hipócrates, Aristóteles y Aecio de Amida hacen referencia al cese de la menstruación en algunos de sus escritos. En el Antiguo Testamento se menciona la menopausia de Sara, la esposa de Abraham, que es «vieja y posmenopáusica».

A partir del siglo XV las descripciones acerca de los cambios que el cuerpo de las mujeres experimentamos en esta etapa, son especialmente llamativas e incluso despiadadas. En muchas obras de la pintura y la literatura las mujeres ‘viejas’ tienen poderes maléficos, es el caso de La Celestina, y se las representa como una bruja, un ser de aspecto decrépito.

Hasta el siglo XVIII, la llegada de la menopausia suponía la pérdida de la capacidad sexual y del atractivo de las mujeres, lo que suponía su ‘muerte social’ condenándolas al ostracismo. Esto llevaba a muchas aristócratas a recurrir a remedios para mantenerse jóvenes y espléndidas, que eran cuestionados por los médicos por considerarlos peligrosos y poco científicos.

Pero si hasta entonces las referencias a la menopausia se centraban en los cambios que las mujeres sufríamos a nivel físico, es en el siglo XIX cuando comienzan a tenerse en cuenta, además, los cambios en el comportamiento de las mujeres menopaúsicas. Los calificativos que se les dedicaban son dignos de mención. Para el médico francés Colombat de L’Isere, una mujer menopaúsica «se parece a una reina destronada o más bien a una diosa cuyos adoradores ya no frecuentan el templo, solo puede atraerlos por la gracia de su ingenio y la fuerza de su talento». Y para Freud las mujeres en esta etapa de su vida «son pendencieras y obstinadas, mezquinas, sádicas y anales neuróticas».

En la primera mitad del siglo XX la medicina caracterizó la menopausia como una enfermedad en la que el déficit de hormonas se podía suplir con el consumo de estrógenos artificiales. Posteriormente se han publicado estudios que relacionan el consumo de estos fármacos con la predisposición a sufrir cáncer de mama y cáncer de útero. Como comenta Anna Freixas, «resulta muy rentable patologizar un proceso por el que pasarán todas las mujeres y ofrecer una panacea para aliviarnos de la enfermedad de la vejez».

Para la ginecóloga Jen Gunter, «la visión negativa de la menopausia, la concepción de la menopausia como una enfermedad, es una construcción del patriarcado que rige en las sociedades occidentales como la nuestra, en las que los hombres deciden qué encuentran o no aceptable o deseable». (Manifiesto por la menopausia. Libros Cúpula). Como señala esta autora, la información que las mujeres tenemos de este proceso biológico es muy poca, y se basa más en mitos y leyendas que en datos fidedignos. La menopausia se nos presenta como un relato sobre la juventud perdida que la mayoría afronta con temor.

Según algunos estudios, la mayoría de las mujeres vivimos un tercio de nuestra existencia en fase de posmenopausia. Si tenemos en cuenta la fase de premenopausia este periodo alcanza casi la mitad de nuestras vidas. Esto parece razón suficiente para que comencemos a desterrar el tabú que pesa sobre este asunto. Ya va siendo hora de hablar sobre la menopausia.

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